Una Barcelona rota por el dolor

Agencia-SPC
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Cataluña fue golpeada el 17 de agosto de 2017 por una célula yihadista que mató a 18 personas y que quería provocar una matanza aún mayor con una bomba que les explotó en su refugio

Esta imagen de desesperación tras el segundo zarpazo del islamismo a España dio la vuelta al mundo - Foto: David Armengou

No tinc por. No tengo miedo. Ese fue el grito que más se escuchó en Barcelona tras los atentados del jueves 17 de agosto de 2017 en la Ciudad Condal y Cambrils. Pero lo cierto es que los golpes yihadistas sembraron el terror durante un día y una noche que se hicieron interminables. Eran las cinco de la tarde en el paseo de Las Ramblas. De repente, se cometió un atropello masivo con una furgoneta Fiat Talento blanca que recorrió 530 metros en la zona central del paseo, desde la calle Buen Suceso hasta el pavimento Miró, frente al Mercado de La Boquería.?

En el ataque, muy similar a los de Niza y Berlín de 2016, se produjeron 15 muertos (entre ellos dos niños de tres y siete años) y 131 heridos, cinco de ellos en estado crítico de los que uno (una turista alemana de 51 años) falleció 10 días después.

Todo fue muy rápido, tanto que el conductor de la furgoneta, Younes Abouyaaqoub, logró escapar a pie cruzando el mercado de la Boquería y caminando por toda Barcelona hasta la Zona Universitaria. El caos que provocó puso en alerta a toda la capital catalana, poniéndose en marcha una operación jaula con controles para que no pudiera escapar. Pero el terrorista no pensaba fugarse, tenía otro plan. 

Por eso, casi una hora y media más tarde, apuñaló mortalmente a un chico que estaba estacionando su coche en el aparcamiento. Era un Ford Focus blanco que usó para salir de Barcelona (a la víctima la colocó en los asientos traseros), arrollando por el camino a un mosso d’Esquadra.?

El desconcierto iba en aumento y, sobre todo, el pánico porque el asesino andaba suelto... Pero no iba solo. A eso de la una y cuarto de la madrugada se produjo otro atentado, a 117 kilómetros de Barcelona, en Cambrils. Cinco presuntos terroristas, que querían dar un golpe en el puerto como el ocurrido en Londres dos meses antes, fueron abatidos tras intentar saltarse un control policial y atropellar a seis personas. Un séptimo individuo fue herido en la cara por el ataque de uno de los terroristas, que logró recorrer unos metros antes de ser también abatido. Además, una mujer murió tras ser apuñalada.?

Entre los yihadistas tiroteados no se encontraba Abouyaaqoub, que caería bajo los disparos de la Policía el 21 de agosto cerca de una gasolinera en Subirats, cuando llevaba un cinturón explosivo (falso). 

Siempre quedará el triste consuelo de que la matanza podía haber sido mucho mayor, ya que los terroristas preparaban una bomba cuyo nombre provoca escalofríos: la madre de Satán. Y es que la noche anterior, mientras manipulaban los explosivos, se produjo una brutal deflagración en un chalé en Alcanar (Tarragona) a consecuencia de la detonación de más de un centenar de bombonas de butano. Esa era el arma que los terroristas, liderados por el que era imán de Ripoll (Gerona), Abdelbaki Es Satty, iban a hacer explotar en distintos puntos de Barcelona. El accidente, que le costó la vida al ideólogo de la masacre, hizo que sus discípulos actuaran de forma compulsiva e improvisada apenas unas horas más tarde. Tenían que honrar su muerte. 

Mañana, con las medidas de seguridad establecidas para evitar contagios de coronavirus, la Ciudad Condal celebrará un homenaje a las víctimas de la masacre.