Los gobiernos, tanto del Estado como de la Junta de Castilla y León, han cogido desde hace mucho tiempo la medida a Burgos. Saben que en esta provincia somos como el papel, que lo aguantamos todo o casi todo. De siempre -en dictadura y en democracia- hemos sido muy poco reivindicativos, excesivamente transigentes, conformistas y complacientes con el poder establecido en Madrid y en Valladolid. Y así nos ha ido y así nos va. Nos las siguen dando todas con el mismo queso y en la misma mejilla.
Han venido ministros, secretarios generales, consejeros, viceconsejeros, directores generales... con retales presupuestarios y anuncios de futuras inversiones en obras de infraestructuras, equipamientos o dotaciones que deberían estar ya acabadas hace años o haber entrado en funcionamiento hace décadas, pero ahí estamos, en primer tiempo de saludo y haciéndoles la ola si se tercia. 
Lo más grave es que en ese choteo gubernativo, de esas promesas incumplidas y eternas esperas también participan de buen grado, como indolentes espectadores, autoridades locales, parlamentarios, dirigentes partidarios y políticos de medio pelo. Hacen de esforzada clá, según color y militancia política de los ilustres visitantes. 
Mientras no reaccionemos, nos movilicemos masivamente y llevemos el malestar y la protesta allí donde se pueda oír mejor -a los despachos e instituciones, a la misma calle o a las urnas...-, y sigamos aguantando carros y carretas sin inmutarnos nos seguirán tomando la melena con total desfachatez e impunidad.
Toda la ciudad y la provincia debería haber secundado, sin ir más lejos, la concentración de ayer por las infraestructuras, pero no fue así ni, lamentablemente, lo será. ¿Hasta cuándo estamos dispuestos a aguantar, cuándo aprenderemos a ser igual o más reivindicativos que catalanes y vascos, por ejemplo? Sinceramente no lo sé, aunque razones tenemos más que de sobra. 
Lo que sí es evidente es que si queremos que nos tengan en cuenta y dejar de ser irrelevantes deberíamos ser mucho más proactivos, tenaces y movidos. Ser un granero fijo de votos para los dos grandes partidos, ese tuyamía entre el PP y el PSOE, se mire por donde se mire, no nos sale a cuenta. No sé ustedes, pero a mí me da la impresión de que si Burgos no se moviliza masivamente la ciudad y la provincia van a perder algo más que un puñado de infraestructuras viarias y ferroviarias.