Despoblación y burocracia entierran juntas vecinales

A.C.
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Los alcaldes de Trespaderne y Villarcayo, los dos ayuntamientos que esta legislatura perderán juntas vecinales, coinciden en la dificultad burocrática que entraña llevar las riendas de un pueblo y en el tesón de sus alcaldes pedáneos

A la izquierda: Justa junto al portal de entrada a su casa de Virués, donde se refugia de la covid-19; a la derecha: Benjamín Alonso, responsable del campo de golf de Villarías, ante la iglesia y la urbanización. - Foto: A.C.

El alcalde de Villarcayo, Adrián Serna, asegura que una pedanía de unos pocos vecinos ha de cumplir la misma normativa contable que el Ayuntamiento de Madrid. Y retahila todas las leyes que en la última década han puesto el listón demasiado alto a las juntas vecinales que aguantan estoicamente lo que les echen. La ley de Sostenibilidad y Estabilidad Presupuestaria de 2013 les obliga a rendir cuentas con aprobación de presupuestos, liquidación, cuenta general, informes trimestrales... La Ley de Procedimiento Administrativo digitalizó la Administración en 2015, con la dificultad que conlleva en pedanías donde internet llega a pedales en muchos casos. Y la nueva Ley de Contratos del Sector Público de 2017 les obliga a realizar las contrataciones a través de la Plataforma de Contrataciones del Estado.

Ante este panorama burocrática y ante la despoblación, otro enemigo callado y eterno del mundo rural, muchas localidades dejan atrás su condición de entidades locales menores y pierden la oportunidad de conservar su junta vecinal y alcalde pedáneo. Son los pueblos en los que ya nadie quiere llevar las riendas, como ocurrió en 2012 en Hornillalatorre y en 2016 en Sobrepeña, ambos en la Merindad de Sotoscueva; en 2017, en Nofuentes, en la Merindad de Cuesta Urria; y este año, en Virués, del municipio de Trespaderne. Además de esta localidad, cuya entidad local menor se suprimió el pasado mes de octubre, el Ayuntamiento de Villarcayo ha iniciado el procedimiento para suprimir las juntas vecinales de Villarías, Quintanilla Sociguenza y Lechedo, que de facto llevan varias legislaturas sin alcalde pedáneo. En la pedanía de Campo nadie votó al único candidato en mayo de 2019, pero se mantiene la entidad local menor.

16 barrios en medina. En el conjunto de la comarca, decenas y decenas de pueblos carecen de alcalde pedáneo, muchos desde hace tiempo. En Medina hay 16 barrios del Ayuntamiento, que en realidad son poblaciones del municipio y en su día tuvieron alcalde pedáneo. En el Valle de Mena, el municipio con mas núcleos de población de Las Merindades, se cuentan por decenas los que carecen de junta vecinal.

Nadie recoge la fruta de muchos árboles en Virués. Nadie recoge la fruta de muchos árboles en Virués. - Foto: A.C.

Pero los alcaldes pedáneos que resisten "tienen que ser aplaudidos por sus vecinos", a juicio de Serna del Pozo, quien asegura que los alcaldes pedáneos "solo tienen disgustos y problemas ante una administración cada vez más tecnificada". "Asumen responsabilidades sin apenas compensación", añade el regidor villarcayés, que comprueba como las consultas de los pedáneos en el Ayuntamiento se multiplican día a día, ante la dificultad de su gestión. En su mayoría manejan cantidades simbólicas de presupuesto y "es un sinsentido todo lo que les exigen", a juicio de Serna.

La alcaldesa de Trespaderne, Isabel López, que ha tramitado la supresión de Virués como junta vecinal, afirma que le da "una pena horrorosa, porque el pueblo pierde toda potestad sobre sus bienes, que pasan a ser propiedad del Ayuntamiento y el municipio". Pero igual que Serna achaca lo que sucede "más que a la despoblación, a la dificultad de la burocracia que es tremenda". "Se lo ponen todo cuesta arriba, a pesar de que los secretarios y ahora también un poco la Diputación echan una mano", señala. La desaparición de una pedanía también da pie a la pérdida de los ingresos a los que tiene derecho gracias a los planes provinciales de la Diputación destinados a entidades locales menores. La regidora se pregunta "y ahora quién organizará las fiestas del pueblo, con qué dinero". Solo la creación de una asociación es la alternativa para que el pueblo siga promoviendo alguna actividad o festejo.

En Virués, la falta de candidatos del pueblo ha sido evidente ya desde hace tiempo, porque quienes han ejercido el cargo de alcaldes pedáneos en las últimas legislaturas ni tan siquiera residían en la localidad, sino en Trespaderne. La alcaldesa admite que esta pedanía "lleva muchos años yendo a remolque y estando en el disparadero".

El palacio del Marqués de Villarías, que la familia Alonso Arenaza adquirió en 1990, acoge ahora una cafetería y restaurante en su planta baja.El palacio del Marqués de Villarías, que la familia Alonso Arenaza adquirió en 1990, acoge ahora una cafetería y restaurante en su planta baja. - Foto: A.C.

Virués | Justa: "El pueblo se fue a pique cuando se rompió la presa"

Justa compró casa en Virués hace 31 años para disfrutar de los veranos con sus cuatro hijos, pero este año está alargando la temporada huyendo de la covid-19, dado el riesgo que supone para ella, atada a una máquina de oxígeno las 24 horas del día. Vino de Bilbao a esta localidad del municipio de Trespaderne, buscando casa con su hermana y se lanzó a "la aventura". Recuerda como gozaba su prole en aquellos eternos veranos en el pueblo y en la envidiable zona de baños de la presa del Jerea, ya desaparecida.

