Se acercan las navidades y los niños esperan con ilusión la llegada de los regalos. En general, los padres intentan cubrir las expectativas de sus hijos, pero cada año la presión aumenta y las campañas publicitarias son más impactantes por lo que elegir bien los juguetes se ha convertido en una verdadera preocupación para muchos progenitores.
Hoy intentaremos que la psicología nos responda a las preguntas que innumerables padres pueden hacerse.
¿Por qué es tan importante pensar bien los juguetes que les damos a los niños?
Los juguetes además de ser un medio de distracción y de entretenimiento para los niños, bien utilizados sirven para estimularlos y favorecen muchos procesos de aprendizaje.
Los primeros años de vida de desarrollo del niño son fundamentales y es la edad donde más atención tenemos que poner en la estimulación que recibe nuestro hijo.
¿La actividad lúdica se enriquece cuando los niños son capaces de compartir sus juegos?
Sin duda, porque jugar también es compartir. Cuando los niños juegan con más niños; previamente al juego, tendrán que negociar entre todos a qué van a jugar, cómo jugar, cuáles son las normas del juego… En este proceso implicamos procesos atencionales, de negociación, y de aceptación de unas normas y unas reglas previamente pautadas y aceptadas por el grupo, un aprendizaje muy valioso para su futuro.
¿Qué nos dice la neuropsicología en relación a la importancia del juego como factor clave del aprendizaje?
La neuropsicología nos muestra que el aprendizaje se consolida mejor a través de las emociones agradables. Pensar que los niños tienen que sufrir o pasarlo mal para aprender no tiene ninguna base científica. Lo que se aprende jugando se retiene y se reproduce mejor. Deberíamos rescatar el valor que tiene el juego como potenciador de aprendizaje.
¿Podríamos enumerar los principales beneficios del juego para los niños?
1. Cuando los niños juegan, adquieren autonomía, dado que según van creciendo les iremos pidiendo que cada vez se entretengan solos durante más tiempo, que sean ellos quienes decidan a qué jugar y que sean capaces de dirigir su juego.
2. El juego aumenta la seguridad de los niños y la confianza. Ellos son los que dirigen el juego y conocen las reglas, lo que hace que se sientan líderes y capaces.
3. El juego también sirve para desarrollar la autoestima, dado que los pequeños aprenden a conocerse, a saber cuáles son sus fortalezas, así como mejorar sus habilidades.
4. A través de actividades de entretenimiento también se desarrollan habilidades sociales, especialmente en las interacciones grupales, ya que hay que aprender a negociar, a ceder, a seguir las reglas... todas ellas son habilidades esenciales en la vida adulta.
5. El hecho de divertirse sirve para desarrollar múltiples procesos intelectuales, como el razonamiento lógico y abstracto, la memoria, la atención, la organización espacial, la función ejecutiva...
6. Muchas de las competencias emocionales necesarias para tener éxito en la vida se pueden desarrollar a través del recreo.
¿Qué podemos hacer para que los niños no sean consumistas?
El mensaje a trasladar es que la Navidad también puede ser un buen momento para enseñar a los niños a compartir. Por ejemplo, podemos acordar con ellos que haremos una limpia de juguetes y aquellos que no utilicen, o que sean de más pequeños, los llevaremos todos juntos a una parroquia, ONG…
Si quieres aceptar, olvídate de juguetes, ropa o accesorios y haz un regalo emocional.
Busquemos actividades para hacer en familia, para pasar tiempo de calidad juntos. Ningún estudio nos dice que el tener más cosas o más juguetes correlacionen con la felicidad.