Y esa luna borracha de risa

A.S.R.
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Bambalúa Teatro baila con la Catedral, el Camino de Santiago y los yacimientos de Atapuerca en 'Patrimonios (Témpora 2.0)', un hilarante y cañí espectáculo que anima el Castillo algunas noches de verano

El tullido Borrajas atormentará a unos perdidos peregrinos de camino a Santiago. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Baila el tullido Borrajas a la pata coja al tiempo que hace un obsceno gesto a una chica que se ríe descarada en su cara, se mueve con torpeza y acaricia la concha de su madre un ciego que camina hacia Santiago para que el santo obre el milagro, se pisan los pies divertidos dos investigadores en un surrealista agarrao (flash), se arrancan por fandangos las plañideras hasta que tus ojos, bandido, robaron con cuentos la sangre y la vida de mi corazón, se suben al escenario temerarias Cigu y Gargo prestas a tirarse en plancha... y un negro Cupido encantador y aterrador se pasea entre unos y otros vigilante. Bambalúa Teatro orquesta una verbena de verano en el Castillo en torno a los tres patrimonios de la humanidad de la ciudad: Catedral, Camino de Santiago y Atapuerca. No faltan los faroles, ni la música cañí ni el reloj que marca las horas, aunque alguien esté a punto de enloquecer. Ding dong; ding dong...
Pero la reina de esta fiesta, con permiso de la muerte, que ni vive ni deja vivir, es la risa. He ahí la ama y señora de Patrimonios (Témpora 2.0), la nueva propuesta escénica de la compañía burgalesa para la fortaleza, que tiene un deje de aquel Témpora estrenado hace nueve años, pero con una apuesta a tumba abierta por el humor sin ataduras, tierno, amargo, negro, irónico, escatológico, sagaz, derrochón, pícaro, descarado, recatado, de típicos y tópicos.
Las carcajadas saltan entre las piedras irremediables. Imparables. Da lo mismo la página por la que se abra esta ‘enciclopedia patrimonial burgalesa’. Solo un momento de recogimiento, un paseo por la oscuridad y la luminosidad de esos tres patrimonios mundiales, que hablan en primera persona al espectador, casi al oído, apenas a la luz de una vela, cantándole y contándole sus miserias y sus grandezas, solo ese rato de intimidad se le permite al público en esta orgía patria en la que hasta veinte personajes interpretados por cinco actores (Álex Britos, Sito Matía, Cristina Salces, Fran de Benito y Fernando Ballesteros) retratan a la terna protagonista.

Sin salir de ese templo que en 2021 cumplirá 800 años, ¡Qué porrón!, se radiografía la historia de la ciudad, desde los Reyes Católicos al ascenso del San Pablo a la ACB. A vista de pájaro la cuentan una intrépida cigüeña y una cagada gárgola y a ras del suelo la ilustran dos escandalosas plañideras. Lloran ellas la muerte de los Condestables a los pies de su sepulcro y lloran los espectadores... ¡de risa!

Esos quejíos de mismísima muerte enmudecen ante la cháchara de cuatro peregrinos que caminan sin rumbo ni atino sobre su propio eje, cuatro almas perdidas (o encontradas) a las que acontecen mil y una peripecias y no todas buenas. Y sí, también se cruzan con el tullido Borrajas, que tan malas pulgas gasta, tan oscuras que una niña de seis años entre el público suelta divertida a su madre: «Tiene muy mal humor». Y hasta la luna, que brilla en una noche burgalesa para un sueño de verano, se echa a reír como si no hubiera mañana. No era la primera vez; tampoco sería la última.
Nunca tantas risas se escucharon en Gran Dolina, Sima de los Huesos ni Cueva Fantasma. La surrealista y atropellada escena de dos científicos en los yacimientos de Atapuerca, entregados a sus hallazgos, mi vida eres tú y solamente tú, terminó de desatar al público que acudió a la representación del pasado jueves. Fuera porque se contagiaran unos a otros, fuera porque el baile ya estaba lanzado y era imparable, unos se doblaban, otros se limpiaban las lágrimas de los ojos y algunos repetían la gracia para terminar de creérsela.

Quedaba aún la traca final. La flecha en el corazón. La última pirueta antes de salir del Castillo y beberse el resto de la noche sabiendo que, como dijo Mark Twain, la raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa. 
 

OTRA MANERA DE MIRAR LA HISTORIA
Patrimonios (Témpora 2.0) es el sexto espectáculo que Bambalúa crea para el Castillo. El idilio de la compañía burgalesa con la fortaleza arranca en 2005. Ese año propone al Ayuntamiento un montaje con los objetivos de, en palabras de Cristina Salces, que el visitante pernocte en la ciudad, ofrecer un verano alternativo y cultural, animar la visita a este patrimonio y explorar escenarios alternativos para una propuesta escénica. Armaron El hilo de la memoria. Después estrenarían La gallina ciega (2008), Témpora (2010), Kikiripum (2013) y Burgati (2015).

La nueva creación hunde sus raíces en Témpora, aunque más de la mitad es de nueva cosecha. En el humor está la clave. Una mirada cómica recorre todas las escenas de esta propuesta que carga las tintas sobre los tres patrimonios de la humanidad: Catedral, Camino de Santiago y Atapuerca. «Es un hito importante del que puede presumir la ciudad y creemos que está poco proyectado en su conjunto, aunque sí cada uno por separado, pero queremos que alguien que venga de fuera vea ese poder cultural de Burgos», agrega Sito Matía, otro de los actores que se mete en el pellejo de un puñado de personajes.

Las próximas representaciones serán los días 15, 16, 22, 23, 29, 30 y 31 de agosto y 6 y 7 de septiembre a las 22 horas. La entrada cuesta 5 euros y se venden en el mismo Castillo desde dos horas antes del inicio de la función. Y, ojo, la ropa de abrigo, siempre a mano.