La Virgen de la Leche (Isis y Horus)

JUANJO CALZADA
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La lactancia biológica está cargada de simbolismo y mensaje. Ya aparecía en Egipto, Grecia y Roma. En la catedral varios ejemplos realzan esta entrega

La Virgen de la Leche (Isis y Horus)

1. Precedentes

Ya en época prehistórica tenemos mujeres con ciertos órganos muy exagerados. Al estar desnudas reciben el nombre de Venus, caso de la Venus de Willendorf, pero, en realidad, son diosas madres, en una época de esperanza corta de vida, con cuyo vientre abultado hacen alusión a una nueva vida que llega y sus grandes pechos al mantenimiento de esa nueva vida por medio de la lactancia. Las antiguas civilizaciones nos transmiten la misma idea, la lactancia como medio de mantenimiento del nuevo ser que acaba de nacer. Veamos algunos ejemplos:
* En el Antiguo Egipto Isis, diosa de la vida y de la fertilidad, aparece amamantando a su hijo Horus.

* En la Antigua Grecia, en donde la lactancia biológica no tenía mucha importancia, la diosa Hera amamanta a Heracles, que no es hijo suyo sino fruto de la infidelidad de su esposo Zeus con Alcmena. Una versión nos dice que Zeus pone al bebé en sus pechos aprovechando que ella duerme y otra que la propia diosa, compadeciéndose de un bebe llorón, le da el pecho. 

* En la antigua Roma la diosa Rumina, cuya identificación aquí con el amamantamiento de Rómulo y Remo no voy a tratar por razón de espacio, era prototipo de diosa que protege a las madres lactantes.

Si nos fijamos en estos tres ejemplos, en realidad la lactancia biológica sólo está presente en Isis, pues tanto Hera como Rumina amamantan a hijos que no son suyos. La lactancia biológica que personas como el griego Galeno entienden que era la adecuada para perpetuar las cualidades del linaje, sigue teniendo muchos partidarios en la Edad Media frente a la lactancia mercenaria, es decir, la protagonizada por las nodrizas.

2. La Virgen de la Leche

En relación con la lactancia biológica surge la Virgen de la Leche. En Roma la mayor parte de las mujeres patricias, es decir, nobles, dejaban la lactancia de sus hijos en manos de nodrizas, algo propio también en la Antigua Grecia, argumentando que la lactancia perjudicaba su salud y belleza, aparte de no querer renunciar a sus compromisos sociales. María, sin embargo, de familia humilde y sin medios económicos como para servirse de una nodriza, se encarga de alimentar a su Hijo, comparándose el poder redentor de su leche con la sangre de Cristo que derramará por la humanidad. No en nuestra catedral, pero sí en la cercana iglesia de San Nicolás, lo podemos ver en la representación del Juicio Final en donde María muestra sus senos a Cristo Juez para pedirle, como madre que lo alimentó, misericordia por la humanidad.

El auténtico precedente de la Virgen de la Leche está en el Antiguo Egipto en la imagen de Isis amamantando a su hijo Horus. Huyendo de la matanza que está llevando a cabo Herodes en Belén (Mt. 2, 3-15) en su camino hacia Egipto la Sagrada Familia hace breves descansos, aprovechados por María para dar de mamar al Niño. Es en el Egipto cristiano copto en donde surgirá el tema de la Virgen de la Leche como asimilación del mito isiaco. Desde aquí y a través del monasterio palestino de San Sabas el tipo iconográfico terminará pasando a Bizancio, en donde surgirá el tema de la Virgen ‘Galaktotrofusa’ es decir, ‘que amamanta’; y finalmente llegará en el siglo XII a Occidente. 

Si analizamos las fuentes escritas en el evangelio de san Lucas (Lc. 11, 27), se ensalzan los pechos de María por haber criado a su Hijo. Los apócrifos mencionan más este hecho, tales como el Protoevangelio de Santiago, del siglo II, y el Pseudo Mateo, del siglo VI, en donde la partera Zelomi da fe de la lactancia de María. 

