"Lo primero que hice en Gala fue ir a buscar trabajadores"

G.A.
-

No presiden, no representan, no quieren foco... Pero son parte esencial de esta ciudad. La crónica de Burgos se escribe en las vidas de quienes ayudaron a construirla. Estos son algunos de esos hombres y mujeres y esta es (parte de) su historia

Miguel Ángel López Santa Olalla disfruta de una jubilación activa gestionando e impulsando iniciativas sociales como el Banco de Alimentos de Burgos. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Los burgaleses y las burgalesas tenemos una oculta curiosidad a la hora de entrar en un cuarto de baño: la de comprobar que el inodoro, el lavabo o el bidé lleva impreso el sello ‘Gala’ o, lo que es lo mismo, que lo ha fabricado un familiar, un conocido o un amigo de la cuadrilla en una de las fábricas más emblemáticas de la ciudad: Cerámicas Gala. Miguel Ángel López Santa Olalla, que vio nacer esta industria en los albores del Polo de Desarrollo y que la dirigió durante 35 fructíferos años hasta su jubilación, reconoce sin ambages que sigue fijándose en este detalle en su visita a los excusados y sintiéndose en la intimidad del baño muy orgulloso de una vida dedicada a esta empresa y de tantos y tantos trabajadores que pasaron por ella.

Hoy es un jubilado activo de 75 años y lo de activo no es un adjetivo vacío: no para quieto. Ya no tiene despacho pero sigue ordenando sus jornadas con una agenda de tapas de piel que luce muchas páginas llenas. Gerencia una vida volcada hacia la sociedad, hacia su ciudad, a través del voluntariado. Es uno de los impulsores del Banco de Alimentos, una de las instituciones benéficas más inquietas y valiosas en la que colaboran no pocos exdirectivos de las empresas locales y también sindicalistas. 

Los fines de semana es uno de los incondicionales que reivindican en la Plaza Mayor que la reapertura del tren directo por Aranda de Duero no caiga en el olvido y llegue a ser una realidad.

Aunque nunca deja de sonreír y parezca que nada le duela, le disgusta que todos los que alzan la voz por un Burgos mejor sean jubilados, que no haya jóvenes que reivindiquen lo que va a ser su futuro. Y ya van más de cien plantes en la Plaza Mayor, delante del Ayuntamiento, pidiendo el directo. "En esto tienen razón los que dicen que somos fríos: necesitamos una mayor implicación de la gente con Burgos. Nos cuesta movernos, nos gusta darlo todo por hecho y que sean los demás los que lo hagan, los que se muevan...".

Muchos le reconocen en su faceta como director general de Gala y los que no le conocen personalmente le presuponen una vida fácil y de éxito. Pero sus orígenes son humildes. Nació en la calle Diego Polo, en una de las casas de la barriada de Los Labradores que construyó su abuelo paterno, viviendas dotadas con cuadra y huerto, que hoy son el salón y el jardín de los árboles frutales a los que dedica su tiempo de ocio junto con su hermano. 

"Mi padre era obrero, pintor de brocha gorda, y mi madre ayudaba en casa cosiendo guantes. Vivimos con las carencias económicas de la época y eso te hacía madurar mucho antes que los niños de ahora, que lo tienen todo. Había que echar una mano a la economía familiar desde muy joven, lo que no quita que fuera un chico de barrio y que el barrio fuera mi lugar de juegos. Todo eso ha desaparecido... Los chicos de hoy no saben lo que se han perdido...".

Pese a las estrecheces, pudo cursar el bachillerato en un colegio de pago: los Maristas. "No había medios para poder estudiar una carrera fuera de Burgos y estudié aquí lo único que se podía...". Ingresó en la Escuela Profesional de Comercio, ubicada en el monasterio de San Agustín, en cuyo claustro pasó seis años de grato recuerdo. Obtuvo los títulos de perito y de profesor mercantil, años después reforzados con un máster en dirección de empresas.

Fue futbolista (portero de la Selección Oeste de Castilla, que incluía también a Santander) y también practicó el ciclismo y el tenis.

