La ciudad debe sumar 147 kilómetros de vías ciclistas

J.M
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El documento apuesta por ampliar el número de ciclocalles y ciclocarriles y por crear más carriles bici. Critica la existencia de itinerarios que se interrumpen, lo que desincentiva usar este medio de transporte

Los ciclistas y los peatones no respetan siempre la señalización horizontal. - Foto: Patricia González

El Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) de Burgos, el documento de referencia que encargó, pagó y ha asumido como propio el Ayuntamiento para trazar la hoja de ruta a seguir en materia de movilidad en el corto, medio y largo plazo, no oculta su preferencia por los medios de transporte colectivos y por los menos contaminantes y, por otra parte, tampoco disimula que los turismos en las ciudades no son precisamente de su agrado. Sirva como ejemplo la taxativa afirmación que hace en uno de sus apartados en los que se recoge que en la ciudad «se ha facilitado en exceso que el coche pueda llegar a todas las partes y tenga  lugares de estacionamiento en prácticamente todas las calles».  Una realidad interiorizada que, según  critica, ha contribuido a que exista un «menor  espacio para el peatón en las aceras, para integrar vías ciclistas urbanas» y que ha hecho que «el transporte público sea menos competitivo».

Esa es la visión global que sirve de percha para defender la necesidad de un cambio en el paradigma de la movilidad en la ciudad. Las peatonalizaciones que se comenzaron a acometer en el centro hace más una década no son suficientes o están ya superadas y de lo que se trata ahora es de reducir el consumo de combustibles y la contaminación. Una nueva perspectiva que se impone, por la que apuesta Europa (los fondos de recuperación van en la línea de fomentar la sostenibilidad en todos sus ámbitos) y que obliga a una redefinición de los espacios.

El planteamiento que defiende el PMUS para el medio o largo plazo recoge numerosos cambios, algunos de ellos especialmente polémicos, y entre ellos propone la necesidad de promover el uso de la bicicleta. No solo para su uso recreativo, sino como medio de transporte para desplazarse con naturalidad por la ciudad. Para ello, el documento habla de la necesidad de sumar 147,7 kilómetros de vías ciclistas a los 54,5 ya existentes.

El documento apuesta por llevar la bici a la calzada y prueba de ello es que de los nuevos itinerarios propone 66 kilómetros de ciclocalles (como lo son ahora las calles Santander o San Pablo) y 13 de ciclocarrilles (al estilo de lo que sucede en la calle Vitoria o en la avenida del Cid). También sugiere cerca de otros cerca de 44 kilómetros de carril bici y 23,5 de sendas o itinerarios ciclistas.

La prioridad, según detalla, debe de ser comenzar para que la malla que existe en la actualidad esté conectada ya que existen multitud de lugares en los que se interrumpe.

El objetivo, tal y como se defiende, debe de ser que «cada ciudadano pueda encontrar las vías ciclistas a menos de 300 metros de su hogar».