La irrefrenable llamada de la danza

ALMUDENA SANZ
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La Escuela Ana Laguna, que admite inscripciones hasta el viernes, ultima un plan de seguridad para afrontar el nuevo curso y resalta la capacidad de adaptación de sus alumnos estos meses

Las pruebas de selección de nuevos alumnos se retrasan a septiembre, aunque la solicitud se formule ahora. - Foto: Alberto Rodrigo

La educación ha sido uno de los pilares más tambaleados por la crisis sanitaria. El confinamiento privó a los alumnos de acudir a clase y si esta situación provocó quebraderos de cabeza en todas las enseñanzas, se complicó más para las artísticas. La danza necesita sí o sí de contacto, de un espacio habilitado para moverse... Pero la covid-19 no hace distinciones. Esta disciplina ha tenido que adaptarse a las circunstancias y lo ha hecho con nota. La directora de la Escuela Profesional Ana Laguna, Amaya Iglesias, resalta la versatilidad demostrada por los futuros bailarines y el papel principal de la danza para afrontar el extraño día a día.

«Ha ayudado de manera considerable a sobrellevar el confinamiento, tanto a ellos como a sus familias. Ha sido una herramienta de acompañamiento físico y emocional fundamental», subraya y aplaude la implicación del profesorado para que los alumnos culminaran su formación este curso.

Ha sido un desafío para todos. Sin la oportunidad de entrenar en la barra, ni contar con las correcciones en directo del maestro, ni ensayar técnicas que necesitan sí o sí la concurrencia de un compañero, se han desarrollado otros aspectos en los que habitualmente se hace menos hincapié. Ha habido un entrenamiento físico mayor, se ha ahondado en la cultura dancística con visionado de vídeos de ballets clásicos, ha sorprendido lo bien que ha funcionado la asignatura de improvisación... «Se ha trabajado muchísimo la parte creativa en detrimento de la técnica, que requiere un espacio habilitado. Durante este tiempo se han desarrollado actitudes, afianzado la autonomía que esta disciplina da y demostrado la adaptabilidad y flexibilidad que enseñamos», enumera orgullosa la directora.

A pesar de hacer de la necesidad virtud, el mundo virtual no es el ideal para formar a futuros bailarines y el centro dependiente de la Junta ultima un plan de seguridad para afrontar el nuevo curso que culminará este mes. Lo hacen a partir de la información que intercambian con otros conservatorios de España y de fuera y también con la mirada en las compañías. «Estamos trabajando en tres escenarios distintos: presencial, semipresencial y total confinamiento. Ya sabemos lo que puede pasar y ocurra lo que ocurra en otoño no nos puede pillar por sorpresa», adelanta.

El boceto contempla el uso de mascarillas, control de entradas y salidas, prohibición de uso de los vestuarios, acceso al aula descalzos, utilización de gel antes, durante y después en materias que requieran contacto entre los alumnos, distancia de seguridad en las clases que lo permitan... y la ampliación del servicio de limpieza, que si es esencial en cualquier centro escolar, mucho más en uno en el que hay movimiento y contacto inevitable con las superficies.

Esta falta de protocolos hasta el momento ha obligado igualmente a aplazar a septiembre las pruebas de selección de los nuevos estudiantes, aunque el plazo para realizar las solicitudes concluye este viernes (información en la web www.fuescyl.com). Se harán la primera quincena de septiembre y, probablemente, se amplíe el número de jornadas para garantizar la distancia de seguridad.

Iglesias espera que la danza siga seduciendo a los pequeños, aunque la pandemia paralizó todas las actividades que organizan para visibilizar esta disciplina en la sociedad: «Para nosotros es importante no perder el camino andado de integrar la danza en el proceso educativo de los niños».

¿Los concursos?

a alarma sanitaria derribó en un tris la ilusión que los alumnos habían puesto en sendas citas con el escenario. Borró la muestra del taller coreográfico, programada para el 19 de marzo, y la participación en tres certámenes: Nijinsky de Huesca, Torrelavega en Cantabria y ORBE en Burgos.

Las tres citas ya han anunciado las nuevas fechas, pero la directora no las tiene todas consigo. El curso empieza el 13 de octubre y teme que, entre el confinamiento y el veraneo, el alumnado no esté preparado. Ni siquiera contando con que el 2 de septiembre inician un plan de refuerzo para recuperar contenidos y afrontar el curso. «Nos va a costar unos meses volver a sentir que estamos como antes. Lamentablemente, lo vemos complicado, pero aún no está decidido», zanja.