"Mi padre sabía que le iban a matar"

B.G.R.
-

El diputado del PP Jaime Mateu abre en la capital el ciclo de testimonios de víctimas del terrorismo que llegará a siete centros. Lo hizo ante 60 alumnos de La Salle relatando el asesinato de su padre y su hermano por parte de ETA

Mateu intervino durante más de una hora ante estudiantes de cuarto de la ESO. - Foto: Alberto Rodrigo

«He sido una doble víctima del terrorismo». Con estas palabras, el diputado del PP Jaime Mateu arrancaba su intervención ante 60 alumnos de cuarto de la ESO del colegio la Salle. Durante más de una hora narró de forma pausada y cercana los episodios más terribles de su vida, con pinceladas sobre la historia reciente de España, y confesó cómo la religión le sirvió de asidero para sobrellevar tan duros momentos. El silencio fue absoluto y máxima la atención del auditorio.

Lo hizo de forma cronológica, con una breve introducción sobre la irracionalidad del terrorismo y las nefastas consecuencias que tuvo para los españoles, recordando a las más de 800 personas que fueron asesinadas por ETA y a los miles de heridos físicos y psicológicos que dejó, así como a aquellos que se vieron obligados a emigrar del País Vasco. Después, entró de lleno en su vivencia: «Mi padre lo tenía todo muy bien organizado porque sabía que le iban a matar».

Magistrado del Tribunal Supremo, Mateu vivió desde pequeño una «situación de amenazas constantes y escolta». A los tres meses de retirársela a su padre, «empezó una senda que nunca hubiéramos querido que empezara». Un comando itinerante liderado por Henri Parot le acorraló cuando iba caminando a su trabajo. Le asestaron once tiros por delante en la cabeza y le remataron por detrás.

«Nunca tuvo miedo y no se arredraba ante nada. Le mataron por cumplir escrupulosamente la legalidad. Asesinar a un juez tenía un tirón espectacular entre los propios secuaces y los que querían romper la unidad de España», subrayó, lamentando después que en esa época (1978) el país vivía un momento histórico en el que el terrorismo no importaba y las autoridades «reaccionaron fríamente». Tal es así, que reveló que propusieron a la familia enterrarle a las siete y media de la mañana «cortando todo Madrid para que no molestáramos».

Reconoció que entraron en un estado de shock «increíble» y que fue su madre la que «se arremangó» y tiró de sus siete hijos. Mateu estudiada Derecho y después se convirtió en inspector de Hacienda. Su primer destino fue Bilbao, de donde «claro que me echaron, pero me echaron al paraíso». Ese lugar era Burgos, donde vive desde hace 35 años. La vida seguía y de nuevo los mismos la rompieron.

Fue el 26 de julio de 1986, cuando estando en un pueblo de Santander la Guardia Civil fue a buscarle. Habían pasado ocho años del asesinato de su padre y ahora era su hermano. Pertenecía a un cuerpo especial antiterrorista de la Guardia Civil y ese día acudió junto a un compañero de Palencia al cuartel de Arretxabaleta, en Guipúzcoa, porque habían lanzado previamente una granada. Colocaron dos bombas trampa y su hermano pisó una. Los dos fallecieron.

«Otra vez se abrió la puerta de la incomprensión», aseguró. En aquel momento España ya contaba con una democracia y con libertades, aunque «la sociedad aún no había reaccionado». Tuvieron que pasar casi diez años para que llegara ese ‘despertar’ con el secuestro y posterior asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. «Fue un punto de inflexión. La gente se echó a la calle», recordó, al tiempo que también tuvo palabras para José Ortega Lara, que sufrió el mayor cautiverio de ETA. En octubre de 2011 y «no por su voluntad, sino por la actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, la banda dejó de matar».

En toda su historia, el diputado reconoce que sus creencias religiosas le sirvieron de mucha ayuda. «Soy católico y practicante y no tengo ni vergüenza ni complejo en decirlo», remarcó. Como también se mostró orgulloso de haber conseguido, no sin dedicar a ello un gran esfuerzo, que las ayudas a las víctimas quedaran exentas de tributar.

También fruto de la lucha que ha mantenido su familia, los asesinos de su hermano se sentarán en el banquillo 32 años después. El de su padre, está a punto de salir a la calle «y no se ha arrepentido». Nunca ha sentido ánimo de venganza, reconoció ante la pregunta de un alumno, tan solo «quiero que caiga sobre ellos el peso de la ley». «Tampoco odio», respondió a otro, ni el hecho de que su padre hubiera llevado un arma le hubiera servido de nada, admitió a un tercero.

«Soy una persona normal a la que el terrorismo no ha vuelto loco, me ha engrandecido como persona», subrayó, al tiempo que reconoció que hablar delante de gente joven «me produce satisfacción» porque «si no lo recordamos es una gran canica que va al hoyo del olvido». Su intervención forma parte de un programa del Ministerio de Interior. Los testimonios de distintas víctimas se sucederán hasta el martes en 7 centros de la capital.