23.000 vidas, 12 momentos

J.M. Rodríguez (EFE)
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Un nuevo ciclo migratorio ha puesto a prueba este 2020 la frontera sur de Europa, en un año en el que las costas canarias han sido el mayor exponente de que los errores del pasado pueden repetirse

23.000 vidas, 12 momentos - Foto: quique curbelo

Catorce años después de la crisis de los cayucos, un nuevo ciclo migratorio ha puesto en evidencia este 2020 la frontera sur de Europa, Canarias, en un año del que se recordará Arguineguín como el icono de un fracaso colectivo y de la afrenta a la dignidad humana, que puede generar la tentación de reproducir los errores de Lesbos o Lampedusa.
Pero más allá de sus cifras, la Ruta Canaria ha dejado en los últimos 12 meses un reguero de historias de vida y muerte, de jóvenes africanos que ya solo tienen esperanza, de niños expuestos a la mayor de las pruebas en el océano, de tragedias que están entre las pesadillas de cualquier marinero y de cómo un puñado de ciudadanos anónimos que se arrojan al mar en una noche sin luna a socorrer a 36 náufragos pueden llegar a rescatar, de paso, a una sociedad sometida a sus peores contradicciones por un virus de más largo recorrido que el de la COVID-19, la xenofobia.

 

Cambio de rumbo
El organismo de inteligencia que supervisa todos los esfuerzos de España para el control de la inmigración en África Occidental, el Centro de Coordinación Regional de Canarias, corrobora en enero que las rutas han cambiado y ahora convergen en las islas. Mientras, las pateras siguen llegando cada vez con más embarazadas y niños a bordo. Ese mes hay 708 rescatados.

 

A la deriva
El día 8 de febrero, un carguero avisa de que ha encontrado una patera con una veintena de subsaharianos a 800 kilómetros al suroeste de El Hierro. Hay una tragedia a bordo. El Ejército del Aire evacúan a Tenerife a los ocho más graves, entre ellos una mujer que fallece al llegar. Llevan dos semanas en el mar, a la deriva. Faltan dos de los ocupantes iniciales de la barcaza, que murieron de hambre y sed en la travesía, y cinco más, que saltaron por la borda, desesperados. Otros tuvieron más suerte, en un mes con 1.181 sin papeles rescatados.

 

Cruzar sola el mar
Es 30 de marzo, España lleva dos semanas confinada en casa y a Arguineguín llega una embarcación de Salvamar con 28 jóvenes subsaharianos a bordo. Entran en el puerto cantando, es su forma de agradecer que están vivos. No es una patera más, en el grupo hay un caso singular de entre las 1.477 historias de los rescatados ese mes: una niña de ocho años que viaja sola. Cuando termine el año, serán 2.400 los menores no acompañados bajo la tutela del Gobierno de Canarias, pero ninguno como ella. Nadie tan pequeño ha cruzado el mar sin un pariente que le acompañe.

 

Un espejismo
La pandemia comienza a cambiarlo todo en abril, un mes que deja 1.936 rescatados en el mar. Durante un par de semanas, el flujo de pateras parece haberse detenido. Es un espejismo: Marruecos ha desplegado al Ejército para asegurarse de que su población respeta el confinamiento y ello, de rebote, contiene por un tiempo las salidas.

 

Hacinados y sin higiene
Con el temor al contagio del coronavirus, dejan de utilizarse la comisarías para las primeras 72 horas de retención de migrantes y se buscan alternativas. En Gran Canaria, se habilita un almacén en el puerto de Las Palmas al que pronto las ONG se refieren como «la nave de la vergüenza». El apelativo se lo gana en cuanto se revela que medio centenar de usuarios, de los 2.475 rescatados ese mes, han dormido en el suelo, hacinados, sin duchas ni lugares para asearse.

 

Bloqueo político
En seis meses, las llegadas de inmigrantes ya superan a todo 2019, que a su vez había duplicado los datos de 2018. En concreto, 2.700 sinpapeles llegan a España. Cruz Roja intenta anticiparse a lo que está por llegar y empieza a construir un gran campamento de acogida en el polígono industrial de Arinaga (Gran Canaria), pero el Ayuntamiento de Agüimes frena sus planes aduciendo problemas urbanísticos.

 

Empieza el atasco
El principal puerto de operaciones de Salvamento Marítimo en Gran Canaria, Arguineguín, sufre las consecuencias del atasco que genera la incesante llegada de pateras, con 3.136 rescatados en julio, junto a las carencias de la red de acogida montada durante el estado de alarma, que comienza a desmanterlarse, porque los ayuntamientos reclaman con la desescalada los polideportivos y escuelas que cedieron en marzo. Es el anticipo de lo que traerán los meses siguientes: un campamento pensado para 400 personas acumula casi 2.600.

 

Sacos de huesos
Las ONG alertan: la Ruta Canaria se está convirtiendo en la más mortífera del mundo. Se calcula que perece una de cada 16 personas que se aventura en el océano en ella. Aún así, en agosto arriban a las costas del archipiélago 3.923 migrantes. Entre ellos, los ocupantes de un cayuco a la deriva localizado a 150 kilómetros de las islas. A bordo, 15 cadáveres. Según las autopsias, murieron de hambre y sed días antes. «Eran saquitos de huesos, nada más», confesó una de las forenses.

 

Desvío a hoteles
Las llegadas se multiplican con respecto a la media de los meses anteriores, con 6.081 rescatados en septiembre, y la ruta da un vuelco. Empieza a ser utilizada por magrebíes y no subsaharianos. El muelle de Arguineguín, convertido en un campamento, se va llenando, la red de acogida se ve desbordada y, por primera vez, se recurre a los complejos turísticos como solución. Inicialmente se utilizan para dar techo a 265 personas. Al cabo de dos meses, serán más de 6.000.

 

Octubre de récord
Nunca antes habían llegado a Canarias tantas personas en patera en 30 días como en octubre: 11.409. Interior reabre los CIE de Tenerife y Gran Canaria con el propósito de reactivar las devoluciones, pero algo se cruza en su camino: la segunda ola de la pandemia, que aconseja reducir su aforo, y una sentencia europea que impide retener en ellos a quienes soliciten asilo.

 

Dormir sobre el cemento
Todo colapsa ante un aluvión sin precedentes de inmigrantes rescatados en el mar, 19.556: La red de acogida, la comprensión inicial del sector turístico, el campamento del muelle y la paciencia de las instituciones de Canarias, cuyo Gobierno anuncia que «se rebela» contra quienes pretendan que todos los inmigrantes llegados a las islas se queden en su territorio. Exige solidaridad. Y, mientras, en Arguineguín, hay más de 2.600 personas durmiendo sobre el cemento.

 

Despreciados
El Estado solo ha habilitado 300 de las 7.000 plazas en campamentos que prometió para ir vaciando los hoteles usos como albergues, en un diciembre con 22.932 rescatados. Empiezan a convocarse manifestaciones para «Salvar el turismo», lema que algunos transforman en «Fuera inmigrantes de los hoteles». Se reactiva así un problema que ya había emergido meses antes, cuando se quiso ligar inmigración con coronavirus, obviando que toda persona llegada en patera a Canarias es sometida a una PCR.