"Cantar en un coro es muy saludable"

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No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Juan Gabriel Martínez es uno de esos hombres y esta es (parte) de su historia

Juan Gabriel Martínez. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

*Este artículo se publicó el 2 de marzo de 2020 en la edición impresa de Diario de Burgos. 

Muchos le conocen con batín blanco y el fonendoscopio sobre el cuello y, muchos más, sobre el escenario, dirigiendo con entusiasmo y precisión una coral. Medicina y música marcan la vida, las mañanas y las tardes para ser casi exactos, de este burgalés de la hornada del 63. De la primera actividad -dice- viven él y los suyos; de la segunda -decimos-, vivimos y revivimos todos, pues gracias a la inquietud temprana e insaciable de este músico-doctor la cultura burgalesa con mayúsculas es un poco más rica, más diversa y mucho más comprometida.

Juan Gabriel Martínez entró al conservatorio -ubicado entonces en la calle San Pablo- con pantalones cortos, con 8 años, y nunca ha salido de él, pues no ha dejado de formarse, de investigar y de experimentar con la música coral. Entonces, reconoce, era "rarísimo" ver niños en el conservatorio, aunque en casa el canto y los instrumentos se escuchaban con normalidad. Dos de los cinco hermanos -él es el menor- estudiaron solfeo, conjunto coral, armonía, formas musicales...

Cantó en el coro de su colegio, el de San Pedro y San Felices, y fue uno de los niños fundadores del primer Orfeón Infantil, dirigido por Luis Corbí Echevarrieta, "mi primer maestro". "Desde niño me fascinó la música coral, el hecho de que a partir de un grupo de gente que no se conoce de casi nada y de una partitura, se puede crear un trabajo tan solidario e interesante, donde cada uno aporta lo suyo pero sin destacar".

En séptimo de EGB hizo sus primeros pinitos como director del coro del colegio. "Fue unas navidades y dos de mis profesores, Jesús Laso y Ángel Palacios, me invitaron a dirigir con 12 años... Llevo 45 años con este tema".

En 1978 se disuelve el Orfeón Infantil y muchos chavales pasaron a formar parte de la Coral Castilla. Con apenas 18 años, Luis Corbí le cede la dirección. "Mi primer concierto en serio, mi puesta de largo, se celebró en Semana Santa en el colegio de Zapatito...".

Aquella experiencia abrió un inmenso horizonte para este brillante estudiante: por un lado, se planteó los estudios de conservatorio de dirección de coros y, por si no fuera poco, comenzó la carrera de Medicina en Valladolid. ¿Cómo lo hizo? Durante los veranos, cursos de dirección coral en Cataluña y Palma de Mallorca; y, el resto del año, su otra vocación: "siempre quise ser médico". "Me fui a estudiar a Valladolid y volvía en tren a Burgos para ensayar con la Coral Castilla. Durante 6 años de carrera y el año y medio de milicias universitarias en Medina del Campo estuve yendo y viniendo de Valladolid". "Nunca me he desvinculado de la música y siempre tuve la responsabilidad de dirigir grupos donde había gente mucho mayor que yo".

Por si fuera poco, en la Coral Castilla cantaba la que hoy es su mujer, Ana Ayala, actual directora del Orfeón Infantil y del Orfeón Juvenil. "La tormenta perfecta", bromea. Sus dos hijos, Ana y Miguel, mantienen la tradición, cantan en el Orfeón Burgalés y la mayor es profesora de música.

A los 26 años regresa de Valladolid para trabajar como médico, primero en urgencias hospitalarias y luego se enfocó a la medicina del trabajo, que es la especialidad que ocupa su día a día y que le ha ganado el respeto y el aprecio de muchos trabajadores en ayunas (por eso de la extracción de sangre...).

