La ARMH teme que el AVE afecte a las fosas de Estépar y medita hacer prospecciones

R.P.B./H.J./ Estépar
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La cercanía del trazado moviliza al colectivo de memoria histórica a plantearse intervenir en uno de los lugares donde hubo más fusilamientos

Miembros de la coordinadora de Burgos, en una zona del Estépar denominada con el siniestro nombre de ‘La escombrera’, donde se sabe que llegaban camiones con condenados a muerte. - Foto: Jesús Javier Matías

Estépar es el Santo Grial de la memoria histórica en la provincia de Burgos; es el gran símbolo, el lugar venerado por los familiares de muchas de las víctimas de la represión. Se sabe por testimonios tanto escritos como orales que los montes cercanos a esta localidad fueron durante los meses inmediatos a la sublevación militar de julio de 1936 el destino de cientos de personas condenadas a muerte por la vesania de los sublevados contra el República. Son muchas las cifras que se barajan en torno a las fosas comunes de Estépar. Algunos historiadores llegan a situar en cerca de un millar el número de personas que podrían estar enterradas bajo el humus de la tierra.

Pero existe un problema: no se sabe cuántas fosas hay ni, lo que complica aún más todo, dónde se hallan exactamente. Al menos todas. Miembros de la Asociación Para la Recuperación de la Memoria Histórica creen tener localizadas, merced a testigos presenciales que recuerdan dónde se detenían los camiones que procedían del penal, al menos tres. Pero tienen la firme convicción de que existen más. Y de que éstas podrían estar ahora en riesgo por mor del trazado del AVE, que pasa junto al alcor en el que se ubica el monumento que recuerda a aquellos muertos y donde tradicionalmente se les rinde el tributo del recuerdo.

Ese es su temor: que las máquinas que realizan el necesario movimiento de tierras puedan destruir restos humanos, hurtando la posibilidad de poder exhumarlos un día para escribir completamente la historia. Expectativa con la que sueñan los miembros de esta coordinadora provincial y que podría estar cerca, al menos en unos primeros pasos. Quizás la amenaza de esa gran infraestructura sea la piedra de toque. La presidenta de la coordinadora provincial, Lourdes Sastre, ha manifestado que la asociación está estudiando la posibilidad de realizar prospecciones geofísicas con georradar, sistema previo a una cata que permitiría saber dónde se han producido alteraciones en el terreno que no son naturales. En esta ocasión, si prosperan esas intenciones, cuentan con el apoyo municipal.

El alcalde de Estépar, el socialista Jaime Martínez, ha manifestado a este periódico que si la ARMH decide realizar prospecciones, catas y exhumaciones contará con las autorizaciones pertinentes. «No pondremos trabas. Daremos todas las facilidades que estén en nuestra mano», señaló Martínez, si bien se aprestó a confirmar que este apoyo no podría ser financiero dada la actual situación económica. Y dinero es precisamente lo más importante a la hora de una exhumación, ya que a las tareas de excavación se une la de identificación de los restos.

estudios. Alertado ante la posibilidad de que sus obras puedan afectar a las fosas, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF) recuerda el procedimiento habitual en estos casos. Como en el resto de la traza, una infraestructura de este calibre lleva aparejado un estudio arqueológico. En el momento en que surge cualquier descubrimiento que los expertos puedan considerar interesante (sean restos humanos o materiales) el avance de las máquinas debe parar y proceder a su estudio. Así se han descubierto y catalogado, por ejemplo, varios asentamientos de la época romana en el valle del Arlanzón.

Pero en el caso de Estépar, la zona más cercana al monolito de las víctimas de los fusilamientos «está desbrozada e iniciada la excavación de los desmontes, sin que el equipo de arqueología que realiza el seguimiento de estos trabajos haya advertido la presencia de algún tipo de resto de cualquier origen», sostienen las fuentes del organismo ministerial. Los responsables de la obra no tienen «en este momento ningún indicio sobre la presencia de restos en dicha área», insiste el ADIF, que recuerda que el entorno pertenece al término municipal de Cavia y «atraviesa zona dedicada a cultivo de cereal, llana y alejada de los núcleos urbanos mas próximos».