La banca prevé 130 salidas en Burgos y no faltan voluntarios

G. ARCE
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Pese al «desperdicio social» de empleo cualificado, los ERE garantizan -en su mayoría- una transición «digna» hacia la prejubilación penalizando el 15% del salario. Así han desaparecido dos tercios de la plantillas

La desaparición de las sucursales y los cajeros automáticos torna cada vez más difícil el abastecerse de dinero en metálico. - Foto: Alberto Rodrigo

En los próximos meses la banca se desprenderá en Burgos de en torno a 130 trabajadores, una cifra que podría aumentar pues los voluntarios para acogerse a los EREen cadena presentados por Santander, BBVA, Caixabank e Ibercaja superan ampliamente las plazas previstas en los mismos. Con la ejecución de estos gigantescos despidos colectivos, que supondrán la salida del mercado laboral de 16.366 trabajadores a nivel nacional, se habrá perdido el 70% de las plantillas que integraron hace una década el estratégico sector de las cajas de ahorros y los bancos en la provincia, alrededor de 1.200 trabajadores locales.

Los encargados de negociar y tramitar los ERE bancarios a nivel provincial reconocen el «enorme desperdicio social» que suponen, pues contemplan la salida del mercado laboral de trabajadores cualificados y con una valiosa experiencia acumulada. Algunos suman 50 años e incluso menos y, en todo caso, les restan varios años antes de alcanzar a la edad de jubilación. En Burgos, la horquilla media de edad que predomina de los últimos EREestá entre los 55 y los 58 años.

Pero, pese a la dureza de estas medidas, las solicitudes de voluntarios para inscribirse en los ERE no dejan de crecer. Los motivos que hay detrás de este éxito de convocatoria son, a juicio de estos representantes sindicales, el drástico deterioro de las condiciones laborales en la banca en los últimos 8 años. «No solo hay más carga de trabajo, sino que la presión comercial sobre el empleado (venta de productos financieros y seguros) es exagerada, a lo que hay que sumar la pérdida de prestigio que ha sufrido la profesión».

Otrora valorados como asesores cualificados y cercanos a la realidad y necesidades del ahorrador, «ahora no dejamos de ser blanco de críticas, conflictos y quejas, por lo que la salud laboral de los empleados está muy tocada». En la memoria de todos los que se acercan a una sucursal están las polémicas causadas por las preferentes, las cláusulas suelo, los gastos hipotecarios, entre muchas otras.

Ante este panorama, los ERE son vistos por muchos empleados de banca como «una puerta de salida» que, además, ofrece unas condiciones económicas pactadas a las que no tienen acceso la gran mayoría de trabajadores.

Un trabajador de banca en Burgos percibe un salario bruto anual de entre los 35.000 y los 60.000 euros, según indican desde el sector. Estar en la zona baja o en la alta de esta horquilla salarial depende de la edad, del momento en el que se firmó el contrato, pues la situación ha cambiado mucho desde los años 90 a la segunda década del siglo XXI, cuando la crisis de las hipotecas empezó a cambiarlo todo. El caso es que superar los 2.000 euros netos al mes en nómina es lo normal, aunque el convenio colectivo del sector lleve congelando salarios base desde el año 2018.

Hablamos de licenciados en Económicas, Derecho, ADE, aunque en los servicios centrales de las entidades también trabajan ingenieros, telecos, informáticos, matemáticos..., perfiles profesionales estos últimos muy valiosos para consolidar la transición hacia la banca digital, el nuevo modelo que está detrás del cierre masivo de oficinas y del despido de trabajadores.

Condiciones. Los ERE presentados en los últimos meses ofrecen diferentes condiciones de salida dependiendo del tramo de edad del trabajador y de su antigüedad en la empresa. Sin entrar en matices ni en diferencias entre un banco u otro, las salidas garantizan una transición «digna» hasta la prejubilación a cambio, aproximadamente, de la pérdida del 15% del salario neto que se percibe sentado en el despacho de la sucursal. «Muchos trabajadores se hacen la pregunta de si por ese 15% merece la pena trabajar, soportar presiones comerciales, traslados...». La respuesta es sencilla.

El banco corre con los gastos de los 24 meses de paro, las cotizaciones a la Seguridad Social del trabajador  e incluso los subsidios para los mayores de 52 años si los hay. Esta cobertura por parte de la casa permite llegar cómodamente a una prejubilación «mucho antes que el resto del común de los trabajadores» (incluso a partir de los 61 años), aunque con la consiguiente merma en la pensión, algo que a muchos -los más veteranos, sobre todo- les compensa tras una carrera de cotización sustentada con salarios más altos que la media, y sin olvidar los planes de pensiones privados habituales en este gremio. 

A la banca también le interesan las salidas y cuantas más, mejor. «La pandemia ha consolidado la banca digital y le ha permitido dar un acelerón que no se esperaba antes de todo lo ocurrido con la pandemia. Por ello, hoy sobran muchas más plantillas, también entre los menores de 50 años por los que no tienen que pagar al Estado», explican los representantes de los trabajadores.

La otra cara de la moneda, el drama social que esconden estas medidas, es múltiple: los parados de 50 años se enfrentan a una difícil inserción en el mercado laboral, salvo que acudan al autoempleo. El cierre de oficinas que llevan aparejados los ERE supone la penalización de aquellos clientes con problemas de integración digital, los que no saben ni tienen los conocimientos necesarios para gestionar sus ahorros a golpe de clic con un ordenador o por el móvil, en su mayoría personas ancianas y muchas de ellas enclavadas en las zonas rurales donde ya hay un gran déficit de atención financiera.

Horizonte. El proceso psicológico a la hora de afrontar un EREes complejo para el trabajador bancario, pues experimenta la contradicción de sentirse viejo y prescindible para su empresa cuando en realidad no lo es. Pero del abatimiento inicial se sale con un buen sostén económico que permite ver son optimismo una jubilación anticipada a la que llegará con una afectación mínima (en torno al 10% de penalización como media).

Víctimas de una jubilación anticipada originada por un despido colectivo y con una pensión alta garantizada para la última etapa de su vida, se cuentan con los dedos de la mano los trabajadores de banca que se lanzan a crear empresa con toda la experiencia y los conocimientos acumulados en la banca. «El EREles permite jubilarse a los 61 y ahorrarse 4 años de trabajo, un beneficio que perderían si se lanzan a emprender, con todos los riesgos económicos y personales que ello conlleva». 

No son pocos los que hacen borrón y cuenta nueva ejerciendo como voluntarios en una ONGo en alguna tarea humanitaria sin remuneración. La gran mayoría ejercen de jubilados prematuros. 
Los representantes sindicales que negocian estas salidas a nivel provincial, como ocurre en Burgos, suelen ser trabajadores más jóvenes y entre EREy EREviven con resignación en un cúmulo de contradicciones: «Todos tenemos muy claro que si no facilitamos la salida a  los más veteranos de nuestro banco con las mejores condiciones posibles van a ser los jóvenes de 45-50 años los que se queden en la calle, y esos seguro que van al paro en el momento laboral más complejo de su vida. Si permites que esto suceda, perjudicarías aún más de lo que lo esta haciendo la banca a la sociedad».