En relación con santa Ana los historiadores no se ponen de acuerdo con respecto a la crianza de María. Algunos dicen que dada la edad que tenía santa Ana tuvo que valerse de nodrizas, pero otros lo desmienten.
* Tríptico Virgen con el Niño ‘de la Leche’ ( Sala capitular). No es el momento de hablar de la Virgen de la Leche que tenemos en la Cartuja en el sepulcro de Juan II e Isabel de Portugal, esa maravilla gótica hecha realidad por el gran escultor Gil de Siloé. Centrándonos en la catedral tenemos un tríptico en cuya tabla central aparece la Virgen de la Leche y en las laterales alabanzas a Ella. La obra es anónima, del s. XV, atribuyéndose a un seguidor del famoso pintor flamenco Rogier van der Weyden. La escena transcurre en un interior doméstico que se abre a través de una ventana a un pequeño paisaje. María sujeta al Niño con su mano derecha mientras que con la izquierda le acerca el pecho. Son los primitivos flamencos, especialmente Robert Campin y Roger van del Weyden, los que hacen especial hincapié en la maternidad de María, contribuyendo a la difusión de este tema.

* Virgen de la Leche, taller de Adrián Isembrandt (Sala capitular). Una nueva imagen de la Virgen de la Leche es la que se atribuye al taller de Adrián Isembrandt, fechada en el primer cuarto del siglo XVI. En este caso el Niño no está sentado sobre María sino sobre una especie de banco de piedra. Como fondo, una vez más, un paisaje flamenco interrumpido, posiblemente, por el llamado paño del Honor que intenta ensanzarla.

* Sagrada Familia con san Juanito (Capilla de la Concepción). Siguiendo un orden cronológico tenemos la Sagrada Familia con San Juanito, del siglo XVI, que se atribuye al círculo del famoso pintor italiano Andrea del Sarto. No voy a entrar en las afinidades entre este cuadro y las pinturas del artista italiano, en donde se contrasta el hecho de que en nuestra imagen, con respecto a la que pintó Andrea del Sarto para un tal Zanobio Bracci, aquí está la novedad de la presencia de san Juanito que señala al auténtico Agnus Dei, es decir, a Jesús. 

Lo que me interesa ahora es destacar algo relacionado con la Virgen de la Leche. Parto del comentario que mi querido profesor Alberto C. Ibáñez hizo del cuadro cuando se presentó en Las Edades del Hombre, celebradas por primera vez en Valladolid en 1988: «Acaso san José y la Virgen, con expresiones muy semejantes de honda reflexión, fueron pintados por el artista para reflejar el hondo sentido de la Pasión, sin dramatismo alguno, representando el futuro que presienten».

La obra puede interpretarse como las edades de la vida: adolescencia del Niño, madurez de su Madre y vejez de san José, que, por cierto, sigue representado conforme a la iconografía medieval, en sombra y como en un segundo plano.

Ahora bien, me interesa destacar que María muestra su pecho al Niño, como madre encargada de criarlo. Si quitamos la imagen de san Juanito, personaje que no aparece en la pintura de Andrea del Sarto, tenemos claramente representado uno de esos descansos en su huida a Egipto en el que la Sagrada Familia hace un alto en el camino y María está presta para alimentar a su Hijo. Esa atmósfera pesimista a la que hace alusión mi maestro Ibáñez, está dentro de un contexto, la huida a Egipto, que no transmite sensaciones positivas sino todo lo contrario.    

* Virgen de la Leche (Antesacristía). Tenemos finalmente una Virgen de la Leche de mediados del siglo XVII en donde el Niño, en lugar de estar desnudo como en las pinturas flamencas, se cubre con una prenda, eso sí, transparente. Quiero destacar la rosa que lleva el Niño, pues si en manos de María significa pureza, es decir, rosa sin espinas, en manos de su Hijo alude a su futura pasión. Una vez más tenemos esa comparación entre la leche redentora de la Madre y la futura sangre que el Niño derramará por la humanidad.

Fuentes: Artículos de Silvia Alfonso Cabrera, María Dolores Pérez Bravo, Irene Gonzáles Hernando, Laura Rodríguez Peinado y M. García Viana. Así mismo, artículos sacados de Las pinturas sobre tabla de los siglos XV y XVI de la Catedral de Burgos y La pintura italiana y española de los siglos XVI al XVIII de la Catedral de Burgos.