La capital de España está desbordada por los efectos del coronavirus en su población y soporta una media diaria de fallecimientos de en torno a los 230, un volumen ingente para la capacidad de sus empresas funerarias y, sobre todo, de sus hornos crematorios. De ahí que Burgos, en concreto San José, esté  ya incinerando cuerpos de personas fallecidas en Madrid a causa de la enfermedad. Su gerente, Alfonso Martínez, prefiere no dar números, -«no es el momento de hablar de cifras»- advierte, pero en algunas jornadas han llegado hasta sus instalaciones más de una decena de cadáveres.

San José posee en su tanatorio del cementerio cinco hornos crematorios, lo que le proporciona «capacidad suficiente para prestar ayuda a las empresas de Madrid que lo necesitan, que son la mayoría». Sí, el negocio burgalés de pompas fúnebres está dando servicio a varias funerarias. La operativa es la siguiente: cuando una de esas funerarias observa que no da abasto para incinerar todos los cadáveres que les llegan contacta con San José. «Si dispone de furgones o coches para traer aquí el cuerpo lo hacen ellos, pero si no estamos yendo desde aquí a por ellos», explica Martínez. En alguna jornada han viajado tanto por la mañana como por la tarde.

Los cadáveres, que llegan en sacos estancos que no se abren bajo ningún concepto en ningún momento, son incinerados -siempre con conocimiento previo de la familia de que han sido trasladados a Burgos- y después las cenizas se devuelven a los parientes.

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