El Gobierno no contempla desabastecimiento de bebidas alcohólicas en Navidad, aunque algún producto puede faltar. Era uno de los titulares de agencias de esta semana. Otro era que El Parlamento británico pide a la policía que investigue los restos de cocaína hallados en sus lavabos. El irreverente artista Albert Pla colgaba en su cuenta de Twitter una fotografía delante del Congreso de los Diputados donde pedía Controles de alcohol y drogas en el Parlamento. 

Ya ven el juego que dan sus señorías. Sobre todo las británicas. No solo se lo pasan pipa en la sede de la representación popular, los colegas de Boris Johnson también organizan fiestas prohibidas en Dowing Street. En casa, venimos de una semana de celebraciones, pero menos salvajes que en la pérfida Albión. Aquí se montó un escenario a las puertas del Congreso para celebrar los 43 años de la Constitución y allí se escucharon muchos discursos vacíos, para cumplir con el expediente y marcharse a casa cuanto antes. Vuelvo a una reflexión tuitera, en este caso del eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano, que se acordó de aquellos, sobre todo socios del Gobierno, que se ciscan en la Carta Magna: Es increíble que tras 4 guerras civiles (1833, 1846 y 1872, 1936) y 7 constituciones fallidas (1812, 1834, 1937, 1845, 1869, 1876, 1931) en dos siglos, muchos desprecien el esfuerzo de concordia que es la Constitución del 78. Pues sí, lo hacen. Algunos, los nacionalistas catalanes, van más allá. Se dedican a acosar a niños de cinco años porque sus padres quieren que estudie más horas en castellano (tal y como obliga el Tribunal Supremo).

Pide el presidente de la Generalitat una Constitución propia para Cataluña. Viendo el percal, se la pueden pedir a Corea del Norte o escribir unos cuantos artículos inspirándose en Mein Kampf.