Volver a volver

ALMUDENA SANZ
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El Plantío bendice el reencuentro de La Maravillosa Orquesta del Alcohol y los burgaleses en San Pedro con la misma pasión y comunión que en los años prepandemia... y una confesión: la banda prepara un nuevo disco inspirado en el cancionero burgalés

Los músicos de La Maravillosa Orquesta del Alcohol jugaban en casa y el factor campo se convirtió en aliado desde el minuto uno. - Foto: Alberto Rodrigo

Después de confesar, por segunda vez, a la gente que ellos andaban increíble por el escenario, David Ruiz advirtió que no son de hablar mucho, pero ‘eso no significa que os queramos menos que los que hablan’. Y ese amor que sienten, ese amor que los músicos de La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.) sienten por su público lo declaran con cada uno de sus conciertos, con cada una de sus canciones, muchas coreadas y gritadas de principio a fin, pero también con algún regalo inesperado como el que recibieron ayer los 2.500 espectadores que llenaron El Plantío y no para cantar gol. Sobre el césped se hacía la noche, momento de confidencias, y el cantante desveló que están preparando un nuevo disco inspirado en el cancionero burgalés, que ya darían detalles más adelante, pero que les hacía ilusión compartirlo en casa. Y, para regocijo de sus fieles, brindaron un primer tema de ese álbum que pondrá a los héroes del sábado a bailar jotas. 

Fue ese uno de los muchos momentos mágicos de ese reencuentro, convertido ya casi en tradición, del septeto burgalés con su gente en San Pedro. Volver a volver. La estampa distaba, mucho, de las acostumbradas en el paseo de Atapuerca. Nada de piel contra piel y arrumacos, los justos. Pero ni la pasión ni la emoción fueron menos. Ni en el escenario, ni en el césped ni en las gradas. 

Con el ya clásico píntalo todo de negro con el que los chicos de la camiseta blanca anuncian su llegada, se desató la noche y solo bastaron los acordes de Miles Davis para que todos se olvidaran del frío, que hacía un rato, de las distancias entre los cuerpos, de la mascarilla, que nadie se quitó, y se lanzaran a cantar como si cada segundo el equipo local metiera gol... Quiero quedarme a vivir en ese instante, en el que la montaña rusa llega arriba y no antes... 
Hijos de Johnny Cash, Hay un fuego (que quedó bonita, bonita con las luces de los móviles bailando en las manos del público), Amoxicilina, Vasos vacíos, 93compases, La vieja banda (que dedicaron a los técnicos que ‘se lo curran’ para que ellos se suban todas las noches al escenario, más en estos tiempos complicados), Los lobos, Catedrales. O naufragar, PRMVR (...).

(Crónica completa, en la edición impresa de Diario de Burgos de este miércoles o aquí