Alma familiar

J.A.D.C.
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El Blasgón y Bodegas Ceres abre las puertas de su vestuario a cinco de sus aficionados para vivir una jornada especial previa a un partido liguero

Varios de los aficionados elegidos, junto a Lucas Grandi durante la sesión de fisioterapia previa al choque - Foto: Julio Calvo

El Blasgón y Bodegas Ceres Villa de Aranda sigue haciendo historia. No sólo a nivel deportivo tras su última y más reciente victoria frente a Acanor Novás, sino también a nivel humano. Y es que, si el equipo es lo que es a día de hoy -un órgano vivo dentro del propio municipio de Aranda de Duero-, se lo debe en gran parte, sino casi todo, a su afición. Una masa social fiel como pocas en las duras y en las maduras, y que ha permitido a la entidad amarilla sobrevivir a varias crisis de diversa índole para llegar, esta temporada, a situar al club como uno de los más serios aspirantes a la zona alta de la categoría a final de curso.

La directiva ribereña lo sabe, y por eso quiso romper este sábado las barreras que pudieran existir entre plantilla y aficionados para erigirse pionera dentro del deporte arandino. Lo hizo al facilitar el acceso a zonas nunca vistas a cinco de sus socios: Enrique López, Rosario Sanz, Juanjo Sanza, Alberto Pastor y Mario García. Un ejemplo a seguir que pretendía aumentar, si cabe, un poco más la ya estrecha relación del club y sus socios, y que consiguió, con la actividad, fortalecer esos lazos de pertenencia que la sociedad ribereña tiene para con el primer equipo de la localidad.

De este modo, si bien es cierto que para los cinco elegidos, vivir un partido de balonmano más no era ninguna novedad, sí lo fue experimentar desde dentro todo el ritual que acompaña a un escenario de prepartido. «La verdad es que aprendes desde dentro a vivir cosas que desde la grada ni te imaginas», afirmaba a DB Rosario Sanz; única fémina del grupo, pero verdadera apasionada del Blasgón y Bodegas Ceres desde hace años que, además, reconoce que habla mucho con los jugadores por la calle porque «vivo cerca de ellos».

«La experiencia ha sido fenomenal. Espectacular», reseñaba por su parte Enrique López. «Lo hemos vivido con mucha intensidad y ha sido muy especial porque se ve todo el trabajo que hay detrás, pero creo que sobre todo esta iniciativa ha servido para que se rompa la barrera entre equipo y grada y sintamos aún más lo que es el club».

En la misma línea argumentaba Juanjo Sanza sus minutos dentro del vestuario amarillo. Una ruta que había comenzado más de una hora antes del pistoletazo inicial de partido con la charla técnica de vídeo y que había seguido con las rondas de fisioterapia y calentamiento en pista para llegar a las siete de la tarde. «Esto es importante para conocer el trabajo que se realiza desde dentro», sentenciaba el aficionado. «Un trabajo que no sólo es el partido, sino todo lo que lleva detrás. Esta gente es una auténtica profesional y está 24 horas pensando en el balonmano. Tanto la charla de los entrenadores como la labor de scouting y la preparación de los partidos ha sido muy interesante».

«Es una manera diferente de ver el prepartido y la verdad que resulta curiosa», matizaba a mayores Alberto Pastor, cuarto aficionado de los cinco elegidos. «Los jugadores están contigo, te hablan... Además la zona de vídeo me ha gustado mucho. Cómo lo analiza y lo explica Alberto. Lo hace de una manera además divertida».

Por último, y como no hay quinto malo, Mario García no fue la excepción. El joven aficionado amarillo, prácticamente toda su vida enganchado a los resultados del club, quiso también manifestar su alegría por haber podido vivir en carne propia todo el preparatorio junto al resto de aficionados. Una experiencia que le encantó, y que no dudaría en repetir y recomendar al resto del público para sentir, en vivo, la auténtica emoción competitiva de un plan, que según el propio equipo, es de todos.