"Vivimos una guerra mundial, con aranceles en vez de balas"

Raúl Canales
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Embajador de España en el programa The Future Society y presidente de la fundación Glocal, es una de las personas que más sabe sobre desarrollo económico y sostenibilidad en el país. Mañana dará una conferencia en el acto de Miranda Empresas

Josu Gómez Barrutia. - Foto: Óscar Casado

A Josu Gómez una carta le cambió la vida. Acababa de terminar su primera carrera universitaria cuando leyó que el exvicepresidente norteamericano Al Gore convocaba a 200 jóvenes talentos de todo el mundo y no se lo pensó dos veces antes de escribir para postulares. A los pocos días estaba viajando a Estados Unidos. Su propia experiencia le sirve como ejemplo cuando en sus conferencias explica que creer en uno mismo es el primer paso para triunfar. Aunque quince años después su curriculum intimida tanto como su claridad a la hora de analizar los procesos que se vienen, Josu Gómez mantiene los pies en el suelo, con un ojo puesto en la economía mundial pero sin perder de vista tampoco la realidad de su Eibar natal.

¿Cuál es la receta para ser un emprendedor de éxito?

Lo primero es no tener miedo al error, porque hoy en día se pone mucho acento en el fracaso cuando fracasar es algo natural. No conozco a ningún emprendedor que le vaya bien que no se haya equivocado por el camino. Por lo tanto la constancia es clave, como también lo es tener una visión global para encontrar oportunidades de negocio.

Ese margen de error se reduce al mínimo cuando es una administración pública la que necesita impulsar un plan de reindustrialización, como en el que está inmerso Miranda.

Las administraciones no pueden ser las únicas en crear ecosistemas de inversión sino que hay que ir a la alianza público-privada. Muchas veces a los empresarios que quieren arriesgar su capital les cuesta identificar donde está el talento y por eso son importantes foros como este encuentro empresarial, en el que se conectan empresas que quieren innovar. Las administraciones tienen que aliarse con la parte privada que quiera construir progreso y arriesgar.

¿Cuál es el factor de localización que debe explotar Miranda?

La ubicación geográfica pero también el talento, porque el efecto de triple frontera otorga a los mirandeses un carácter emprendedor muy interesante. De hecho la ciudad ha logrado superar en poco tiempo una crisis brutal dando el primer paso, que es orientar su futuro. Ahora hay que potenciarlo, pero es algo que la ciudad sola no puede hacer, sino que debe generar alianzas.

Como experto en desarrollo local, ¿no cree que la mayoría de ciudades miran siempre a los mismos sectores y que falta creatividad para reinventarse?

Un poco sí, pero sobre todo hay que entender que somos aliados en un territorio compartido para tejer sinergias. En el caso de Miranda ha hecho algo importante que es la especialización, pero la apuesta por la logística hay que acompañarla de más cosas. Se habla mucho de sectores emergentes como por ejemplo el retail, pero también la logística puede ir unida a innovación y por eso además de hablar de transporte, hay que hablar de marcos de digitalización y de crear otros espacios de generación de riqueza.

La revolución tecnológica se esperaba que redujera las desigualdades pero las está acrecentando, ¿la innovación es el único camino para salir de la crisis?

Se está ampliando la brecha porque hay países con gafas del siglo XXI y otros todavía con las del XX, por lo que si no se toman medidas, un gran número de población no va a poder acceder a los cambios que se están experimentando. Si antes hablar inglés era fundamental para competir en el mercado, hoy hace falta saber de código binario o márketing digital, porque las tecnologías delimitan quien accede a las oportunidades de negocio. El gran reto a corto plazo es socializar el conocimiento teconológico, y esa es la filosofía de foros como el que se celebra estos días en Miranda, que permiten que la gente que tiene una idea pueda desarrollarla.

Mientras en tecnología avanzamos a velocidad de vértigo, ideológicamente sufrimos un retroceso con el auge de viejas doctrinas populistas y totalitarias.

Si la economía va mal, la sociedad retrocede. La palabra clave es incertidumbre, porque lleva al desasosiego y al miedo, el caldo de cultivo perfecto para que aquellos que vienen con propuestas simples a problemas complejos logren captar la atención de las masas. Así calan mensajes como el de Trump, Bolsonaro o Le Pen, que fijan un enemigo externo.

¿La próxima guerra será una guerra comercial?

Ahora mismo estamos ya viviendo una guerra mundial brutal en la que no hay balas ni misiles, sino aranceles, pero que genera efectos colaterales muy dañinos que pueden llevar no solo a grandes conflictos bélicos sino a un enfriamiento de la economía global. La culpa también la tiene la socialdemocracia, que no ha sido capaz de dar respuestas claras a los miedos de la población.