El neodiccionario inclusivo trabaja a destajo incluso en temporada de verano. Los académicos de la RAE tienen por costumbre cogerse largos períodos estivales de descanso sin plenos para meditar y contemplar lo que les rodea, que al final es lo que les exige la sociedad como guardianes del idioma. Así pueden en el nuevo curso discutir sobre lo que unos y otros han escuchado en el lenguaje de la calle, y las posibilidades de actualizar el catálogo de palabras al uso. Pero sus émulos aficionados, los que quieren hacernos comulgar con palabros inventados por ellos solo para justificar su asalto a las costumbres y la forma de vivir, no descansan en julio y agosto. Han aprovechado la canícula para colarnos el todos, todas y todes con el fin de que vayamos acostumbrándonos a su nueva imposición, que mucho más allá de ser un instrumento de defensa de los derechos de un grupo de población, lo que sirve es para intentar convertir a todos los que no lo usen en homófobos y agresores de lo LGTBI. Y ahora van más allá, proponiendo una superación del concepto de patria para que a partir de ahora se convierta en matria, algo que lleva implícito no sólo el cambio en el término tradicional que todos usamos y conocemos, sino la revolución de lo que la patria es en sí misma o dicho de otro modo, su desaparición.

Desconozco si la vicepresidenta Yolanda Díaz ha empleado alguna vez la expresión ‘madre patria’. Mucho más si la ha sentido alguna vez, aunque lo más probable es que no, viendo el aprecio que las políticas que representa reservan para el país en el que ha nacido. La anticuada RAE dice que ella es hija de su patria, aunque no lo sienta. “Lugar, ciudad o país en el que se ha nacido”, dicen los vetustos académicos para definir a la patria. Pero si alguna vez ha pensado en expresión tan conocida, sabrá que patria es un concepto sin género, aunque su ascendencia se asimila con el de una madre, por lo que pese a que a ella y los suyos el término les suene a patriarcal por que empieza con las mismas letras, no hay nada más parecido a la maternidad que lo que una patria da a sus súbditos. Desde el descubrimiento público de la vicepresidenta, la fórmula ‘padre matria’ corre como la pólvora en el imaginario de chistes del que gozamos diariamente los españoles.

En Francia son chauvinistas pero con estas cosas no juegan. Han prohibido en las escuelas este juego de poses que es el lenguaje inclusivo. He estado en alguna conferencia en público en la que los asistentes se preocupaban más de cazar al ponente en un olvido al usar el masculino y el femenino que de atender a su disertación. Ahora tendrán que extremar más aún su atención para cazar el olvido en el uso del tercer género.