La derrota del domingo en Alcorcón ha hecho mella, sobre todo por las formas. El Burgos CF, que ni tiró a puerta, dejó pasar una gran ocasión de abrir una pequeña brecha con sus rivales por la permanencia y además dio vida al colista, al que pudo dejar a nueve puntos de distancia, pero que acaba la jornada a tres de los blanquinegros. Así que ya surgen las primeras dudas.

Probablemente Julián Calero, como Luis Enrique, sepa más de fútbol que la mayoría de los que estos días critican sus últimas decisiones. Seguramente nadie mejor que el técnico madrileño sabe qué pasa con Claudio Medina -al que no da bola desde el debut en Gijón-, qué le puede aportar Undabarrena y cómo estaba Juanma para no saltar al campo ni un minuto en Santo Domingo. 

Tras el empate en Lezama, donde casi gana con diez al Amorebieta, el Burgos CF salvó un punto contra Las Palmas y perdió con merecimiento en Ibiza. Calero entendió entonces que algo debía cambiar y en el derbi apostó por cinco atrás y Saúl Berjón en el banquillo. Funcionó ante el Mirandés -porque venció aun defendiendo muy metido atrás-, pero no cuajó en Alcorcón. Y al técnico madrileño le toca volver a mover ficha. 

«El Burgos nunca está cerca de ganar», me dijeron el sábado. Y lo rebatí. Ni en Gijón ni contra el Eibar mereció perder. Y aunque el penalti a Juanma lo condiciona todo frente al Valladolid, la forma de competir entonces (con y sin balón) marca el camino para llegar a los 50. El domingo visita El Plantío el Lugo, que tiene dos puntos más. De poco sirve empatar.