Juan Francisco Lorenzo

Pensar con los ojos

Juan Francisco Lorenzo


Salud

18/10/2021

El Gobierno ha anunciado un plan de salud mental dotado con 100 millones de euros. El anuncio reconforta, pero también deja su rastro de dudas acerca de qué se va a hacer con ese dinero, sobre cómo se va a emplear.
Antes de la covid, la epidemia que acechaba a nuestra sociedad estaba relacionada con la ansiedad, con la salud mental. Después de la covid, esa epidemia está aún más extendida y sería sensato analizar sus causas. 
Está bien invertir en salud mental, pero para que mejore la salud mental de muchos jóvenes habría que invertir en un plan de empleo que garantizara sueldos adecuados que les permitieran independizarse y desarrollar su proyecto de vida, porque si no puedes desarrollar tu proyecto cuando toca desarrollarlo la salud mental se resquebraja, y si eres un profesional y te ves obligado a seguir viviendo como si fueras estudiante el equilibrio emocional se resiente. 
Mientras, la raza noble de empresarios, especuladores y defensores del liberalismo económico, se rasgan las vestiduras cuando el estado pretende regular los alquileres: preguntaremos a Vargas Llosa a quién votar para que bajen los alquileres .
El universo adolescente tampoco anda sobrado de salud mental. En mi opinión esto tiene relación con el empantanamiento en las redes sociales. Como su nombre indica esas redes te atrapan, se crearon como un instrumento de comunicación pero son mucho más, un enorme negocio con muchos efectos secundarios en el que las víctimas de ese mercado aparentan ser los triunfadores, pero aún no ha surgido un movimiento anti redes. Las redes han modificado las relaciones humanas, ha crecido el número de relaciones pero las ha deshumanizado, son relaciones virtuales en las que se intercambian juicios y opiniones pero sin generar vínculos entre sus participantes, y los vínculos son necesarios para sobrevivir ante las adversidades. Tener en las redes amigos, seguidores o me gusta se han convertido en un fin y para eso se pasan horas pegados a la pantalla. Conclusión: viven en un mundo virtual y la realidad se les hace extraña, no aprenden a manejarse en ella.
Para mejorar la salud mental necesitamos trabajo de calidad, mejor educación y, naturalmente, un buen plan de atención.