Vuelta al cole también en el hospital

Carlos M.Martín (EFE)
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Los menores ingresados asisten a clase en los centros sanitarios con el objetivo de ayudarles a olvidarse de la enfermedad y pasar de curso

Un niño enfermo, en una de las clases abiertas existentes en los centros sanitarios de toda España - Foto: J.L. Pino

Al cole, pero en el hospital. Esa es la realidad de cientos de menores ingresados cuando llega el nuevo curso escolar y tienen que volver a las aulas. Son clases abiertas en los centros hospitalarios, en donde personal  sanitario, educadores y familias intentan que «no piensen en su enfermedad mientras la superan» y les preparan para volver, con el curso superado y con normalidad al centro tras recibir el alta.

Son los principales objetivos de estos colegios hospitalarios que funcionan en toda España, como  explican los responsables de los centros madrileños Niño Jesús, Miguel Pérez, y La Paz, Francisco de Pedro, que se sienten «orgullosos y muy concienciados» de la valía de esta labor.

Por su parte, Susana Nogal, que lleva siete años educando a los menores enfermos, explica que los profesores que enseñan en los hospitales lo hacen de modo voluntario y tienen muy claro lo que se van a encontrar. «Es un reto que siempre te pone un poco nervioso, pero que se afronta con mucha alegría», asegura.

«Lo mejor es ver la cara de nuestros alumnos cuando llegas a dar las clases y se ponen contentos, eso no tiene precio», destaca la docente, quien califica como «sitio maravilloso» y «colegio dentro de muchos colegios» las aulas hospitalarias, en las que «es una maravilla ayudar a niños y niñas a salir adelante por ellos mismos».

Los centros escolares de los hospitales dependen del Ministerio de Educación y requieren una coordinación muy estrecha entre todos los colectivos: médicos, profesores y responsables de los colegios a los que asisten los menores enfermos, que les facilitan la programación escolar.

Así lo hacen en el Niño Jesús, donde no solo hay pacientes de la Comunidad de Madrid, sino de toda España, según Pérez, quien subraya que la enseñanza que se da a los pequeños es «muy individualizada», ya que hay que saber adaptarse al estado del alumno en cada momento.

Los colegios hospitalarios aceptan que los centros educativos manden sus exámenes para que los menores ingresados los realicen durante su ingreso y, posteriormente, los envían de vuelta para su corrección, indica el responsable del Niño Jesús.

A pesar de que Francisco de Pedro revela que «el nivel de exigencia es el que marca la Ley de Educación», su homólogo del Niño Jesús matiza que hay que «ser flexibles, porque los alumnos están en una situación extraordinaria», pero sin dejar de intentar que alcancen sus objetivos y vayan pasando de curso.

Para ello, los profesores trabajan con distintas estrategias pedagógicas y cuentan con la ventaja de que los alumnos son «muy colaboradores y están concienciados con que quieren aprender y pasar de curso», según Nogales.

«No son estudiantes al uso, tienen una enfermedad», destaca la profesora, quien incide en que los docentes deben de ser «muy motivadores» y tener siempre en cuenta en qué momento se encuentran, tanto de ánimo, como de salud, para lo que hay que conocer sus tratamientos médicos, que en ocasiones son muy invasivos, o intervenciones quirúrgicas.

 

Pura vocación

Son los profesores los que eligen dar clase en los hospitales, relata el director del colegio del Niño Jesús, quien, «como máxima autoridad educativa del centro», reconoce que desempeña su cargo «con orgullo, responsabilidad y alegría» y no duda en afirmar que este trabajo le ha cambiado la vida por completo, cuatro años después de entrar.

Y eso que no es una labor fácil, como subraya la profesora Susana Nogal, al recordar que hace ya mucho tiempo que se planteó ser educadora en hospital, pero tuvo que retrasar sus planes porque su hijo sufrió varios ingresos y eso le dejo «sin fuerzas» hasta que estuvo segura de poder desempeñar la tarea hace siete años.

Otra de las docentes hospitalarias, Olga Sobrino, de La Paz, califica como muy positiva su labor, en la que «aprende mucho más que lo que enseña», ya que se establecen relaciones muy intensas con enfermos y sus respectivas familias y se afrontan situaciones «realmente muy fuertes», como cuando sucede la muerte de adolescentes o de niños pequeños.

Una opinión que comparte su compañera en el hospital madrileño, Mónica Díaz, para quien «junto a tener hijos, es una de las mejores decisiones» que ha tomado en su vida, ya que resalta que siempre se lleva mucho más de los alumnos, de lo que les da.

Además de la coordinación entre los hospitales y los colegios, es fundamental también potenciar la relación con las familias de los menores hospitalizados, que, en el caso de los más pequeños están el máximo de tiempo posible con ellos para que se adapten a las clases y al nuevo entorno educativo, además de atender su enfermedad.

Son las familias las que dan el consentimiento para contactar con los colegios de los ingresados y están «en constante comunicación» con los equipos médicos y educativos para solventar cualquier problema que pueda surgir.

Se establece una triple unión entre familias, sanitarios y educadores, que permite al niño y alumno estar mucho más «cómodo» y seguro de sí mismo, dentro de que sus circunstancias no sean las idóneas», concluye el responsable del Niño Jesús.