Los primeros meses de cuarentena, en los que los establecimientos de peluquería y estética se mantuvieron cerrados al no ser considerados esenciales, dieron cuenta de la labor que cumplen, realmente, quienes trabajan en el sector que, cada vez más, va en aumento. Según los datos que ofrece la Cámara de Comercio de Burgos, el número total de negocios dedicados a la belleza y la estética en la provincia ha aumentado un 48,34% en los últimos diez años, pasando de los 151 que existían en 2009 a los 224 que hubo en diciembre de 2020.
Aun con eso, es un trabajo que sigue sin valorarse del todo: existe la idea de que la formación en este tipo de sectores es el camino fácil y, de hecho, desde el departamento de Imagen Personal del INS Diego Marín de Aguilera señalan que son los propios alumnos quienes llegan «con algo idealizado de lo que es realmente estudiar Peluquería y Estética, sin ser conscientes de que tienen que tener ciertos conocimientos de base». Son los mismos graduados quienes definen sus estudios como una «vía de paso a otro tipo de estudios superiores». En realidad, corrigen desde el departamento, este es tan solo un camino asequible: la mayoría de los estudiantes terminan dedicándose a la estética sin necesidad de salir de Burgos, ya que la demanda de profesionales es alta. De hecho, es durante épocas de crisis cuando suben las matrículas a estos grados: «cuando la anterior crisis, hubo gente mayor que habían cerrado otros tipos de negocios que vino a estudiar peluquería y estética y se ha reconvertido».

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