El cumpleaños más triste

A.C.
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Alba Loreto Vargas, de 34 años, no llegó el 18 de mayo a una celebración con sus amigas y su jefa en el Mesón Ordunte

La camiseta del Athletic de la joven con un ramo de flores y el zapatito de su hijo que usaba de llavero en el lugar del siniestro. - Foto: A.C.

La esperaban en el Mesón Ordunte. Ella se encargaba de llevar los globos y muchos de los detalles para celebrar el cumpleaños de Vanesa, una de sus mejores amigas. Alba Loreto Vargas llevaba cuatro años trabajando como camarera y ayudante de cocina en el mesón, pero en la tarde del 18 de mayo no iba a trabajar, sino a disfrutar de una fiesta. No llegó al encuentro con sus seres queridos. Su vida se detuvo a los 34 años en la carretera CL-629, a la altura del kilómetro 103. Apenas le quedaban 4 kilómetros para llegar a su destino, en Nava de Ordunte. Pero en Maltrana de Mena se cruzó con un conductor ebrio, que se encuentra en prisión después de que el 26 de mayo fuera interceptado de nuevo en Balmaseda por la Ertzaintza conduciendo un ciclomotor bajo los efectos del alcohol. 

Alba conducía un cuadriciclo, un vehículo muy pequeño que apenas puede superar los 45 kilómetros por hora y que no exige contar con el carné de conducir. Se lo había regalado su jefa, Miller Pareja, hacía tan solo quince días. Esta colombiana, que ha echado raíces en el Valle de Mena, regenta el Mesón Ordunte desde hace veinte años. Miller era amiga íntima de Alba y por temor a que sufriera un accidente de noche con la motocicleta con la que viajaba entre su domicilio, en Villasana de Mena, y Nava de Ordunte, decidió regalarle el pequeño vehículo. «Estaba supercontenta y feliz porque ya se podría desplazar con su hijo», recuerda Miller, que a veces se atormenta con la idea de haberle regalado el pequeño vehículo. Con él también podía ir hasta su ciudad natal, Baracaldo, a visitar a sus padres.

Los pedazos de la carrocería continúan desperdigados a ambos lados de la CL-629. Si hubiera ido con su moto el siniestro hubiera tenido el mismo final con toda probabilidad. A Lander, su pareja y padre de su hijo, a Miller y a los vecinos que alertaron a la Ertzaintza lo que más les indigna es que el conductor volviera a beber alcohol y se volviera a poner a los mandos de un vehículo solo una semana después. Dio 0,62 miligramos de alcohol por litro de aire espirado en la primera prueba y 0,63, en la segunda. El día de la muerte de Alba dio 0,60 cuando el límite legal está en 0,25. De 65 años, el arrestado es vecino de El Berrón. Frecuentaba el Mesón Ordunte y bromeaba con Alba, una joven de imponentes ojos negros y llamativa melena. 

Alba viajaba con su hijo Aritz, de 4 años. En el lugar del siniestro una camiseta del Athletic de Bilbao de la joven, un ramo de flores, dos fotografías y un pequeño zapato del niño que utilizaba de llavero están prendidos en una valla al pie de la carretera. Recuerdan la pérdida de Alba. Su pareja Lander la esperaba también en Nava y la llamaba insistentemente al móvil, al ver que no llegaba. Su última llamada la cogió un guardia civil, según explicó ayer a DB. «A mi hijo y a mí ya nos ha arruinado la vida, pero es una vergüenza que la volviera a preparar. No tiene remordimientos», dice tras la segunda detención e ingreso en prisión del conductor. La parte buena fue que Aritz salió casi ileso y ya está totalmente recuperado, aunque fue hospitalizado por un fuerte golpe en la cabeza. No obstante, contó con la mejor ayuda, la de una pareja de policías locales del Valle de Mena y un médico y una enfermera que se encontraron con el accidente.

Policías y médico. A los policías K.C.A. y E.T.G., con 20 y 15 años de servicio en Mena, les sorprendió el vehículo que les adelantaba en Maltrana. Se apartaron a la derecha, pero el choque frontal fue inevitable. Nunca habían asistido a un accidente con niños. «Es muy duro, pero hay que actuar. Nos salió la vena de policías nada más parar el coche», relata K.C.A. Proteger, avisar y socorrer es la máxima en cualquier siniestro que pusieron en práctica sin pensarlo dos veces.

Él se fue hacia el cuadriciclo. Ella hacia el otro coche. Él escuchaba unos gritos, pero no veía nada. Le tomó el pulso a Alba y ya había fallecido. Su muerte fue instantánea. Pero Aritz gritaba y lloraba y no se le veía. Levantó el coche, no recuerda si con ayuda o en solitario y allí debajo estaba el pequeño. Se lo llevaron rápido a un vehículo para que no viera a su madre y fue atendido inicialmente por un médico y una enfermera que también se cruzaron con el accidente. Cuando su padre le contó lo sucedido ya sabía que su madre había muerto, porque «es un niño muy listo». Ya no volverá al colegio de Villasana, donde vivía, porque se trasladará con su padre y sus abuelos a Sodupe.