Manu Brabo, los riesgos de los fotógrafos intrépidos

A.G.
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El fotoperiodista ha tenido ante el objetivo algunas de las más grandes atrocidades de las guerras recientes y ha sido siempre capaz de aportarles un componente de humanidad que es la clave de su trabajo. Esta tarde está en la Universidad de Burgos

El fotoperiodista Manu Brabo ganó el premio Pulitzer de fotografía en 2013. - Foto: Muel de Dios

Los nombres de los reporteros gráficos raramente saltan a la palestra, pero el de Manu Brabo lo hizo en 2011 por uno de los peores motivos: fue secuestrado junto a otros tres compañeros por las fuerzas de Gadafi en Libia mientras cubría la guerra. Este periodista asturiano, de 39 años, es conocido ahora internacionalmente, por suerte, no solo por aquel episodio sino por sus impactantes imágenes de conflictos como los de Ucrania, Palestina, Bolivia, Haití o Siria. Su labor en este último país le hizo acreedor del Premio Pulitzer de fotografía en 2013. Esta tarde estará en el salón de grados de la Facultad de Económicas de la Universidad de Burgos a las 17.30 horas dando la conferencia 'La guerra desde una cámara'.

Muchos de los estudiantes que van a ir a la Universidad a escucharle seguro que tienen en mente dedicarse al fotoperiodismo en zonas de conflicto como usted. ¿Qué puede aconsejarles? 

Aconsejarles, creo que poco. Lo que sí puedo hacer es contarles como trabajo, que esto sí que me lo sé bien, y si mi experiencia puede sacar algún aprendizaje, pues perfecto.

¿Y cómo trabaja?

De lo que se trata, básicamente, es de ser transmisores de una historia, de algo que le sucede a unas personas en un contexto muy, muy complicado, y traerlo a personas que viven en otro contexto totalmente ajeno y hacerlo de tal manera que puedan meterse en la piel de aquellas que están sufriendo.

¿Con qué conocimiento de los conflictos llega a los países? ¿Qué importancia tiene en su labor la documentación?

Gran parte de mi trabajo -es lo primero que hago cada día- es leerme varios periódicos; llegar al terreno con toda la documentación sería la situación ideal, pero muchas veces tenemos que saltar al calor de la noticia. Y sí que es cierto que ahora no iría a Siria, a Libia o a Ucrania de la misma manera en la que fui la primera vez, por toda la experiencia acumulada de trabajar en la zona y por haber estado en contacto con esas realidades.

Tal y como se están poniendo las cosas ahora, ¿no le tocaría estar en Irán?

No, me toca estar aquí haciendo otro tipo de trabajo, que también hay muchas cosas que hacer, al final soy un autónomo y tengo que hacer mis cuentas y mis cosas y necesito pasar tiempo en España.

[Entrevista completa en la edición de papel de este miércoles]