Uno de cada cuatro contagiados lo ha sido en esta sexta ola

H. JIMÉNEZ
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Solo desde el 1 de diciembre, la explosión de casos ya lleva 17.244 registrados en la provincia de Burgos, lo que supone casi un 25% del total desde el inicio de la pandemia hace dos años

Los cribados masivos de Burgos capital, Aranda y Miranda han sacado a la luz cientos de positivos - Foto: Jesús J. Matías

La explosión sin precedente de contagios que lleva viviendo toda España y el conjunto de Europa occidental a lo largo de las últimas semanas tiene también su llamativo reflejo en la estadística de casos en la provincia de Burgos. Y es un verdadero tsunami. A lo largo de esta sexta ola, y situando en el 1 de diciembre de 2021 su fecha de comienzo, se han confirmado por pruebas de infección activa 17.244 casos en el territorio burgalés. Esto incluye tanto PCR como test rápidos de antígenos como los que se realizaron en el cribado masivo de esta última semana. Y supone un espectacular volumen de más del 23% sobre 73.766, el total de casos que tiene registrado el sistema público de salud desde que comenzó la pandemia.

La conclusión, por tanto, es que uno de cada cuatro burgaleses contagiados por coronavirus lo ha sido en esta (de momento) última ola que, como apuntan todos los expertos, puede acabar aportando una inmunización masiva contra la enfermedad pero cuyo precio en forma de ingresos hospitalarios y de UCI está todavía por ver.

El carácter explosivo del ritmo de contagios y su confirmación por el Sacyl se refleja en los diversos récords que se han ido marcando de manera consecutiva a lo largo de los últimos días. El 28 de diciembre se superó por primera vez la barrera psicológica de los 1.000 casos en un solo día. El 31 se rebasó el límite de los 1.500. Y este miércoles 6 de enero fueron 2.392 contagios, el máximo alcanzado desde el inicio de la pandemia.

Para hacerse una idea de la inmensidad de esta ola basta comparar con alguna de las anteriores. A lo largo de la segunda, la que golpeó a los hospitales con mayor dureza en el otoño de 2020, se registraron 17.666 casos pero a lo largo de tres meses. En el actual envite de contagios se ha llegado a una cifra casi igual en solo 37 días.

Incomparable. Al principio de la pandemia, cuando la capacidad diagnóstica era muy reducida, la mayor cifra de casos se limitó a 168. En noviembre de 2020 el pico fue de 596 en un solo día. Al principio de este verano, cuando la quinta ola se propagó sobre todo entre los jóvenes coincidiendo con el final del curso escolar, a lo largo de mes y medio los casos se quedaron en 12.506. Lo que estamos viviendo ahora no admite comparación en cuanto a la propagación del virus, aunque a diferencia de las horas anteriores ha llegado con la inmensa mayoría de la población susceptible de enfermar gravemente ya vacunada y por tanto protegida en un alto porcentaje.

Lejos, lejísimos, al menos psicológicamente, quedan los días en los que la epidemia pareció estar controlada. No hace falta irse al verano de 2020 cuando hubo varias jornadas con 0 casos, sino que basta con asomarse al 11 de octubre pasado, a la vuelta del calendario, cuando tampoco se registró ningún caso en la provincia. El 8 de noviembre fueron 9. El 23 de noviembre, cuando la curva empezó a ascender de nuevo, ya eran 26. Y a partir de finales de ese mes llegaron los más de 100 contagios diarios y empezó a fraguarse la ola bajo la que estamos hoy sumergidos.

Incidencia multiplicada por 14. Si de nuevo tomamos el 1 de diciembre como fecha de comienzo de esta segunda ola, la incidencia acumulada (IA) a 14 días acusa sobremanera el incremento en el número de contagios. Este indicador, que revela el volumen de casos por cada 100.000 habitantes a lo largo de las últimas dos semanas, se ha multiplicado por 14 en poco más de un mes. En el arranque de diciembre la provincia de Burgos estaba en una incidencia de 298 y con fecha 7 de enero ya se ha situado en más de 4.000, tras haberse disparado tras un crecimiento sin precedentes al que por ahora no se le ve fin. La IA a 14 días ha sido durante mucho tiempo el indicador más empleado por los responsables sanitarios y políticos para valorar la marcha de la pandemia. Ahora que la vacuna evita la conversión de buena parte de los casos en graves, lo que más preocupa es la presión hospitalaria y que este ingente volumen de contagios no se acabe trasladando a las plantas o a las unidades de críticos.