Tras el rastro que deja el delito

F.L.D.
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La Brigada de Científica de la Policía Nacional es la encargada de buscar todas las piezas de un delito para explicar lo sucedido. Los vestigios son sus fieles aliados en su trabajo diario

La base de datos de huellas es una de las herramientas más útiles de la brigada. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

No importa el tipo de delito que sea ni el escenario en el que se haya producido. Todo lo que se encuentran los policías de la Brigada de Científica al llegar son un montón de piezas esparcidas por los rincones. Su principal misión es recomponer el puzzle para que sea más fácil resolver el enigma. Ellos señalan teorías sobre lo que ha ocurrido gracias a evidencias que luego serán muy útiles en un tribunal. Con esas pistas trabajan a diario los agentes de la unidad de la Comisaría Provincial, bien sea para esclarecer la autoría de un incendio intencionado, un robo con fuerza en un domicilio o crímenes.  

«Lo que nos importa es el sitio en el que se ha producido todo porque de ahí es de donde vamos a extraer los vestigios que corroboren lo que acabará concluyendo la Policía Judicial, a la que le interesan más los testimonios», explica el inspector Roberto, de la Brigada de Científica de Burgos. Digamos que se encargan de corroborar que lo que dice un testigo tiene un sentido con lo que ellos se han encontrado. «Las pruebas no mienten. No importa que un acusado de un crimen relate que lo hizo en defensa propia si lo que nos encontramos es que fue a conciencia», aclara. 

Y entre todas estas evidencias que suelen encontrar en el lugar del delito, las huellas siguen siendo sus grandes aliadas. Es más, entre un 60% y un 80% de los sucesos se resuelven gracias a estas pistas que recaban y que posteriormente analizan minuciosamente. Más incluso que el ADN, que puede que en futuro sea el eje sobre el que gire toda la investigación. Por el momento, los medios técnicos lo mantienen en un segundo plano. «Es necesario que tengas a muchos sospechosos reseñados en la base de datos y esta prueba solo se utiliza para delitos muy concretos. Con una dactilar, el posible responsables aparece de inmediato si ha estado detenido previamente», comenta el inspector. Y si no lo hace, es muy probable que lo haga en un futuro, pues ese vestigio se mantiene en el archivo hasta que vuelva a cometer otra infracción. 

Esto es muy útil, por ejemplo, en los robos, que aparecen en lo más alto de las estadísticas de criminalidad cada año en la provincia de Burgos. Tal y como explica otra de las inspectoras de la Brigada, Nuria, «si tenemos constancia de una entrada con fuerza en un domicilio o en una fábrica y encontramos numerosas huellas puede que en un principio no tengamos su identidad, pero si posteriormente le detienen por cualquier otro ilícito, aunque sea en la otra punta de España, se le podría imputar este hecho». Pero ojo, que siempre entrará en juego la casualidad, de ahí el condicional de la policía. «Incluso obteniendo una evidencia clara el sospechoso puede justificar su presencia en el lugar con cualquier excusa. Por eso en nuestro trabajo es muy importante la comparativa. Si no tienes con qué contrastar, no tienes nada». 

Pero la experiencia y la intuición también son importantes en un trabajo en el que todo gira en torno a la ciencia. Porque las pruebas siempre están en el escenario, pero es necesario saber interpretarlas. «Puedo encontrar las huellas de un ladrón en una mesa, pero luego hay que saber diferenciar por su colocación si simplemente se apoyó o pretendía agarrarla para llevársela», puntualiza Roberto. Por no hablar del tiempo, otro de los factores clave en la investigación: «Los minutos que corren son información que se pierde». 

No hay crimen perfecto. Burgos es una provincia tranquila, de ahí que el trabajo que a diario llevan a cabo la decena de agentes de la Científica se base principalmente en esclarecer robos, incendios o delitos contra la propiedad intelectual (falsificaciones). Por supuesto que siguen el rastro del crimen, pero el número de asesinatos, por suerte, es muy bajo. En lo que va de año no ha habido que lamentar ningún homicidio y el año pasado solo se contabilizó uno. Lo poco que llega en este sentido a la Comisaría se termina resolviendo a los pocos días. 

Tienen, por si acaso, la ayuda de las brigadas de Madrid o Valladolid por si algún asunto se tuerce, como fue el caso del triple crimen de los Barrio, aún sin esclarecer y lejos de las manos de los investigadores burgaleses desde hace muchos años. «Se creó una unidad específica que se encarga de revisar este tipo de sucesos cada cierto tiempo. Nosotros solo aportamos cierta información cuando nos la requieren, pero ha dejado de ser nuestra competencia», reconoce Roberto. 

Bien es cierto que esa labor de revisión, de volver a empezar por el principio una investigación para ver si algo se ha podido quedar en el tintero, es otra de las tareas que realizan habitualmente los funcionarios de esta Brigada. «Lo mismo que hacemos un ‘briefing’ de los casos que tenemos encima de la mesa, de vez en cuando volvemos sobre nuestros pasos para ver si la línea que estábamos siguiendo era la correcta o no. Porque después de haber peinado el lugar unas cuantas veces es muy difícil que vayas a encontrar algo que te cambie los esquemas», aseguran los dos inspectores. 

Ambos niegan con la cabeza cuando les preguntan por el crimen perfecto. «La teoría de Locard dice que toda persona que interviene en el lugar de un delito se lleva algo, pero también lo deja. Y cuando hablamos de policía científica es porque tenemos formación en muchas técnicas que nos ayudan a que, tarde o temprano, logremos esclarecer lo ocurrido», concluye Roberto.