Victoria amarga en Villasante de unas mujeres ejemplares

P.C.P.
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Las 6 trabajadoras de la residencia El Mirador acaban emocionadas 52 días de encierro sin el virus y con el adiós de un anciano por infarto

Las seis empleadas de la residencia de Villasante de Montija, ayer a las puertas del centro. - Foto: Alberto Rodrigo

Apenas son las 9 de la mañana y los primeros mayores ya salen a tomar el sol sin necesidad de abrigo. Hace un día resplandeciente en Villasante y el jardín de la residencia El Mirador además de espacioso resulta muy entretenido; en la travesía de la N-629 no ha cesado el movimiento ni en las jornadas más duras de la pandemia, cuando el panorama era tan sombrío. Aquellos nubarrones se han despejado ya y las lágrimas de tristeza en la despedida de uno de los residentes, fallecido el viernes a consecuencia de un infarto, rezuman felicidad por la satisfacción del deber cumplido. Yolanda, María José, Edenia, Marta,Cecilia y Nerea han madrugado para hacer la maleta, desayunar y marcharse a casa después de 52 días sin salir del recinto.

Sánchez no tendría problemas si negociase los apoyos de su Gobierno con los abuelos de El Mirador. Le firmarían sin contraprestaciones otros dos meses de prórroga del estado de alarma, con tal se seguir con sus cuidadoras. «Los hemos mimado mucho», afirma entre risas estas «3 madres y 3 niñas», con cierto nerviosismo porque  la vuelta a casa se antoja extraña. «Esta también es nuestra familia. Nos van a echar de menos», apuntan.

Además de una dura despedida, han celebrado «los cumpleaños de las pequeñas» y el Día de la Madre. En esta pequeña aldea gala, cerca de El Crucero y Espinosa de los Monteros, no ha entrado nadie pero sí ha fluido a raudales el cariño de muchos. Vino, Nocilla, flores, mascarillas, un cachorro, la torta de chicharrones de la panadería Ortiz, los quesos y galletas de la farmacéutica. «Hemos estado muy bien cuidadas», explican.

Estas 6 mujeres coraje difícilmente olvidarán los días transcurridos desde el 28 de marzo -«nos encerramos en el peor momento» de la epidemia-, que no se han hecho tan largos como puede parecer. «Nos hemos repartido muy bien las tareas y los descansos. Hemos tenido tiempo para todo, para reír, para llorar, para hablar, para trabajar, para dormir, y para comer. ¡Comer mucho!», gritan con alborozo.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)