Lo que el fuego nos cuenta del pasado

DB
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PLOS ONE, la revista científica más voluminosa del mundo, publica un artículo de investigadores de la UBU

Juan José Villalaín, Ángel Carrancho y Ángela Herrejón. - Foto: DB

Un nuevo artículo publicado por los investigadores del Laboratorio de Paleomagnetismo de la Universidad de Burgos Ángela Herrejón Lagunilla, Ángel Carrancho y Juan José Villalaín, en colaboración con investigadores de la Universidad de La Laguna (Tenerife), aporta nuevos datos para el estudio del fuego en contextos prehistóricos. El trabajo ha sido publicado en la revista PLOS ONE y se centra en el estudio del registro arqueomagnético de una serie de fuegos recreados experimentalmente en el marco del proyecto “Neanderthal Fire Technology”, financiado por la prestigiosa fundación Leakey.

Los materiales arqueológicos quemados (hornos, hogares, cerámicas, etc.) contienen minerales ferromagnéticos (principalmente óxidos de hierro), que tras ser calentados, actúan como brújulas y son capaces de registrar la dirección y/o intensidad del campo magnético terrestre existente en ese momento. Desde el punto de vista arqueológico, esta capacidad de preservar una memoria magnética es muy útil para datar el último uso de materiales y estructuras de combustión arqueológicas. Esta técnica se conoce como arqueomagnetismo y permite datar con precisiones comparables al C14 materiales quemados para los últimos miles de años. Sin embargo, el registro arqueomagnético puede verse alterado si los materiales experimentan algún proceso que altere la posición en la que se enfriaron.

Las estructuras de combustión experimentales fueron realizadas en el entorno del yacimiento paleolítico de El Salt (Alcoy, Alicante), tanto al aire libre como en una pequeña cavidad ubicada en la pared travertínica que protege el sitio arqueológico. Para la experimentación se controlaron diversas variables como por ejemplo las temperaturas alcanzadas, el tipo y la cantidad de combustible utilizado o la duración del fuego. Además, se realizaron algunas acciones después del apagado del fuego de algunas estructuras de combustión, como por ejemplo un pisoteo intensivo, con el fin de reproducir posibles situaciones arqueológicas. Posteriormente, las estructuras fueron abandonadas entre 2 y 5 años, a lo largo de los cuales se registraron diversos procesos que las fueron afectando. De esta manera, se ha podido evaluar la preservación de la señal magnética bajo distintas condiciones a lo largo del tiempo.

Las conclusiones de este estudio destacan que, a pesar de que existieron procesos que afectaron especialmente a las cenizas, el sustrato sobre el que se realizaron directamente los fuegos preserva correctamente la señal arqueomagnética. Esto es de especial interés a la hora de aplicar el arqueomagnetismo a contextos arqueológicos similares. Además, se ha observado que las temperaturas alcanzadas por dicho sustrato no superan los 500 ºC en la mayoría de los casos.

Hasta el momento, ninguna otra publicación había estudiado mediante arqueología experimental si, bajo esas condiciones, la dirección del campo magnético terrestre se preserva durante tanto tiempo. Estos datos serán de gran utilidad para interpretar estructuras de combustión similares como las del yacimiento de El Salt, fechadas hace unos 55 mil años, y que está estudiando la investigadora Ángela Herrejón Lagunilla en el marco de su tesis doctoral.