¿Quién mató a AIIA en Clunia?

I.M.L.
-

Dos investigadores hallan pruebas escritas de un asesinato con arma blanca que se produjo en la colonia romana hace más de veinte siglos

¿Quién mató a AIIA en Clunia? - Foto: Alberto Rodrigo

La riqueza patrimonial e histórica de la colonia romana Clunia Sulpicia es indiscutible, tanto en lo que se puede apreciar en el yacimiento como en lo que todavía atesora la tierra a la espera de futuras excavaciones o lo que guarda en su interior cueva Román, pieza fundamental del abastecimiento hídrico de los antiguos moradores de esta parte de la comarca ribereña. Sin embargo, años de expolio de los restos han dispersado por la zona multitud de piezas que aportan curiosos detalles sobre lo acaecido en los dominios de la que fue una de las ciudades romanas más importantes de Hispania. Los investigadores Javier del Hoyo y Mariano Rodríguez han recorrido localidades como Coruña del Conde, Doña Santos, Peñalba de Castro o Huerta del Rey para descubrir estos pequeños fragmentos de la historia de Clunia tallados en piedra.

Las temáticas de las epigrafías localizadas son diversas y aportan luz sobre algunos acontecidos hasta ahora desconocidos, como las pruebas de un asesinato que han permanecido ocultas pero a la vista de todos los vecinos de Huerta del Rey y que estos investigadores han desentrañado. Porque la violencia es consustancial a la condición humana y ninguna etapa histórica se libra de las muertas violentas. Prueba de ello son los restos de una estela funeraria que, aunque estropeados por diversas reformas constructivas, se puede ver en la fachada de una vivienda de la localidad huertaña.

A solo ocho kilómetros de donde se colocó esta estela, antecedente de nuestras lápidas funerarias, como tantas otros restos sacados del yacimiento antes de su puesta en valor. «Hasta allí se han ido llevando, desde época no bien precisada, no sólo piezas arquitectónicas, sino también inscripciones latinas», recalcan estos investigadores en su artículo, aludiendo también a capiteles corintios. La estela funeraria que ahora se puede ver seccionada en dos partes es un recuerdo de Aiia Turellia, que tenía entre 26 y 28 años cuando falleció. «La parte superior presenta un busto de mujer con una iconografía de gran valor estilístico, y una guirnalda» describe el estudio, dando por sentado que el busto es una representación de la difunta.

Pero ¿de qué murió esta habitante de Clunia hace más de veinte siglos? La respuesta se encuentra en el otro trozo conservado de la estela y es el que resuelve el misterio: «Ocissa a servo», traducido, la mató su esclavo, y especifica cómo. «En cuanto al verbo usado para indicar la forma de morir, es destacable el uso de occidere, más específico que interficere (matar en general), que suele indicar de ordinario una muerte violenta, especialmente la realizada con un objeto cortante, es decir, con un arma blanca», recalca el estudio epigráfico de esta estela funeraria. 

Misterio resuelto. A Aiia Turellia la mató su esclavo con un arma blanca. «No da más detalles, ni de los motivos ni otras cosas, pero podríamos llegar a asemejarlo a un caso de violencia de género hace veinte siglos en Clunia, por el hecho de que la víctima es una mujer, lo que está claro es que es un asesinato con un cuchillo o algo similar, no la mató por otros métodos como la asfixia o el ahogamiento, porque armas de fuego no había en el siglo I d.C.», resume Javier del Hoyo apoyándose en el uso específico del verbo y acercando este suceso a la actualidad.

Además, en el texto que se conserva de la estela llama la atención el nombre de pila de la víctima, Aiia, que tiene un clara procedencia celta y «es la primera vez que aparece en Hispania», señala el estudio, que completa su nomenclatura con el de Turellia, que destaca una ascendencia romana «que hereda directamente de la gens familiar, que es muy poco habitual en la geografía del Imperio», ya que su padre se llamaba Turellius, completando este pequeño árbol genealógico con el nombre de la madre, Valeria, reflejados ambos en la inscripción de la estela conservada en Huerta del Rey como forma de especificar que son ellos los que dedican esta obra a su difunta hija.