La arandina que quiere ser paleoantropóloga forense

L.N.
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Estela Escolar, de 16 años, tiene decidida su vocación profesional desde los 12. Finalista en la última edición del concurso nacional STEM Talent Girl, obtuvo una mención de honor

La arandina Estela Escolar. - Foto: DB

Con sólo 16 años, Estela Escolar tiene claro que le gustaría ser paleoantropóloga forense. No le viene de familia. Es algo totalmente vocacional. Y aunque pueda sorprender la precisión con la que se proyecta a futuro en plena adolescencia, sus padres puntualizan que no se trata de ninguna ‘fiebre momentánea’. No. Lo tiene prácticamente decidido desde los 12 años.

Detrás de la vocación de Escolar por la biología y la medicina se encuentran varios factores. Uno es el programa STEM Talent Girl, al que la joven arandina se apuntó hace ya tres años. 

Este proyecto educativo aspira a fomentar las vocaciones científico-tecnológicas en las mujeres y su objetivo es inspirar y empoderar a niñas y adolescentes para que opten por carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Una huella que está calando en Estela. 

«El programa le ha ayudado mucho, le ha hecho ver campos que quizá de otra manera no habría descubierto», reconoce su madre, Virginia Serrano.

De hecho, hace unas semanas participó en el concurso STEM Talent Girl a nivel nacional y quedó entre las cuatro finalistas de un total de 70 concurrentes, obteniendo una mención de honor. Rozó el podio, pero ella se siente ganadora.
Y no es para menos. «El concurso premiaba el expediente académico y valores como el esfuerzo, la motivación, la ilusión, la pasión y el impacto social», cuenta. En su caso, si tuviera que destacar algo de sí misma se queda con la perseverancia:«He trabajado muchísimo para conseguir todo lo que quería y he mejorado ayudando a todos los que tenía alrededor». 

A su brillante expediente académico, se suma que ha participado en numerosos concursos narrativos, en el Canguro Matemático, ha hecho exámenes de Cambridge y colabora con Cruz Roja o la Asociación Española contra el Cáncer. 
Al certamen, que se celebró de manera online, tuvo que presentar un vídeo contando quién es y todos los méritos y diplomas que así lo avalan. Grabó al menos 190 pruebas hasta dar con la definitiva. «No hay quien me pare» o «me encanta superarme día a día», son algunas de las frases que pronunció.

Participar en el STEM Talent Girl ha supuesto algo «muy importante» para Escolar:«Es recompensar el esfuerzo no sólo de los últimos tres meses, sino de toda la vida». 

Más allá del concurso, Estela continúa asistiendo a este proyecto que cuenta con 151 alumnas matriculadas en Burgos. Lo compagina con sus estudios de Bachiller en el Instituto Cardenal Sandoval y Rojas. Tras superar la fase de ‘Science for her’, destinada a alumnas de tercero y cuarto de la ESO, que cursó en el Colegio Vera Cruz, ahora se encuentra en la fase de ‘Mentor Woman’, para primero y segundo de Bachillerato. 

Reciben charlas «muy cercanas, de tú a tú, perfectas para motivar», explica, y también tiene una mentora personal, Davinia Moreno, con la que realiza distintos proyectos.

Hasta ahora, la mujer que más le ha inspirado se llama María Martinón y es paleoantropóloga forense. «Ha tenido una repercusión tremenda en mi vida. Me hizo ver más  lo que se desarrollaba en este trabajo e hizo crecer mi pasión», recuerda. Del colegio, guarda un especial cariño por dos profesores, Isabel Aragón y Roberto Morales. 

Pero no sólo eso. Estela también ha conseguido, de cierta forma, superar algunos miedos como las exposiciones. «Siempre ha sido una niña que ha trabajado mucho, pero se mantenía a la sombra. Entró en el programa por una profesora de ciencias del colegio que le animó. A partir de ahí empezaron a verla. Estaba ahí, pero no se daban cuenta», relata su madre, subrayando que el programa ayuda a las jóvenes «a despegar, le da el empujón que necesitan».

La motivación es tal que la propia Estela Escolar ha dado alguna charla a otras jóvenes para que se sumen a la iniciativa. «Les diría que se animen, que no hay nada imposible, que el esfuerzo vale la pena, aunque hay que meter muchas horas. Es una experiencia inolvidable», remata.