El olmo vuelve a crecer en Grijalba 40 años después

P.C.P.
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El Ayuntamiento y la asociación cultural de la villa, que colaboran en varias iniciativas medioambientales, han plantado una quincena de lutèce, un híbrido más resistente a la grafiosis, y han solicitado una partida de autóctonos

Enrique Ruiz, alcalde de Grijalba, muestra el futuro jardín botánico. - Foto: Luis López Araico

Un vecino indeseado, Ceratocystis ulmi, se hizo fuerte en los campos de Grijalba hasta conseguir la extinción de todos los olmos que poblaban la llanura burgalés. La grafiosis fue algo así como la pandemia de coronavirus para una especie que pasó de estar entre las más comunes del mundo a verse en peligro de extinción, con 6 millones de ejemplares muertos en toda España. 40 años después, y con el hongo desterrado de su territorio, el olmo vuelve a crecer en estas tierras. 
Los vecinos de Grijalba han encontrado la mejor vacuna contra el temible hongo, la del voluntariado en verde, que les ha valido el Premio Provincial de Medio Ambiente 2021 de la Diputación (en la categoría de entre 101 y 400 habitantes) y un accésit en el concurso de fotografía Mi Pueblo es el Mejor de Diario de Burgos. La recuperación del olmo ha comenzado ya a través de dos de los numerosos proyectos que desarrollan entre el Ayuntamiento y la Asociación Cultural Villa de Grijalba.

El primero de ellos se llama Kiriland y está ubicado en la periferia del casco urbano, a la vera del depósito de agua. La zona, denominada Tojas de San Miguel, ha pasado de albergar los antiguos vertederos a convertirse en un futuro jardín botánico, con 177 árboles de 18 especies, seleccionadas tras un estudio del terreno. Muchos de ellos han sido apadrinados por particulares para costear el proyecto, que cuenta con subvención municipal. Se ha instalado además un sistema de riego automático por goteo, para reforzar sus posibilidades de pervivencia. «Se han perdido poquísimos árboles», recalca el alcalde, Enrique Ruiz Junto a ellos se ha habilitado una charca, gracias «al primer voluntariado que se hizo, con la Fundación Gutiérrez Manrique», explica - con una población cada vez numerosa de ranas y que sirve también de bebedero de aves. 

Allí crecen 5 pequeños ejemplos de olmo lutèce, un híbrido de especies europeas resistente a la grafiosis. Otros 10 esperan en macetas el traslado al que se espera sea su hogar durante muchos años, en la zona de las bodegas.Aquí entra en juego el segundo proyecto, Jardinalba, para el embellecimiento de espacios públicos comunes hasta ahora degradados o insustanciales. En este caso, el voluntariado no se limita al momento de la plantación, sino que los vecinos más próximos al lugar escogido se ocupan y preocupan del mantenimiento y cuidados de esos jardines y zonas verdes. «Está todo muy bien cuidado. Todas las esquinas están adecuadas y el parque de la entrada también es fruto del voluntariado», presume el alcalde. 

Grijalba quiere ampliar la familia con el autóctono (ulmus minor), para lo que ha solicitado una partida de ejemplares resistentes a la enfermedad del Programa Español de Conservación y Mejora de los olmos ibéricos, que impulsa el Ministerio de Medio Ambiente.

Así, el olmo volverá a Grijalba antes que el agua potable, que lleva más de una década sin fluir.