Año nuevo, proyectos viejos. La capital burgalesa y su provincia llevan tanto tiempo suspirando por los mismos anhelos que a la hora de hacer las proyecciones anuales el listado se repite en demasía.

Seguro que a nuestros lectores le suenan casi todos. Hemos hablado de ellos largo y tendido en las páginas de Diario de Burgos no solo durante 2021 sino, en algunos casos, una década atrás. Pero como no terminan de hacerse realidad, siguen figurando entre las principales causas pendientes y cada enero aparecen en la carta a los Reyes Magos, en la de Papá Noel o en la del santo al que cada uno rece, incluso los ateos.

Cuentan desde el Gobierno que esta vez sí, que la alta velocidad llegará con pasajeros a Burgos antes de mediados de año. Falta que acaben unas pruebas eternas (eso dicen) o que la cercanía del verano lo haga más atractivo comercialmente para su explotación (eso parece). Si no se inaugurase en este 2022 sería un escándalo imposible de explicar.

La ciudad tiene también sus propios retos, empezando por el lavado de cara del cogollo de Gamonal, o el nuevo Mercado Norte, o el proyecto para dotar de uso archivístico al Hospital de la Concepción, o el centro de salud del Silo, cuitas desesperantes que atañen al Ayuntamiento, al Estado y a la Junta.

Y todo con el telón de fondo de unas elecciones autonómicas que marcarán el rumbo político no solo de la región sino también en los consistorios, con la vista puesta en las municipales de 2023. Menos mal que el Centenario de la Catedral, que prolonga sus celebraciones, promete seguir sacando lustre a la seo. Mucho mejor si es con la pandemia superada.