Regreso a la cancha

CARMELO PALACIOS
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El San Pablo volvió ayer a una cancha de baloncesto, la de El Plantío, 62 días después, bajo un estricto control de seguridad y con la intención de ponerse en forma de nuevo para disputar la fase final de la Liga Endesa

Una de las nuevas normas es que todo jugador debe acudir con dos pares de zapatillas, así como con su toalla y su botella de agua. - Foto: SPB

La plantilla del San Pablo volvió a tocar balón, ajustar el punto de mira y lanzar a canasta 62 días después. Más de dos meses de silencio absoluto en El Plantío que se rompió por completo con el regreso a los entrenamientos del conjunto burgalés. Ya había ganas. Los jugadores de la plantilla azulona volvieron a su lugar habitual de entrenamiento para hacer una sesión individual bajo un estricto protocolo de seguridad una vez que todas las pruebas realizadas para detectar coronavirus dieron negativas. No es el escenario ideal, pero sí un paso más para llegar a tope a la hipotética fase final de la Liga Endesa.

Goran Huskic fue el primero en saltar a la pista por la mañana y se le pudo ver corriendo con el balón de un aro a otro. El pívot serbio continúa avanzando en la recuperación de su lesión y espera poder ayudar en el caso de que se reanude la competición a mediados de junio. Ya por la tarde, ocho jugadores más entrenaron en dos tandas de cuatro, pero sin tener ningún tipo de contacto entre ellos.

El protocolo diseñado por el club les mantuvo separados en todo momento. Los jugadores llegaron solos al pabellón, pasaron por una zona de desinfección de las zapatillas, se sometieron a un control de temperatura y saturación de oxígeno en sangre, se lavaron las manos y fueron directamente a una silla que tenían para su uso exclusivo. Según les había pedido el club, llegaron cambiados de casa con la única excepción de las deportivas. También llevaron su propia toalla y utilizaron su botella de agua o bebida isotónica de la que se tuvieron que deshacer a la salida del entrenamiento.