Nada más abandonar el claustro de San Agustín, a mediados de los 60, Burgos es declarada ciudad de Promoción Industrial y beneficiaria de unos suculentos incentivos fiscales y subvenciones para instalar empresas procedentes de España y el extranjero. "Entonces sobraban empleos", recuerda.

Una de las primeras en llegar, en el año 65, fue Cerámicas Gala, de la mano de inversores italianos. Allí llegó el joven titulado mercantil en el 66, cuando aún estaba construyéndose la fábrica junto a la Nacional Uno. "Entré para llevar la administración y la contabilidad pero entonces teníamos una gran carencia de mano de obra para todas las industrias que se estaban instalando. A mí me tocó buscar gente por los pueblos de los alrededores, en un entorno de 30-40 kilómetros. Llegamos hasta Covarrubias...".

Conoció la ciudad que ya no existe, la de los 80.000 habitantes, previa a las grandes promociones de viviendas para trabajadores en Gamonal impulsadas por el Polo de Desarrollo. "Al principio, la gente venía y volvía de su casa cada día en autobús, luego se fueron afincando en la ciudad. En Gala entraron trabajadores de Soria, de Segovia e incluso hubo emigrantes al País Vasco que retornaron, aunque fueron los menos". 

"Fue una época muy interesante, cada día abría una nueva empresa del extranjero, el País Vasco y de muchos otros sitios. Fueron llenando un polígono de Gamonal que yo conocí vacío".      

La fábrica de porcelana sanitaria empezó a ‘hornear’ váteres y lavabos a finales del 66. Primero fue un horno con apenas 80 trabajadores, aunque luego se  fueron incorporaron más hornos en el 79 y el 92, instalaciones de más de 120 metros de longitud y producción continua que exigían inversiones millonarias. "Cada vez que hacíamos una ampliación venía una crisis", ironiza.

Gala saltó fronteras a más de 30 países y se situó como la segunda marca nacional después de Roca. Cientos de miles de sanitarios fabricados en Gamonal se instalaron en las nuevas promociones de vivienda y en los bloques de apartamentos que se fueron levantando en las costas españolas. El otro 50% de las piezas se destinaban a reformas... "Nunca escuché de los propietarios nada relacionado con salir de Burgos, la apuesta por la ciudad fue muy buena. Sobre todo, se dieron cuenta de que somos gente seria y trabajadora... Hoy veo a Gala como una empresa asentada, aunque ha sufrido la última crisis, y espero que siga por muchos años". 

Aquel perito mercantil del barrio de San Pedro y San Felices pasó a ocuparse de las tareas de compras y personal y en el 74, con apenas 30 años cumplidos, fue nombrado director gerente de la fábrica, cargo que ejercería 35 años hasta su jubilación.     

Huelgas. Dirigir una fábrica que llegó a superar los 500 trabajadores  tuvo sus complejidades. La plantilla de Gala protagonizó huelgas históricas por su duración y por la dureza con la que se emplearon sus trabajadores, que cortando muchas veces la N-I con neumáticos ardiendo y llegaron a colgar dianas en la casa del directivo. "La negociación de los convenios generaba tensión y días de huelga, pero detrás de las movilizaciones más importantes hubo motivos políticos. Tras la muerte de Franco hubo algunas tremendas. Recuerdo una que se prolongó más de 60 días y que nos obligó a parar los hornos...".

Vistas desde la distancia, López Santa Olalla considera aquellas movilizaciones como "una vacuna": "Muchos se dieron cuenta de que las fábricas no eran suyas, que tenían dueños... A mí me preocupaban estas movilizaciones, aunque me hicieron director muy joven y ya tenía experiencia de a lo que me enfrentaba".

Pasados los años -reconoce- se olvidan los malos momentos y se conservan las amistades en todos los escalafones de la empresa. "Una de mis mayores alegrías es que hoy en día veo o me ve gente por la calle que trabajó conmigo y me saludan y recuerdan... Quien sabe -bromea- de por eso de ‘otro vendrá que bueno te hará...’".

