El turismo del saber, segundo polo de desarrollo de Burgos

G. ARCE
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Detrás del proyecto científico de Atapuerca hay un crecimiento del 37% de las pernoctaciones en una década y, con ello, de los sectores que orbitan en torno a una nueva población flotante de 600.000 visitas. Mañana el MEH cumple diez años

El turismo del saber, segundo polo de desarrollo de Burgos - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Paradójicamente, al proyecto cultural de Atapuerca le hace falta la perspectiva del tiempo presente. Sus científicos son capaces de descifrar las secuencias de nuestros ancestros más remotos en clave de millones de años, pero aún carecemos del distanciamiento de años suficiente para ver lo que estos descubrimientos han provocado en el Burgos del siglo XXI. Una década es poco tiempo para valorar un impacto tan trascendente, aunque detrás del MEH y de todo lo que rodea al Complejo de la Evolución Humana ya se intuye, nunca mejor dicho, una evolución: de la ciudad industrial a la ciudad del saber, de la ciudad de las máquinas a la ciudad de las personas.

En los libros digitales de historia será tan trascendente la fabricación del primer neumático en la Firestone como la inauguración del Museo de la Evolución Humana a orillas del Arlanzón. Con una distancia de cuatro décadas, ambos acontecimientos visualizan el nacer de dos polos de desarrollo, el industrial, en el siglo XX, y el del conocimiento, en el arranque del XXI, recogiendo a su vez la misma inercia que impulsó el Burgos del siglo XV, el de la floreciente urbe de los mercaderes.

Son claves históricas, como los diferentes estratos de la Gran Dolina, que hay que ir analizando poco a poco, con minuciosidad y desde diferentes perspectivas. En esa tarea de descifrar la trascendencia del Sistema Atapuerca ocupa el tiempo que le deja su responsabilidad en la dirección de Caja Viva Caja Rural Ramón Sobremonte.

Este economista fue el autor de un estudio sobre el tema que vio la luz en junio de 2015. Su objetivo fue analizar el impacto económico directo del Sistema Atapuerca (yacimientos, MEH y el parque arqueológico) en la economía burgalesa, utilizando como principal indicador de su medida su función tractora sobre el turismo y su impacto en el PIB burgalés. La apertura del Museo supuso  un incremento de las pernoctaciones del 9,4% en los tres años siguientes, mientras que el incremento en el resto de Castilla y León (sin Burgos) apenas llegaba al 0,4%.

Eso significó, concluyó Sobremonte entonces, que 150.000 turistas habían pernoctado en la provincia, entre 2009 y 2014, como consecuencia directa del sistema Atapuerca. Es una cifra que cobra especial relevancia pues Burgos -y el conjunto de la economía nacional- padecía entonces una profunda crisis económica.

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