El curso 2020-2021 arrancó ayer en la Universidad de Burgos de manera presencial para 7.417 alumnos y cerca de 800 profesores aunque con un fuerte apoyo de las tecnologías para poder continuar impartiendo clases en el caso de una cuarentena por contagios o un nuevo confinamiento. De total de estudiantes, 6.741 se han matriculado en grados (166 más que el curso anterior) y 567 en másteres (109 más), lo que supone un incremento del 3,8%, a falta de que finalice el tercer plazo de matrícula y de sumar el alumnado de doctorado.

La institución académica ha tenido que adaptar sus instalaciones para garantizar todas las medidas de seguridad, lo que ha obligado a cambios en el mobiliario de las aulas para guardar las distancias de seguridad, la señalización de los centros para minimizar los contactos en los desplazamientos o la instalación de sistemas audiovisuales en las clases para poder hacer retransmisiones sincrónicas e interactivas de las explicaciones del profesor. Y es que la limitación de aforo ha hecho que surjan las denominadas ‘aulas espejo’, que permiten que la asignatura se siga en el aula en la que se imparte y en otra contigua (o también en casa) en la que está el grupo de alumnos que no cabe en la primera.

En algunos centros esto no ha sido suficiente y les ha obligado a pedir prestados espacios en otros. Son los casos de Educación, que comenzó ayer a usar tres aulas en la Politécnica de la Milanera para sus primeros cursos de Maestro de Infantil y Primaria y Educación Social y otras en Derecho (Aulario Levante) y de Ciencias, que empleará el Aula Romeros para un curso de Tecnología de los Alimentos. A ellos se añaden las tradicionales cesiones de la Facultad de Económicas y Empresariales a la de Humanidades y Comunicación.

(Más información, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)