La muerte de seis ovejas en Las Machorras en la madrugada del jueves al viernes ha hecho saltar las alarmas en la localidad. Nadie pudo ver ni oír al lobo cometiendo el sangriento crimen, pero el historial de su especie y, sobre todo, las huellas que dejó en sus víctimas han motivado que los vecinos de este pueblo del norte de la provincia se lo atribuyan automáticamente. Incluso alguna persona, por la cifra de piezas atacadas, se atreve a especular con que los culpables del ataque quizá fueran más de uno. Pero faltan algunos datos para confirmar todas las suposiciones.

«Las mordió a todas por debajo del cuello, las desangró y luego se comió la mitad de dos. Eso no lo hace un perro. Hablé con mucha gente y cuando les dices que las desangró por debajo del cuello te contestan que casi seguro es un lobo», aseguró el propietario del ganado siniestrado, Aitor Sainz-Maza. De su rebaño, que hasta la agresión estaba compuesto por 18 ovejas, sobrevivieron doce, aunque una de ellas resultó herida. Las que salieron con vida del incidente se escaparon de la parcela cercada en la que se encontraban y fueron encontradas a varios kilómetros de distancia. Tras ser recogidas no volvieron a su lugar de origen. Sainz-Maza se las llevó a otro espacio. Lo hizo por precaución. «Por si acaso volvía», matizó.

Agentes del Servicio de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León se acercaron a ver las ovejas muertas, pero no certificaron que fueron atacadas por un lobo. «No me sacaron nada en claro», explicó con resignación el titular de los animales.

El suceso, que protagoniza muchas de las conversaciones de los vecinos en los últimos días, ha generado aún más inquietud de la habitual en la localidad, ya que se produjo en las inmediaciones del santuario de la Virgen de las Nieves y del casco urbano de Las Machorras. El presidente de la Junta Vecinal, Roberto Ortiz, manifestó que algún ganadero incluso se ha planteado bajar a sus animales del monte, donde pastan libremente, a casa, pese a que aún no han llegado a las fechas habituales de este traslado, por culpa del ataque. «Hay cierto nerviosismo», afirma.

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