Mujeres encerradas en una larga vida

A.C.
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Manuel Horno acaba de publicar su primera novela, 'Las Haraganas', que bebe de los escritores de posguerra y retrata de forma intimista a tres hermanas. La escribió en Leciñana de Mena, donde reside desde 2012

El escritor Manuel Horno Gracia, con su primer libro, ‘Las haraganas’, y la localidad de Leciñana de Mena donde reside, al fondo. - Foto: A.C.

Manuel Horno Gracia (Pamplona, 1969) guarda en su memoria infantil un episodio vivido cuando tendría unos 8 años. Visitó con su madre a dos hermanas que convivían con su progenitora en Pamplona, su ciudad. «En su casa me parecía que entraba en el túnel del tiempo», rememora. Aquel hecho y las sensaciones que lo rodearon le dieron un punto de partida para escribir Las haraganas, su primera novela, aunque pocos dirían que es la primera. Un trabajo intimista, lleno de sentimientos y pensamientos, que atrapan al lector en las vidas, esta vez, de tres hermanas solteras y su madre, que pasan juntas toda una vida en lugares que no tienen nombre, en un tiempo que no tiene fecha y que el lector libremente tiene que situar.

Manuel Horno, quien desde 2012 reside en Leciñana de Mena y desde 2017 ocupa la plaza de técnico de Cultura del Ayuntamiento del Valle de Mena, demuestra en su primer trabajo el bagaje cultural que atesora gracias a una vida inexorablemente unida a la música y el teatro y, lo más importante, la potente imaginación que le ha llevado a crear un mundo que podría estar en Mena -los montes de la Peña están presentes en la novela- o en cualquier rincón rural y después urbano de la España de principios del siglo XX hasta la actualidad. 

Horno admite que no se ha documentado, sino que ha volcado en la novela, editada en noviembre por la editorial Bala Perdida, todo lo aprendido leyendo a autores de posguerrra, como Carmen Laforet, Ana María Matute, Camilo José Cela, «un fuera de serie», o Miguel Delibes «uno de los grandes maestros». «He leído mucho», explica este nuevo escritor, que ha logrado situar su libro entre los más vendidos en Navarra y que promete dar muchas alegrías a quienes decidan seguir sus creaciones. De hecho, ya tiene casi terminada su segunda novela, con un hombre como protagonista y muchos personajes. 

Manuel Horno dice haber estado «siempre rodeado de mujeres», primero en la carrera de Magisterio, después en la docencia, en su hogar con sus hermanas, en la vida gracias a sus muchas amigas, ahora de nuevo en el trabajo... Quizás por ello, ha creado con una precisión y detalles sorprendentes la psicología de tres mujeres, Inés, Adelina y Julita, quienes no son vagas en el sentido del trabajo, haraganas como indica el título del libro, sino «vagas en el plano vital», porque no logran romper barreras invisibles que les impiden salir de su círculo familiar, de sus  obligaciones morales o dejar atrás la asfixiante tiranía de la sociedad que las rodea. Viven, sin evitarlo, «un encierro vital», relata Horno, quien comenzó a escribir una vez afincado en Leciñana de Mena. Su pareja le puso un folio en blanco sobre la mesa en la que comparte entrevista con DB. Y allí empezó todo, allí arrancó con otra de esas cosas que siempre había querido hacer, pero a la que aún no se había lanzado. El resultado ha sido «una novela que se sale de los cánones de la literatura actual», a su juicio, pero a la que merece la pena asomarse.

Inspiración en Mena. En Leciñana, la vida en una pequeña aldea rodeada de montañas en un caserón de 1900, le ha permitido vivir un tiempo de sosiego, de paseos por el monte, de tocar el piano, escuchar música, leer... y escribir. «Leciñana siempre me ha inspirado, me da mucha tranquilidad». Antes de llegar a este lugar de la mano de su pareja, su vida dio muchos giros siguiendo lo que siempre quiso desde niño. «Siempre pensaba que no sabía lo que quería ser de mayor, pero sí que no quería un horario, un mes de vacaciones...». Sus primeros pasos en la docencia tras estudiar Magisterio y Musicología le llevaron por ese camino, aunque su vida estuvo ligada desde bien pequeño al canto coral, que practicó en la Escolanía o en el Orfeón Pamplonés. También le gustaba la danza, pero en aquellos años «era impensable». Pasó la adolescencia y juventud ensayando canto y estudiando piano, violonchelo y otros instrumentos. Creó con tres amigos La Trova, un grupo amateur que unía música, teatro y humor.

Y en el año 2000, un productor argentino les descubrió y dieron el salto profesional, que comenzó con una temporada de nueve meses en escenarios de Barcelona. Después llegaron los de Madrid, Valencia, Castilla y León..., y empezó la vida de aventura y bohemia que soñó de niño, dejando atrás el colegio concertado donde daba clases y la seguridad de un trabajo con horario y calendario. En los montajes de La Trova tocaba el piano, la flauta, el violonchelo, el violín... cantaba.

Hasta que en 2008/2009 cursó un Máster de Gestión Cultural en Madrid e inició otro pasaje profesional como productor de teatro, llevando giras, en las que trabajó para actrices, como Concha Velasco, Carmen Machi y muchas otras. Vivió cientos de momentos inolvidables que han llenado su mochila vital para convertirse en escritor.