Orfeón. En la Coral Castilla estuvo 27 años. En 2007, con 43 cumplidos, le propusieron el reto de dirigir el Orfeón Burgalés, un proyecto necesitado entonces de una renovación. "Muchos de la Coral Castilla me acompañaron en la nueva etapa que se prolongó durante 11 años. Fue un honor como burgalés y como director de coro. Intenté ser un eslabón más en esa cadena que se inició en 1893...".

Buena parte de su trabajo en esta institución musical se lo debe al apoyo que recibió de los dos presidentes que tuvo: Domingo Ortega y Emilio Miguel Amo. "Y le deseo todo lo mejor al actual, Joaquín Delgado", puntualiza.

No quiso "apoltronarse" en el cargo, que la dirección se viese arrastrada por la rutina, "que no te deja crecer y te lleva a conformarte con lo que haces... A aquel grupo le hacía algo más... Esto es como los equipos de fútbol: hacen falta revulsivos".

Juan Gabriel no tiene coro fijo desde 2017 aunque sigue dirigiendo y colaborando con grupos como el Burgos Baroque Ensemble, con Prima Voce y prepara algo de cara al VIII Centenario de la Catedral. "He dejado la dinámica de ensayo todos los miércoles y los viernes y me dedico más a proyectos...".

Cuando echa la vista atrás a estos 45 años de carrera musical rescata con mucho orgullo el haber sido el maestro de coros del estreno de la ópera El Mozo de Mulas, obra de Antonio José. "Tuve algo que ver en una página de la historia musical de Burgos". Cuanto le propusieron el proyecto liderado por la Orquesta Sinfónica de Burgos "sentí muchísima ilusión por hacerlo y también mucho vértigo por las dificultades que entrañaba. El resultado final fue interesante y logramos poner en marcha un gran proyecto". Solo espera que en próximos años llegué el relevo que se decida a hacer la producción escénica de la ópera.

Se emociona al recordar, siendo director técnico de la Federación Coral de Burgos, el proyecto para armar -por primera vez- el coro sinfónico de 130 voces que estrenó con Rafael Frühbeck el Fórum Evolución. "Dos de las personas que confiaron en mí nos han dejado, el maestro Frühbeck y Alejandro Yagüe, mi profesor, mi amigo y su médico al final de sus días...". Alejandro, explica, fue el que propuso a Frühbeck para interpretar la Novena de Beethoven con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León. "El maestro Frühbeck estaba en otro plano, el de los top ten, y la estructura musical de Burgos era la que era. Con el prestigio y el caché que tenía, tuvo la elegancia y el coraje para arriesgarse. ¿Qué necesidad tenía para hacer la Novena con un coro de aficionados de Burgos? Fue algo muy potente...".

"En el camerino, Frühbeck me reconoció que la apuesta por su tierra le había salido bien, porque no pensaban que pudiese hacerse y, gracias a Dios, se hizo". Fue el 19 de septiembre de 2012, una fecha que Juan Gabriel recuerda bien porque este acto se pospuso en dos ocasiones por retrasos en la obra del Fórum y alteraciones en la agenda de la Casa Real... "Estuvimos casi dos años pendientes y tengo que reconocer el compromiso absoluto de los coralistas de la Federación, que ensayaban todos los domingos y se quedaron dos veces sin fecha de estreno. Si algún mérito tuve fue el de ser capaz de reilusionar a la gente".

futuro. Estamos, a juicio de este músico, ante hitos en la historia cultural local. A partir de aquel concierto, en Burgos se ha hecho un Mesías de Händel, un Réquiem de Mozart, piezas de zarzuela y ópera... "2012 nos demostró que podíamos hacerlo conjuntamente, trabajando todos los coros, y fruto de aquel esfuerzo fue el estreno de El Mozo de Mulas".

Burgos, insiste, tiene una tradición coral muy importante, cuyo origen sitúa en la década de los 70 y cuyo futuro está garantizado. "Hay problema con las voces de hombres y es importante que la simiente siga creciendo apostando por los niños y los jóvenes, aunque tenemos que competir con los deportes escolares, la play, la tele... El futuro pasa por las escuelas y por la Asociación de Profesores de Música. Si no hay ese futuro, tendremos un problema".

