El benjamín de La Regadera

ARSENIO BESGA
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Asier Pirón toma las riendas de la batería para convertirse en la última incorporación del grupo mirandés con tan solo 18 años. Después de dedicar su vida entera a perfeccionar la técnica hoy se adentra en la música profesional

El joven músico, natural de Miranda de Ebro, se unió a La Regadera en el mes de agosto y desde entonces no falta a ninguna actuación. - Foto: Alberto Rodrigo

A golpe de bombo y caja, Asier Pirón tumba la puerta de la escena musical y se une a La Regadera. Desde agosto, el batería es uno más del colectivo y, solo con 18 años, ve sus aspiraciones cumplidas. «Cuando me llamaron me hizo mucha ilusión. Pensar en que iba a tocar en escenarios tan grandes, para tantas personas…», explica el percusionista, quien reconoce que «siempre ha sido mi sueño». El músico de Miranda está agradecido al grupo por confiar en él y considera, en definitiva, que «son muy buena gente».

La vida de este artista ha cambiado y, en parte, se lo debe a su profesor del conservatorio. «Le preguntaron a Eduardo si conocía a algún batería para el grupo», narra el intérprete con cierta emoción, y añade orgulloso, «dijo que me conocía a mí». Después de ese momento, el joven músico acudió a su primera cita con el grupo, tocó un par de canciones y se despidieron. Hasta una semana más tarde. En ese instante, «me pidieron que me preparara el repertorio para ensayarlo con ellos». Algo debe hacer bien en los ensayos, pues ya ha acompañado a la banda en cuatro conciertos y parece que seguirá. 

Asier participa en un proyecto ambicioso y profesional. Sin embargo, la adaptación de este músico ha sido sencilla. Por un lado, gracias a la acogida de la banda y, musicalmente, a causa de su afición por los ritmos que caracterizan a La Regadera. «Antes, tocaba canciones de La Raíz o de La Regadera», recuerda, «no las dominaba, pero las conocía por encima». Este hecho muestra la admiración del intérprete por el grupo, aunque, también, refleja el gusto de un melómano. «Escucho desde hip hop y rap, hasta rock, ska… De todo un poco», enumera Asier Pirón. 

La Regadera se mantiene como un refrente de la escena musical. Eso sí, los éxitos que cosechan no suponen una excusa para relajarse. Más bien, les obligan a seguir esforzándose en cada acorde. «Ensayamos dos veces por semana», explica el batería, a lo que añade: «Tocamos el repertorio del concierto. A veces paramos para repetir alguna canción, normalmente por mí… Tengo que mejorar aún». Los resultados llegan gracias al perfeccionismo con el que la banda trabaja. 

La profesionalidad del grupo no está reñida con el disfrute de sus miembros cuando actúan y ensayan. El benjamín de la banda no se esconde: «Nos divertimos mucho». Su sensación es esa, pese al momento sanitario en el que se ha unido. Aún así, las nuevas medidas les acercan al contexto de los antiguos conciertos. «Ahora ya no se necesitarán sillas. Todo será mejor [...] el público te transmite vida, energía».

El escenario es complicado y si el artista no está acostumbrado, más. A este batería le temblaban un poco las rodillas en las primeras actuaciones, pero dice: «Me siento apoyado, todo es más fácil gracias a la banda». La presión se reduce en buena compañía, está claro. 

El entorno influye en cualquiera, lo que se acrecienta para un niño. Algo así vivió Asier, según cuenta: «Un amigo iba al Conservatorio con seis años [...], yo me apunté para probar». Menos mal. Gracias a esa amistad hoy escuchamos el bombo y los platillos de La Regadera golpeados por él. El mirandés narra que «empecé tocando la guitarra, porque me gustaba... Y porque no había plazas en percusión». Un curso más tarde, con 7 años, ya cogió las baquetas, aunque aún hoy no sabe expresar un motivo profundo. «Escogí la batería simplemente porque me llamaba la atención», recuerda entre risas. 

La vida de este músico siempre ha estado -y estará- vinculada a su instrumento preferido. Terminada la formación en su ciudad, tuvo que abandonarla y poner rumbo a País Vasco. «Aquí solo hay grado elemental, el básico», lamenta, «tuve que ir a Vitoria para el grado medio y, cuando termine, tendré que moverme a San Sebastián». La realidad a la que se enfrenta este artista es dura, pues querría vivir en su ciudad, pero debe partir si pretende aumentar su conocimiento. En resumen, subraya que «todo lo que hago es para y por lo mismo: ser intérprete profesional». 

Lo próximo. El grupo no para de progresar. Hace semanas publicó un single, con la colaboración de Viki Lafuente: «Canto a mi dolor». La acogida en redes ha sido espectacular, solo queda descubrir la reacción del público en directo.
Pese a ello, estos artistas no se contentan, quieren más, siempre encaran nuevos retos. Con una sonrisa picarona, Asier anticipa: «No sé si puedo contar nada… Pero creo que sí, va a salir algo, va a ser algo serio». En cualquier caso, hay una información que sí se puede manejar: La Regadera acompañará a Blake, el rapero castellano leonés, en su nuevo álbum.