"Los franceses han dado la espalda a la política"

Antonio Torres del Cerro (EFE)
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Último presidente socialista en la nación gala, el exmandatario se muestra orgulloso del legado que dejó tras un lustro al frente del Gobierno, del que destaca haber sido capaz de evitar la fractura de los ciudadanos por culpa de la amenaza yihadista

"Los franceses han dado la espalda a la política" - Foto: CHRISTOPHE PETIT TESSON

Hace cuatro años que François Hollande abandonó la Presidencia francesa para pasarle el testigo a Emmanuel Macron. Su agitado lustro de Gobierno (2012-2017) estuvo marcado primero por la crisis económica de la zona euro; después por la de los refugiados; y, por último, por la oleada de atentados terroristas. Hollande desalojó el Elíseo con bajísimos índices de popularidad.

Su retiro, sin embargo, no le ha dejado al margen de la actualidad de su país, que acaba de celebrar elecciones regionales con poca participación. «Hoy los franceses han dado la espalda a la política, lo podemos ver con los niveles de abstención tan altos en las elecciones», lamenta, atribuyendo este «desencanto» a la desintegración de los partidos tradicionales.

¿Cómo es su día a día?

Yo determino mi agenda. Recibo a un cierto número de delegaciones, de intelectuales, de investigadores. Tengo un programa bastante completo. Creo que el papel de un antiguo presidente es el de acercarse a los jóvenes, quienes están muy lejos de la política, muy lejos de las instituciones y que ponen en duda la utilidad de la democracia.

¿Qué legado ha dejado a Francia?

En materia económica, permití que el país saliese de la crisis en la que estaba inmerso desde 2008. La segunda huella ha sido una reducción de las desigualdades. Y la tercera, una huella social que se ha visto en la cuestión del matrimonio para todos, aunque los españoles lo hayan hecho antes. Finalmente, algo que no estaba en mi programa, pero que era de mi responsabilidad por ser jefe de Estado: asumí una crisis terrorista grave, que superamos no solo con operaciones en el extranjero o con medidas de seguridad interna.

Estuve a la altura evitando que los franceses se fracturasen sobre la cuestión del terrorismo y del islamismo.

Cuando en esa época miraba los sondeos de popularidad, ¿qué se le pasaba por la cabeza?

Que no es fácil gobernar y es normalmente ingrato dirigir un gran país porque no nos llevamos los laureles enseguida. Muchas veces, los elogios llegan cuando dejas el poder. He vivido de manera estoica la impopularidad. Eso no me impidió seguir acometiendo reformas.

¿Los franceses son ingratos?

No, son exigentes. Francia siempre ha sido una nación muy comprometida. Hoy los franceses han dado la espalda a la política, lo podemos ver con los niveles de abstención tan altos en las elecciones. Este desencanto con la democracia está relacionado con los sucesivos partidos que han gobernado y no han aportado los resultados esperados, pero también es consecuencia de una descomposición de las grandes fuerzas democráticas. Los grandes partidos han de encontrar su papel.

¿Lloró durante su mandato?

Me sucedió una vez y no sobre mí, es mejor evitar cualquier tipo de compasión centrada en uno mismo. No pude evitar las lágrimas durante la ceremonia de los atentados del Bataclan (2015). Estábamos todos juntos muy emocionados.

¿Ser presidente es tan solitario como dicen?

Sí, en el sentido de que es quien toma una decisión él solo. Pero esa soledad no puede ser institucional. Un presidente necesita consejos, diálogo, concertación...

¿Cuáles son los tres principales arrepentimientos de su mandato?

Internacionalmente, no haber intervenido en Siria en agosto de 2013 después de que Bachar al Asad utilizara armas químicas. Francia no podía actuar sola. Lamento que Barack Obama no nos secundara. Si en ese momento hubiésemos atacado al régimen sirio, hubiésemos, sin ninguna duda, evitado la radicalización.

El segundo es que fuimos demasiados lentos en la lucha contra la crisis financiera. Es cierto que fue un éxito haber mantenido en la zona euro a España, Italia, Portugal y Grecia, pero lo podríamos haber hecho más rápidamente.

El tercero fue proponer la retirada de la nacionalidad (francesa) a los criminales terroristas cuando no había consenso para ello.

¿Cómo ve a Macron? ¿Es posible ver a Marine Le Pen como presidenta de Francia en 2022?

Macron todavía no ha terminado su mandato, ya veremos si vuelve a ser candidato, aunque todo indica que se prepara. El juego está muy abierto. La derecha todavía no ha escogido a su aspirante. Actualmente la izquierda no está solo dividida, no tiene a nadie que la represente.

Respecto a la extrema derecha, se alimenta de las debilidades de los otros partidos. Hay que avanzar para que el partido de Le Pen se quede a su nivel, que es ya bastante alto, cerca del 20 por ciento, según los sondeos. Pero si los partidos siguen en vías de descomposición y la oferta política continúa poco atractiva, existe el riesgo de que la ultraderecha gane.

De todas formas, yo creo que habrá una movilización para impedir su elección, aunque haya mucha gente que diga que los electores, especialmente los de izquierda, no votarán si hay una segunda vuelta entre Macron y Le Pen. No veo ese escenario.

¿Cuándo llamó a Macron para que integrase su Gobierno, imaginó que se convertiría más tarde en presidente?

Sinceramente, no. Y cuando le nombré ministro de Economía no imaginaba que él pensaba en ser candidato.