Los turistas de La Bureba eligen las visitas cortas sin guía

S.F.L.
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La ermita de Tobera, las salinas de Poza o los jardines benedictinos de Oña han superado los 20.000 viajeros

Los turistas de La Bureba eligen las visitas cortas sin guía

Las visitas a las atracciones turísticas gratuitas de La Bureba han aumentado considerablemente con respecto al año pasado. Según la información que han aportado los técnicos de las cuatro Oficinas de Turismo comarcales -Briviesca, Oña, Poza de la Sal y Frías- gran parte de los viajeros que se acercan a estas localidades se interesan por el patrimonio que implica «poco tiempo de visita sin necesidad de  ser atendidos por un guía». Durante 2019, más de 150.000 viajeros gozaron de la zona.

El castillo de la ciudad fredense repite como número uno en el ranking de los monumentos que más personas han visto en la comarca en los últimos doce meses, recibiendo aproximadamente 70.000 excursionistas. En este caso, hay que pagar una pequeña aportación para conocerlo. Le sigue muy de cerca, con unos 65.000, la ermita de Santa María de la Hoz, la del Cristo de los Remedios y el puente romano, ubicadas en Tobera -un barrio de Frías- y que permanecen abiertas al público de manera continua gratuitamente. 

Los vecinos que aquí residen declaran a este periódico que «todos los días del año» acuden turistas para conocer, no solo el conjunto artístico, sino también para disfrutar de las joyas del núcleo: el agua y las cascadas. De hecho, ha resultado tan vertiginosa la crecida de visitantes que un joven abrirá el primer negocio hostelero de Tobera de cara a este próximo verano. Para los técnicos de las oficinas resulta complicado dar una cifra exacta del número de gente que se traslada hasta las distintas poblaciones para conocer los atractivos exentos de pago porque en ninguno de ellos hay personal para controlarlo. 

A pesar de que los pueblos de la comarca siguen perdiendo población a pasos agigantados, el turismo rural permanece en auge. La villa salinera ha sufrido en primera persona ese boom y sus salinas -únicas en Europa- su casco histórico y la figura del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente han despertado el interés de más de 30.000 viajeros. Pedro Padrones se encarga de gestionar la Oficina de Turismo de Poza desde hace un año y declara que aunque se han registrado «en torno a 20.000 turistas», muchas personas se dejan caer en la localidad, se dan un paseo y se marchan. 

De esta manera, el empresario, que abrió en el pueblo una casa rural el pasado abril, manifiesta que, con «mucha diferencia» del resto, «la explotación minera» se mantiene como el atractivo más destacado en Poza. Existen unas pocas piscinas de agua salada abiertas al público que pueden visitarse por cuenta propia. Estas pozas tienen una salinidad superior a las del mar muerto y se flota sin querer. «Una experiencia que no deja indiferente a nadie», añade Padrones. Muy por debajo de estas cifras se sitúan el Centro de Interpretación de las Salinas, al que unas 5.000 personas han acudido, y el Museo de Félix Rodríguez de la Fuente cerca de  3.000, y ambos requieren de una entrada. 

Con motivo del 40 aniversario del fallecimiento del famoso naturalista, que nació en el municipio, el Ayuntamiento pretende potenciar este espacio. La instalación de un nuevo centro informativo en la Plaza Nueva también ha ayudado a atraer más la atención de la gente que llega.

Oña ofrece un rico patrimonio cultural al viajero. En la iglesia de San Salvador, que requiere de un pequeño pago para visitarse, descansan los restos mortales de reyes y condes que formaron parte de la historia de Castilla. El conjunto monumental -iglesia, sacristía y claustro- consolida sus visitas con 21.600 personas en el último año.

Otra de las zonas que el pueblo recuperó hace años y que forman parte indispensable de los puntos destacados pertenece a la de los jardines benedictinos del monasterio. Gracias a la exposición de arte al aire libre El jardín secreto, que en 2019 celebró su VII edición, más de 20.000 curiosos en tan solo cinco meses tomaron contacto con el mágico entorno, que aguarda las distintas obras, las cuales se pueden ver sin abonar. Desde la Oficina de Turismo informan que el registro de personas asciende hasta las 18.926 exactamente, «cantidad que no se ajusta a la realidad, que se supera con creces».

Si existe un monumento que identifica a La Bureba, es sin duda el santuario de Santa Casilda, ubicado a 12 kilómetros de Briviesca. Como la entrada es libre, los encargados de gestionar la hospedería y el restaurante no disponen con exactitud la cantidad de público que reciben al año, pero el empresario que allí habita, Roberto Llorente, calcula que pasan «más de  7.000», teniendo en cuenta que «en invierno pocos valientes se acercan ya que la carretera no resulta cómoda y hace mucho frío».

La iglesia de Santa Clara y su retablo tallado en madera de nogal forman el mayor atractivo de la capital burebana en cuanto a patrimonio se refiere. En los doce meses del anterior año, la Oficina de Turismo atendió las consultas de 36.151 individuos.