"Si un día me falta esto, como si me toca tirar de mocho"

H. JIMÉNEZ
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Cristina Carpintero fue contratada hace 17 años como ordenanza en el Instituto Municipal de Cultura y en todo este tiempo no ha salido su oposición

Carpintero, en el vestíbulo del Teatro Principal donde tiene ‘su’ oficina. - Foto: Jesús J. Matías

Estaba en el paro, la llamaron del INEM y fue al Ayuntamiento de Burgos a hacer una entrevista de trabajo sin demasiadas esperanzas, aunque ya había tenido una breve experiencia como ordenanza en el Imserso. "Yo me temía que el puesto estaba dado de antemano", confiesa. Pero para su sorpresa la llamaron enseguida y entró de interina en la plantilla del Instituto Municipal de Cultura. De eso hace 17 años, y hasta hoy, ahí sigue en el Teatro Principal.

Cristina Carpintero es personal subalterno en las oficinas de la concejalía cultural del Consistorio. Ordenanza o bedel, como popularmente se les conoce, se encarga de labores de recepcionista "como si fuera la de un hotel". Atiende las llamadas y las filtra hacia los técnicos, coge recados, escanea documentos y los lleva a sus destinatarios. Una labor normalmente poco valorada pero imprescindible para el engranaje de la administración. Ella está orgullosa de serlo, pero en todo este tiempo su plaza no ha salido a oposición, aunque sí otras de ordenanza para las oficinas centrales del Ayuntamiento, y eso es algo que siempre genera inquietud.

Más todavía cuando a lo largo de las últimas semanas en los medios nacionales se ha hablado mucho sobre la conversión de interinos en personal fijo de las administraciones, lo que generalmente se engloba bajo el término de "funcionarios", a todo aquel que lleve más de cinco años en el mismo puesto de trabajo, con el mismo contrato y de manera ininterrumpida. Si quieren evitarlo, los distintos organismos públicos deberían sacar oposiciones de forma masiva.

"Yo esa incertidumbre la llevo bien", asegura mientras afirma con total aplomo: "Para mí la estabilidad no es tan importante, al contrario de lo que veo en muchos compañeros. Yo tengo dos manos y dos pies y el día que me falte el trabajo, como si me toca tirar de mocho". Reconoce, eso sí, que cada vez que surgen rumores de exámenes "estás con el comecome", y rechaza las presuntas envidias de quienes sí que han aprobado la oposición y la miran con reproche por tener un puesto de trabajo sin haber superado una prueba en toda regla.

Promesas y realidad. Hace unos años se afilió a la UGT para pelear por su derecho a ser indefinida y tiene muy claro su derecho a cobrar un despido improcedente en el caso de que se quedase sin empleo. Y respecto al debate existente a nivel nacional sobre la conversión de interinos en fijos, tiene muchas dudas de hasta qué punto las promesas e intenciones se harán realidad: "Lo que se lanza en los medios o en las redes hay que cogerlo con pinzas, hay que leer la letra pequeña. Hasta que no lo veamos en una ley no será nada oficial, porque hay muchísimos matices y no es lo mismo una persona que lleve 17 años que quien hace sustituciones de verano".

Ella insiste en no darle importancia a la posibilidad de tener que marcharse, pero advierte a todos los que abogan por un borrón y cuenta nueva generalizado en el mundo de las interinidades: "Si nos despidieran en bloque los que más perderían serían los ciudadanos, porque somos un activo para la administración y nuestra antigüedad y experiencia son valiosas, sería una pena perderlo. Incluso muchos jefes te preguntan cómo se hacen las cosas porque llevas muchos años", concluye. Algunos de ellos seguro que no quieren perder a las decenas de 'Cristinas' que tienen bajo su mando.