Nada tiene que ver, aunque tampoco son los tiempos ahora como para lanzar cohetes, la salud financiera del actual Ayuntamiento con la de 2011 o 2012. La deuda municipal (incluida la de los consorcios) rozaba entonces los 520 millones de euros (ahora ronda los 245) y el entonces Ejecutivo de Javier Lacalle admitía su sorpresa al conocer que la ciudad debía a sus proveedores 56 millones (una cuarta parte del presupuesto municipal). La situación se reconocía como muy delicada y, por este motivo, se anunciaba que la obra del pabellón Arena (luego se rehizo el proyecto y se bautizó como Coliseum) tenía que esperar. La perspectiva a día de hoy es muy distinta, aunque no por ello deja de preocupar. El concejal de Hacienda, David Jurado, detalla que en este momento hay unos 23 millones de euros en facturas sin pagar. Y aunque es cierto que 14 de ellos obedecen a recibos recientes que están ahora en la fase de fiscalización o de verificación, también lo es que se acumulan otros 9 millones en impagos de más de 3.400 facturas con una antigüedad de más de 60 días. Es decir, con las que el Ayuntamiento está incumpliendo la normativa en materia de morosidad.

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