No ve diferencia a que Virués tenga o no alcalde, porque la pedanía apenas ha visto mejorar sus infraestructuras en la última década. "Se va a hacer, se va a hacer", nos prometían, pero nada se ha hecho realidad. En el pueblo solo están empadronados una pareja y una nonagenaria, que acaba de entrar en una residencia de ancianos. Hace veinte años, en Virués solo se contabilizaban 5 vecinos empadronados. La despoblación arraigó en esta localidad hace ya mucho. Es la última población de la comarca que ha visto como se suprimía su entidad local menor el pasado octubre, con lo que dejará de contar con junta vecinal y alcalde pedáneo, después de que en las últimas elecciones municipales no hubiera candidato y al de 2015, Juan Antonio de la Calle (PSOE), nadie le votara.

Estos días, seis personas duermen en Virués, dos de ellos son Justa y su marido ya jubilados, quienes mantienen el empadronamiento en Vizcaya porque no quiere perder a los especialistas médicos que la tratan de sus dolencias. Se reúnen todas las tardes que hace bueno a charlar en la fuente. En verano cada vez llegan menos visitantes, porque quienes compraron casa en día se están haciendo muy mayores y cada vez tienen menos posibilidades de viajar al pueblo.

Cuando compró la suya hace 31 años, en Semana Santa y verano se abrían las 22 casas del pueblo y había "ocho o nueve abiertas todo el año", frente a las tres que mantendrán humeando las chimeneas durante el largo invierno. En aquella época, 23 niños se juntaban cada verano evoca Justa. Insiste en que sus hijos guardan "unos recuerdos maravillosos" y asegura que "el pueblo se fue a pique cuando construyeron el nuevo puente y se rompió la presa". Recuerda que la playita de la zona de baños y el agua que lograba retener la presa eran el gran atractivo del pueblo, pero la modernidad impuso ensanchar el puente para que los tractores pudieran circular sin dificultades y las obras acabaron por accidente con la zona de baños.

En estos tiempos que corren, la ausencia del wifi que en su día se instaló y luego dejó de funcionar, es otro inconveniente, según Justa. "Los críos sin wifi no quieren venir al pueblo y es una pena que a otros donde sí hay, si quieren. Solo quedamos los mayores y la juventud ya no vuelve. Es una pena, porque este pueblo tenía mucha, mucha vida", lamenta.

Villarías | Benjamín Alonso: "Sin industria no hay futuro para los pueblos"

El documento fundacional del monasterio de San Salvador, en Oña, ya menciona Villarías, otro de esos lugares que ya perdió el pulso poblacional hace décadas, quizás porque desde tiempos inmemoriales, quienes cultivaban sus tierras nunca pudieron ser propietarios, sino que debían de arrendarlas a poderosas familias. Fue incluso un marquesado que fundó Sebastián de la Cuadra, secretario de Felipe V, último propietario de abolengo que adquirió el pueblo y sus tierras en 1739. En 1968 cuatro personas se hicieron con todo, adquiriendo al marqués de Villarías la propiedad. En 1990 la familia Alonso Arenaza y tres más se hicieron con Villarías. Tres propietarios cultivan sus tierras, mientras que los Alonso Arenaza se quedaron con su magnífico palacio, que restauraron en 1992 y en 1996 inauguraron el único campo de golf de la comarca, que ocupa 17 hectáreas de lo que antaño fueron ricas tierras de cultivo.

Benjamín Alonso, responsable de las instalaciones, admite que hace ya mucho tiempo que no hay alcalde pedáneo en Villarías, aunque no ha sido hasta este año cuando el Ayuntamiento de Villarcayo ha iniciado el procedimiento para la disolución de la entidad local menor. Su padre, Guillermo Alonso, el artífice del campo de golf de nueve hoyos y sus servicios de cafetería y restaurante, ubicados en los bajos del palacio, fue el último alcalde pedáneo. En Villarías hay 8 personas empadronadas. Hace veinte años no había ninguna.

La construcción de una moderna urbanización de 75 viviendas ha atraído alguna familia a una localidad, de la que solo queda como vestigios de su pasado el palacio y la iglesia románica -parroquia de San Cristóbal-, que el propio Guillermo Alonso se encargó de restaurar en 1997. Todas las viviendas tienen propietario, pero solo tres familias viven todo el año y unas pocas se acercan todos los fines de semana. El resto las disfruta en periodos de vacaciones, especialmente en Semana Santa y verano. En Villarías pasado y presente se mezclan en un paisaje rural poco convencional.

Para Benjamín Alonso, es "complicadísimo recuperar el pueblo". A su juicio, "el turismo se ha acabado". Al menos, como él lo conoció en los noventa, en que las temporadas de veraneo eran mucho más largas y no se ceñían solo a los fines de semana. Este hecho considera que "se lo pone difícil a los negocios de hostelería", aunque este verano, la covid-19 ha atraído a muchas familias que buscaban el medio rural y la naturaleza. En el campo de golf juegan una media de 40 aficionados cada fin de semana, pero tendrían cabida otros 40 más. Ahora, incluso cuentan con un profesor.

Para Benjamín Alonso, "sin industria no hay futuro para los pueblos de la comarca, que están decayendo mucho". Critica que se hayan urbanizado muchos polígonos industriales sin coordinación y cree que la solución hubiese pasado por concentrar la actividad industrial en un solo polígono, en el que incluso considera que debería de "ceder el terreno a las empresas gratuitamente a cambio de la creación de empleo y no venderlo para que acaben especulando con el suelo".