"Burgos ha aprendido a ser agradecida con sus músicos, no es ingrata". Pone como ejemplo a Antonio José que, gracias al Ayuntamiento y la peña que lleva su nombre, ha pasado de ser un fusilado de la Guerra Civil y de superar una dictadura "que tapó su memoria", a un compositor cuya obra "está viva y en la calle".

También menciona a su amigo, Alejandro Yagüe, quien, "si no hubiese tenido la desgracia de fallecer tan pronto, en 4 o 5 años hubiese sido un claro candidato al Premio Nacional de Música. Era un hombre con una capacidad técnica brutal y con un talento espectacular...".

Lo mismo dice del profesor Pedro María de la Iglesia, el musicólogo Miguel Ángel Palacios, Federico Santamaría o Javier Arévalo, entre otros compositores. "El recordar a nuestros músicos (podríamos hablar de pintura, literatura...) tiene que dejar de ser noticia en los medios de comunicación y formar parte de nuestra trayectoria cultural". "También hay gente joven que está haciendo cosas...".

No solo hay talento, también espacios y proyectos para desarrollarlo, "algo impensable a mediados de los 70". "Se ha desarrollado el Conservatorio con el grado profesional, han eclosionado las formaciones corales, pervive la Escuela de Música, tenemos una orquesta sinfónica con programación estable y se han creado continentes culturales cuando antes solo estaban las iglesias y los salones de las cajas".

El escenario favorito para este director depende del repertorio: "Para un público amplio, la capilla de música de Las Bernardas, porque tiene unas dimensiones justas y mucha piedra que permite que el sonido no se aplaste, lo que ocurre en los salones de actos. Si es música religiosa, la iglesia de La Merced... El Fórum tiene una construcción acústica fantástica, se oye bien desde cualquier sitio, pero es grande y necesita coros nutridos...".

"El prototipo de coralista burgalés es el de gente rara -ironiza-, no hay un tipo único. Algunos tienen estudios musicales amplios y dedican un montón de esfuerzo a aprenderse las obras; otros no conocen el lenguaje musical, aunque yo creo que hacen falta unos mínimos conocimientos".

Muchas de las claves las tiene el director, quien es el responsable de que no se acometan obras que excedan a las capacidades de los grupos corales. "Lo importante no es mover las manos y los brazos, sino el trabajo previo al concierto, desde la selección de los coralistas, la propuesta de un buen material y la elección correcta de la obras, además del trabajo en equipo".

salud. Siempre se puede disfrutar de la música coral y -habla el médico- además es saludable. "Está neurocientíficamente demostrado que el cantar en un coro es beneficioso. La salud es el bienestar físico y mental. El hacer un trabajo en conjunto, colaborativo, solidario y donde tú aportas todo lo que puedes sabiendo que no puedes sobresalir, es un ejercicio de colaboración social y un hobby que genera bienestar...".

Insiste en que hay muchos coros que desarrollan una labor social nada desdeñable "y que merecen el aplauso porque forman parte del tejido cultural de la ciudad". "Está muy bien ir a tomar vinos pero cantar en un coro también es recomendable", recomienda.

A este respecto, y ante la gran cantidad de trabajadores ‘quemados’ (estresados, deprimidos, ansiosos) que atiende en la consulta, recuerda que en Europa las grandes empresas tienen sus coros. "En España existe el coro Solvay, de la química de Torrelavega; en Madrid, dos hospitales también; en Alemania y Centro Europa cuando hay más de 5 trabajadores la tendencia es a constituir un coro. Hay un precioso Ave María compuesto para el coro de la brigada de bomberos de Munich...". "En Burgos tenemos empresas con plantilla suficiente como para crear varios coros, pero no hay ninguno. ¿Por qué no un coro del polígono de Villalonquéjar?".