La estación de trenes por fin se llamará Rosa Manzano

H.J.
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Trece años después de la inauguración de la terminal, los hijos de Rosa Manzano reciben una comunicación oficial de que el compuesto 'De Lima' desaparecerá, aunque aún sin fecha

Los hijos de Manzano llevan tiempo clamando por la modificación. - Foto: Valdivielso

El cambio de nombre de la estación de Burgos no podía ser aparentemente más sencillo. Desde el primer momento en que el Ministerio de Fomento la bautizó como ‘Rosa de Lima’, en diciembre de 2008 y en homenaje a la política burgalesa que fuera la primera mujer directora general de Tráfico, sus hijos advirtieron de que nadie conocía así a su madre, de que aquel era un nombre compuesto y todo el mundo la llamaba, simple y llanamente, Rosa Manzano. 

Sin embargo, en la práctica, la corrección de aquel error que alguien tuvo en los despachos de Madrid se ha venido alargando durante 12 años y medio, camino de 13. Por fin ahora ha empezado a encauzarse. En el mes de febrero, la familia supo que el Estado abría el proceso para enmendar el error. Ahora acaba de recibir la comunicación oficial.

Uno de los vástagos de la que también fuera concejala del Ayuntamiento de Burgos y gobernadora civil en Palencia, Álvaro Torres Manzano, explica a este periódico que esta misma semana acaba de recibir los documentos con el proyecto de orden de cambio de denominación.

En ellos no queda clara la fecha en la que será efectiva, pues primeramente se habla de la necesidad de un informe en un plazo de 15 días y posteriormente se dice que «esta orden empezará a producir efectos el día siguiente al de su publicación en el Boletín Oficial del Estado». Además, no figura la firma del ya exministro de Transportes, José Luis Ábalos, aunque sí su nombre, y aparece un sospechoso «Madrid, a XX de XXXX de 2021». 

Pese a esta comunicación de manera confusa, Álvaro Torres celebra la pretensión firme del cambio de nombre y admite, resignado, que «si hemos esperado 12 años y medio para que lo arreglen, ya nos da igual esperar un mes que cinco».

Recuerdo y homenaje. El proyecto de orden de modificación del nombre recuerda que la nueva estación de Burgos, construida con motivo de la salida de las vías del tren del centro de la ciudad, se inauguró el día 12 de diciembre de 2008 bajo la denominación Burgos-Rosa de Lima. «Con esta denominación», dice el documento de la Dirección General de Planificación y Evaluación de la Red Ferroviaria, «se buscaba recordar y homenajear a una burgalesa comprometida con la ciudad que fue, entre otros cargos, gobernadora civil de Palencia y directora general de Tráfico».

Recientemente, y recogiendo la reivindicación que sus hijos llevaban años planteando, el Ayuntamiento de Burgos dirigió un escrito al ADIF en el que explicaba que, pese a la buena intención de la denominación, ha sido petición recurrente de la familia la corrección del nombre porque «no identifica de manera fehaciente a la persona a quien se quiere recordar y conduce a posibles errores».

Por ello, se tramita la modificación para que la estación pase a llamarse Burgos-Rosa Manzano. «Así es como todo el mundo la llamaba y como siempre firmaba ella, recuerdo perfectamente verla rubricando expedientes», relata su hijo Álvaro Torres. Por eso se felicitan del nuevo paso dado por el Ministerio, aunque de nuevo el documento que les han remitido adolezca de errores o de algo más cuando refleja que además de dar traslado al Ayuntamiento o a la Junta «se ha recabado la opinión de la familia sobre la misma», cosa que niega Torres.

Abogada,  política y pionera. Rosa Manzano ejerció la abogacía en Aranda de Duero y en Burgos capital y fue una de las tres mujeres elegidas en las urnas (en 1979) como concejalas del primer Ayuntamiento democrático tras la Transición, junto a Lucía Eroles y Carmen Santos de Quevedo. Tras la victoria socialista en las elecciones del año 1982, fue nombrada gobernadora civil (el actual cargo de delegada del Gobierno) en la provincia palentina. 

Cinco años después, en 1987, fue nombrada directora general de la DGT, la primera mujer en llegar a ese puesto. Pero en junio de 1988 falleció en un accidente de helicóptero cuando volaba junto a Santiago Amón (crítico de arte y padre del periodista Rubén Amón), el diputado Alberto Acitores y los pilotos Manuel Moratilla y Santiago Aizpurúa. Su aeronave se estrelló en la Sierra de la Cabrera en un viaje que tenía como destino Aguilar de Campoo y ninguno de los ocupantes sobrevivieron.