«Hemos tenido a más de 100 personas bebiendo debajo de casa»

ARSENIO BESGA
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Los mirandeses que viven en el Casco Viejo ya no pueden soportar los problemas que ocasionan los botellones multitudinarios en las orillas del río. «No sabemos adónde recurrir y si nos quejamos, tememos las represalias», denuncian los vecinos

En la ribera del río se congregan jóvenes de todas las edades. - Foto: Patricia

Las orillas del Río Ebro a su paso por Miranda se convirtieron en el punto de reunión de los jóvenes hace ya muchos años. No obstante, en las últimas semanas el número de personas congregadas y los problemas ocasionados se han multiplicado. «No sabemos adónde recurrir y si nos quejamos por las redes sociales, tememos las represalias», comenta una vecina de la calle Eras de San Juan. Los residentes de la zona más afectada en la actualidad no quieren que sus nombres salgan a la luz. «La última vez que denunciamos públicamente lo que está pasando nos tiraron piedras y botellas a la fachada», aseguran los miembros de la comunidad.

Cada fin de semana desde hace algo más de un mes, centenares de personas ocupan el territorio que rodea el cementerio viejo. «Los más mayores vienen con los coches y ponen la música a todo volumen justo al lado del río», explican los vecinos. «Lo peor ahora es que a los más pequeños les han desplazado hacia nuestras casas», añaden. Como puede apreciar cualquier ciudadano que se acerque una noche festiva a la ribera del río, niños de apenas trece años colapsan la calle Eras de San Juan. «Hemos tenido a cien personas bebiendo en la puerta de casa», rememora un mirandés que vive frente al lugar de los hechos.

La situación resulta insostenible para los habitantes del Casco Viejo. «Estoy tranquilo toda la semana, pero cuando llega el viernes ya me pasa por la cabeza lo que va a ocurrir», lamenta uno de los afectados. «Antes de que lleguen tengo la incertidumbre de no saber si podré dormir. Cuando aparecen siento impotencia por no poder hacer nada y, en el momento en el que se han ido, aquí se queda todo el destrozo», comenta este vecino. Mobiliario urbano roto, residuos por el suelo y por el agua del río, orina en las fachadas... Un sinfín de elementos que estropean la convivencia entre mirandeses surgen cada vez con más frecuencia e intensidad.

«Aparecen a partir de las ocho de la tarde y a las once no aguantamos más, llamamos a la policía», asegura la dueña de una vivienda cercana. Según narran estas personas, «los agentes aparecen y no se bajan de la patrulla, y los chavales abren hueco para que pasen». En el lugar donde se sitúan los domicilios de estos mirandeses existe un cruce de carreteras que podría suponer un auténtico peligro. «Aquí los coches pasan muy rápido y los del botellón siempre están metidos en la carretera... Con la cantidad de gente que hay ni siquiera caben en la acera», exclama uno de los vecinos. 

Frente a semejante desasosiego, la comunidad de la calle Eras de San Juan decidió hacer público su malestar en Facebook. «Grabamos un vídeo, pero no queríamos señalar a los jóvenes [...]. Necesitamos que la gente sepa lo que está pasando aquí», justifican. Su acto reivindicativo no dio, ni mucho menos, los frutos que deseaban. «Nos dijeron que esas no eran las formas adecuadas, que teníamos que denunciar», dice una ciudadana damnificada.

Ahora bien, en el momento en el que los residentes del Casco Viejo dieron el paso de interponer una denuncia, de nuevo, se les abandonó a su suerte, según afirman. «El día que me apedrearon la casa con mi nieta dentro no rompieron ningún cristal y por eso me dicen que no pueden hacer nada», explica incrédula una mujer de la zona. «Entonces decidí ir yo a denunciar, porque me habían destrozado una retroexcavadora», añade otra de las vecinas.

Pese a los esfuerzos de los habitantes de Miranda, ninguna de sus iniciativas ni demandas surte el efecto deseado. El Ayuntamiento, hasta el momento, ignora el problema, señalan. «Cuando hablamos con el equipo de gobierno solo nos contestan que esto ocurre también en otras ciudades», afirman desconsolados en la calle Eras de San Juan. «Es curioso, porque la Policía Local me dice que es la alcaldesa quien tiene que dar la orden [...] y en el Consistorio me recuerdan que solo tienen 4 patrullas y no pueden dejar de cubrir hechos más graves», reflexiona un hombre que ve cada semana a decenas de jóvenes orinar en su puerta.

«Nos sentimos abandonados, pero ya estamos acostumbrados a eso en la Parte Vieja», exponen con ironía. «El problema es que ahora vengan a pisotearnos en nuestra propia casa. Es una vergüenza», concluyen. La comunidad vecinal de la calle Eras de San Juan solo pretende que alguien les escuche y busque una solución. «Queremos que nos hagan caso; no pretendemos señalar a los chavales, ni que les multen. No queremos nada de eso, solo vivir tranquilos», sentencia un vecino del lugar.

Según estos ciudadanos de Miranda, resulta hasta «comprensible» que los jóvenes se reúnan cerca del río. «Algo tienen que hacer, ¿no?», reflexiona el dueño de un domicilio cercano al cementerio viejo. «Lo que necesita la juventud es una vía de ocio alternativa, algo saludable y cívico», expone este mirandés. «Tenemos instalaciones como el Multifuncional de Bayas, el Pabellón del Ebro o la Fábrica de Tornillos. Creo que los chavales merecen pasárselo bien, pero el Ayuntamiento debe habilitar un espacio para ello», puntualiza.