El poder del mal que nunca cesa

Charo Barrios
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Susana Rodríguez Lezaun firma 'Bajo la piel', que cuenta la historia de una intrépida mujer que investiga un asesinato en su ciudad

El poder del mal que nunca cesa

La prestigiosa periodista y escritora Susana Rodríguez Lezaun nos presenta en Bajo la piel (HarperCollins) a Marcela Pieldelobo, una investigadora norteña y atormentada que, tratando de resolver un asesinato, acaba enfrentándose a las fuerzas vivas más mortales de toda la ciudad.

Marcela, la protagonista, se apellida Pieldelobo, que podría haber surgido del magín de la literata pero que, sin embargo, es bien real. Aunque poco extendido: en su origen estuvo relacionado con el gremio de los curtidores de pieles, debió ser frecuente por la de la meseta castellana, pero hoy es un apellido raro, es decir, que hay menos de 50 personas que lo llevan, o menos de cinco por provincia, así que no lo recoge ni el Instituto Nacional de Estadística. Pero existir, existe.

«Me gusta que mis novelas, aunque sean ficción, tengan una amplia base de realidad en la que el lector se sienta cómodo y pueda reconocerse», asegura la comunicadora pamplonesa.

Así que el apellido existe y los escenarios, de Biescas (Huesca) a Zugarramurdi (Navarra) pasando por Pamplona, son también muy reales. Marcela Pieldelobo es una mujer del norte, como la propia Susana Rodríguez Lezaun, y los inviernos duros, las tardes de soledad, los dedos congelados después de pasar horas en la calle, el dolor de la piel del rostro cuando el viento helado se cuela debajo de la bufanda… todo eso marca carácter.

Además, los eternos días lluviosos, la bruma, las calles mojadas o las noches oscuras brindan al escritor un escenario soñado para ambientar una trama policiaca, muchas intrigas de este tipo transcurren en las ciudades, pero hace tiempo que quedó demostrado que el noir no necesita una gran urbe para desarrollar una buena historia, y que los lugares pequeños, apartados, casi desolados, pueden ser un espacio perfecto para este tipo de historias.

Rodríguez Lezaun lo sabe: la maldad, la violencia y la muerte no distinguen Madrid o Barcelona de Pamplona, Biescas o el rincón más remoto que podamos imaginar. Siempre estará ahí, «donde haya un ser humano, existirá la posibilidad de que el mal se extienda».

Incluso en una organización religiosa, el Opus Dei, alguno de cuyos miembros desempeña un papel importante en la trama… y en la vida. A la novelista le atrajo, y le choca, que una organización religiosa consiga tanto poder económico y social, y aunque está convencida de que la buena parte de las historias que corren por ahí sobre la Obra son bulos malintencionados, no juega a su favor el hecho de ser una institución tan opaca. Un secretismo muy tentador para una fabricante de historias, de ahí que se sirva de su existencia y su innegable poder, e imagine lo que puede pasar cuando se ejerce una fuerza en su contra, como la que intenta ejercer Marcela Pieldelobo.

Pieldelobo es, por encima de todo, una mujer atormentada, lo que le otorga cierta profundidad y una carga emocional y enriquece la trama porque un personaje con problemas, con dudas, con un pasado, tiene más rincones oscuros en su alma que uno básicamente feliz. «Además, creo que los lectores buscan esa oscuridad en el alma de los detectives, ese punto que los haga imperfectos».

Le pregunto si, aparte de imaginar criaturas acongojadas, los novelistas tienden a serlo… «Los que yo conozco, no, en absoluto». Al contrario, son hombres y mujeres bastante normales, y casi todos tienen un sentido del humor agudo y particular.

Afortunadamente para ellos, su trabajo no les pensar que cualquiera puede ser un asesino. Y sin embargo... «Confesaré, como curiosidad, que siempre que estoy ante un ascensor, cuando se abren las puertas espero encontrar un cadáver al otro lado. Por supuesto, eso nunca ha ocurrido, y espero que jamás ocurra, pero no lo puedo evitar. Quizá eso sí sea deformación profesional». Quizá.

 

Festival de novela negra

Rodríguez Lezaun, periodista y escritora, dirige el festival de novela negra de su ciudad natal, Pamplona. Todo lo cual la convierte en referencia de un género que, en España, goza de una excelente salud. Ella cree que el éxito se debe, fundamentalmente, a la calidad de la literatura que se hace, a esos autores y autoras que presentan novelas negras extraordinarias, con tramas perfectamente urdidas y una prosa cuidada hasta el más mínimo detalle. Y a que son novelas que casi siempre ponen a prueba la mente del lector, le desafían una y otra vez, y a este le gusta participar en el juego, le gusta acompañar al escritor y a sus personajes. «Es narrativa de primera, sin duda», sentencia sonriente.