Nervios, mascarillas y ganas de terminar una EBAU atípica

B.G.R.
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Casi un mes más tarde de lo previsto por la covid-19, 1.800 estudiantes se han enfrentado estos días en Burgos a una atípica EBAU, con distancias de seguridad pero con facilidades de opciones en lo académico

Nervios, mascarillas y ganas de terminar - Foto: Jesús J. Matías

La Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU) o antigua selectividad suele llevar consigo un manojo de nervios, sobre todo para aquellos estudiantes que aspiran a cursar grados con elevadas notas de corte. Si esto ya es lo habitual, la inquietud se ha visto agudizada este año por unas circunstancias excepcionales, que han acrecentado las ganas de terminar el curso; un último trimestre de enseñanza telemática en un difícil segundo de Bachillerato, una prueba que se ha celebrado casi un mes más tarde de lo previsto y unas medidas de seguridad, acordes con la crisis sanitaria, que han obligado a la UBU a duplicar el número de sedes para mantener la distancia de seguridad y a triplicar el personal.

Un total de 1.850 alumnos, un 26% más que el año pasado, comenzaron el miércoles los exámenes de esta atípica evaluación que acaba hoy. Fueron citados a las ocho de la mañana, una hora antes de lo habitual, para organizar la entrada a las aulas (67 habilitadas frente a las 25 del año pasado). Formaron filas para acceder a las clases, distribuidos en grupos por orden alfabético y centro, sin olvidarse de la mascarilla, el lavado de manos y guardar sus pertenencias en un bolsa de plástico.

«Creemos que muchos de los nervios se debían más por el cambio organizativo, como saber dónde estaba la clase o cuál era su puesto, que por razones académicas», aseguraban Guiomar, Laura y Yaiza, tres de los cinco docentes del instituto López de Mendoza que acompañaban a sus alumnos. Estos últimos motivos mantienen su peso, tal y como reconocía Luis González, vocal del Comuneros de Castilla, quien reconocía lo «excepcional» de este tercer trimestre y el hecho de que «les haya trastocado sus planes», apuntando al temor de algunos jóvenes de tener que necesitar más nota de acceso al ampliarse la opcionalidad de los ejercicios, si bien puntualizaba que «veremos lo que dice la realidad».

Lo cierto es que de la primera prueba (Lengua Castellana y Literatura) salieron contentos. «No ha sido difícil», aseguraba un tranquilo Víctor que se había levantado a las seis y media de la mañana para venir desde Lerma hasta la Escuela Politécnica de la Milanera, centro que por sus amplias instalaciones acogió al mayor número de alumnos (506). No le ponen nervioso los exámenes, todo lo contrario que a Leida, del Diego Marín Aguilera y que apenas había dormido cuatro horas. La primera prueba también le resultó «fácil». Eligió analizar un editorial de El País sobre la ansiedad juvenil en lugar del artículo Lástima de Juan José Millás porque lo consideraba «más sencillo e interesante» a la hora de desarrollar su análisis y comentario. A su lado, su compañera Azucena se mostraba más tranquila. Era la segunda vez que se presentaba a la EBAU y ha tenido todo el curso para prepararla. «Se nota la diferencia y el ejercicio ha sido más sencillo que el anterior», afirmaba esta futura estudiante de Educación Infantil.

Satisfecha y con los nervios propios de la prueba salía Simona, del Comuneros de Castilla y con ganas de estudiar Historia y Patrimonio, sin dejar de reconocer que esta evaluación se le hacía «rara» por las distancias de seguridad. Al igual de Leida, también se quedó con el editorial del periódico nacional, mientras que el resto de preguntas «han sido parecidas a las de otros años». El examen se completó con el análisis sintáctico y el morfológico, mientras que en el desarrollo del tema pudieron elegir entre tres opciones y no las dos habituales. Estas eran Rubén Darío y Antonio Machado, Antonio Buero Vallejo, y Camilo José Cela y Miguel Delibes.

Con la misma sensación y los nervios ya más templados, Jimena, del Camino de Santiago, recordaba lo «duro» que han sido los últimos tres meses. «Hemos tenido que estudiar mucho por nuestra cuenta, teníamos clases telemáticas pero no era lo mismo. El curso en general se me ha hecho muy largo y ya tengo ganas de acabar», aseguraba. 

El descanso fue más extenso de lo habitual, con casi dos horas de diferencia con el siguiente ejercicio, para organizar de nuevo con tiempo las entradas al aula, según explicó uno de los miembros del tribunal, quien destacó el «buen comportamiento» dentro del edificio de los estudiantes, que tenían ya su puesto asignado y en el que realizarán el resto de ejercicios de la prueba, que se extenderá hasta el viernes para los que se presenten también a la fase específica. Fue más complicado que las distancias de seguridad en el acceso se guardaran «escrupulosamente», al igual que se formaran grupos más o menos numerosos en el exterior del centro durante esa pausa, con mascarillas o sin ellas, para comentar el ejercicio ya hecho o repasar los apuntes del que estaba por llegar.

Ese era el de Historia, uno de los más temidos por los alumnos, y estaba dividido en cuatro apartados, con dos o tres opciones a elegir de un total de cinco entre las que figuraban la evolución política de Al Andalus; la reforma del Conde Duque de Olivares; la crisis de 1917, o la política económica del franquismo. Por la tarde tocó Inglés y ayer, la materia de modalidad.