La estación rodeada de silencio

Adrián del Campo
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La parada del Montecillo y la zona donde se ubica se han convertido en un desierto al que hoy poca gente se acerca

Mariano es uno de los pocos vecinos que se deja ver por la zona. - Foto: A. del Campo

Una gran explanada con calles anchas, parcelas por edificar y aparcamientos de sobra, todos ellos vacíos. Esta es la fotografía actual del entorno de la estación arandina del Montecillo. La parada de tren es el símbolo de una zona que parece un desierto y cuyo silencio se agudiza al acercarse a las vías. La supresión de los ferrocarriles a Madrid y de los trayectos de viajeros han dejado prácticamente cerrada la estación y es fácil encontrarla con todas sus verjas bajadas. Portazo que agudiza el cartel de ‘prohibido el paso’ en su puerta de acceso.

Diez años después de que se confirmara el principio de la decadencia del apeadero de Aranda, este parece estar cada vez más cerca del olvido. Los pocos vecinos que pasan por su acera la recorren con prisas, sin ganas de hablar. La mayor actividad se encuentra en el parque que hay frente a ella. Tres personas en él y solo una dispuesta a reivindicar la reapertura del Directo.

Mariano, que lleva en Aranda desde los años 70, lanza un mensaje rotundo: "Lo que no cabe ninguna duda es que esto -el tren- está muerto y no va a funcionar nunca. Eso está clarísimo porque nadie se preocupa de nada. Los políticos van todos a lo suyo. El hundimiento de Somosierra es una fábula para que nos la creamos y nos digan que cuesta mucho, pero el Directo de Madrid a Francia, al País Vasco y a Burgos no va por Valladolid, lo diga quien lo diga, no nos van a convencer".