El gran empresario devoto del patrón

I.M.L. / Caleruega
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Julián Reyzábal Larrouy falleció el 8 de diciembre de una larga enfermedad • Este magnate nunca olvidó su origen calerogano

Julián Reyzábal Larrouy (segundo por la izq) vivía en la casa construida por su padre en Miraflores de la Sierra (Madrid). - Foto: DB

El pasado 8 de diciembre falleció a los 78 años Julián Reyzábal Larrouy tras una larga enfermedad. Puede que este nombre no les diga nada, pero fue uno de los herederos del imperio que levantó su padre, Julián Reyzábal Delgado, cuyo mascarón de proa era el edificio Windsor, consumido por las llamas en 2005. Sin embargo, para los vecinos de Caleruega, don Julián era una persona muy querida y conocida.

 A pesar de no haber nacido allí, Julián Reyzábal Larrouy siempre mantuvo el contacto con este municipio, demostrando el amor hacia la tierra que le transmitió su padre, Julián Reyzábal Delgado, que nació en la cuna de Santo Domingo de Guzmán. El patriarca de esta saga descendía de padres y abuelos dedicados a las tareas del campo y a capar cerdos y otros animales. Ya adolescente, Reyzábal Delgado decidió cambiar de aires e irse a Bilbao, donde trabajó como reventa de entradas de cine para sacar dinero con el que pagarse las clases de Contabilidad. Tras casarse con Milagros Larrouy, partió a Madrid donde trabajó en una compañía de proyecciones cinematográficas. De ahí pasó a crear un cine de verano, luego se hizo con otras salas de proyección, con la productora Ázaro Films, construyó muchos cines más, en sus bajos montó salas de fiestas y fue construyendo poco a poco, en los solares que compró a precios irrisorios en un Madrid aún sin desarrollar y, poco a poco, fue amasando una fortuna. De los siete hijos que tuvo, sólo José María, ya fallecido, y Julián, al que familiarmente llamaban Julianchu, han mantenido los lazos con la localidad natal paterna.

Generosas visitas

En Caleruega no olvidan a don Julián (hijo) por sus visitas anuales a la localidad para asistir a la misa en el convento de las Madres Dominicas el Día del Patrón de la provincia y del municipio, Santo Domingo de Guzmán, cada 8 de agosto. «Eran famosas sus propinas a los quintos, cuando iban a dar dianas, que últimamente rondaban los mil y pico euros, era así de generoso; al Ayuntamiento también nos ha dado algún milloncejo de pesetas y era famosa su afición a la pelota y una vez dio 2.750.000 pesetas para premios», recuerda el alcalde calerogano, José Ignacio Delgado.

Donde más han sentido su muerte ha sido en el convento de las Madres Dominicas, a quienes siempre tenía muy presentes para colaborar en lo que la casa precisase. «Él era espontáneo y de motu propio ha colaborado», explica sor Margarita, que ha sido durante 21 años priora de este convento. Con su proverbial discreción, la religiosa describe a Julián Reyzábal Larrouy como «un gran hombre y devoto de Santo Domingo, muy sencillo, muy cercano», sin querer apuntar siquiera una cifra del dinero que pudo donar al convento para su mantenimiento. Sor Margarita no para de repetir que «quería mucho a Santo Domingo, a la Orden y a las monjas de Caleruega» y por eso ellas van a celebrar unas cuantas misas por él.

Julián Reyzábal Larrouy era soltero y vivía en la casa de Miraflores de la Sierra que construyó su padre. Ahora, desde Caleruega, espera que sus herederos no se olviden de esta herencia de cariño hacia Caleruega que dejaron sus padres, don Julian y Milagros, para mantener vivos los lazos entre esta comarca y la familia de la que un día se dijo que era dueña de medio Madrid.