"Hoy tengo más claro que nunca que las empresas no son personas sino que son equipos. Un director no es nadie si no cuenta con una plantilla de mandos superiores e intermedios que te ayude. Si no, es imposible".  

Tiempo. López Santa Olalla fue presidente del Colegio Oficial de  Titulares Mercantiles de Burgos; durante varios mandatos, de la Asociación Nacional de Fabricantes de Cerámica Sanitaria y, por extensión, representante español en la federación europea de este sector. Por si no fueran pocas ocupaciones, participó en los comités ejecutivos de la Cámara de Comercio e Industrias durante las presidencias de Antonio Medrano de Pedro y José María Yartu.
Fue a propuesta de la Cámara, ya con Antonio Méndez Pozo como presidente, su distinción por parte del Gobierno con la Medalla al Mérito en el Trabajo, un galardón que recibió de manos de Octavio Granado como secretario de Estado de la Seguridad Social. Lo acogió con mucho orgullo, aunque siempre ha creído que hay muchos trabajadores que también son merecedores del mismo. 

Y así culminaron 42 años en Gala y empezaba una jubilación.

"Le debo muchas horas a mi familia -tuvo tres hijos, uno ya fallecido-. Hice muchos viajes, le dediqué mucho tiempo a la empresa. Incluso algún año me quedé sin vacaciones. Luego me di cuenta que si me iba no pasaba nada, incluso mejoraban algunas cosas...". 

El banco. A los 65 años puso punto y final a su vida laboral. "Fue una gran liberación levantarte por la mañana y no pensar en problemas mientras te afeitas, pero tenía que hacer algo... Me da pena ver a los compañeros para los que la jubilación es un problema porque no saben que hacer y se aburren".

Desde entonces se ha implicado en la gestión del Banco de Alimentos, que estos días anda inmerso en la Gran Recogida organizada para los días 22 y 23 de noviembre, que movilizará a más de mil voluntarios. "Me gustaría que no existieran los bancos de alimentos pero existen porque su motivo principal es ayudar a la gente -unas 8.000 personas en Burgos y provincia- y también evitar el despilfarro. Da pena comprobar que tiramos el 30% o el 40% de los alimentos...".

"Nos hemos dado cuenta que hay una base de población que nunca sale de esos umbrales de pobreza y necesidad. Nosotros siempre procuramos no dar al que no lo necesita, una labor de campo que realizan las asociaciones que trabajan con nosotros. Creo que la picaresca es minoritaria".

El exdirector de Gala es también un enamorado del Camino de Santiago, que ha recorrido dos veces íntegramente. Pertenece a la Confraternita di S. Giacopo di Compostella di Perugia, cofradía italiana responsable del albergue de peregrinos en la ermita de San Nicolás de Fuente Fitero, en Itero del Castillo,  en el límite con Palencia. "No descarto volverlo a recorrer aunque, por ahora, me dedico a andar por el monte con los amigos". 

Burgos. López Santa Olalla forma parte de ese grupo de directivos de la industria que ayudaron a construir el Burgos contemporáneo, "que tiraron del carro de la ciudad", un elenco de profesionales poco reconocido y que muchas veces ha pasado desapercibido pero en cuyas manos estuvo el sostener inversiones y empleo. "Somos la primera potencia industrial de Castilla y León y con una ventaja muy importante: tenemos una industria muy diversificada, de tal manera que, cuando llegan las crisis, no afectan a todas".

Si algo falla, a su juicio, es que hay "oscuros intereses que están sacando a Burgos del mapa: tenemos un grave problema de infraestructuras y nadie nos escucha. Es nuestro gran problema".

Además, recuerda, tal y como ocurrió en sus comienzos, "las fábricas siguen teniendo problemas para encontrar personal cualificado en Burgos". "Me apena también ver la ciudad despoblada de sus tiendas de barrio". 

También reserva sus críticas para los políticos, sean de un color u otro. "Obedecen a Valladolid o Madrid, nadie lucha por Burgos".